Todo mal. El país va en caída libre hacia un estado en el que la delincuencia se va a tomar las calles e imponer sus condiciones a punta de pistola.
La indignante reacción del gobierno mediante el abogado del ministerio del Interior de no solicitar la prisión preventiva no puede sino generar una rabia difícil de racionalizar. Más aún, si se considera que la ministra Siches, de precario y lastimoso cometido, nada ha dicho acerca de la colusión entre policías y delincuentes.
¿Dirá algo el presidente Boric?
Miles de imágenes muestran cómo los funcionarios de Carabineros parapetaron a los criminales que disparaban a la multitud.
¿De verdad el gobierno cree que con esas miserables querellas resolverá la indignación que han generado la connivencia criminal entre delincuentes y policías?
Con la anuencia irresponsable de las autoridades el país se dirige hacia el abismo indigno de ser controlado por delincuentes que arrodillan al Estado e imponen normas reñidas con la ley y con la más mínima decencia a escasas diez cuadras del vecino Boric.
El presidente Boric era de la idea de refundar Carabineros de Chile. Ya en posesión de la guitarra, aquella con la que la cosa es distinta, reculó para dejar las cosas como están.
La impunidad criminal con la que actúan los oficiales policiales no resiste ningún tipo de explicación o contexto. Amparar a un criminal es un delito y no actuar ante uno, es abandono de deberes.
Una mujer joven se debate entre la vida y la muerte solo por la irresponsabilidad de un gobierno que no tiene los cojones para imponer la ley y el sentido de lo justo y necesario.
¿Dirá algo el Partido Comunista, importante miembro del gobierno, ante el desatino y la cobardía del ejecutivo que no descabeza de inmediato a Carabineros y desarrolla un proceso de refundación policial?
¡Ni siquiera el abogado del ministerio del Interior fue capaz de pedir prisión preventiva para esos delincuentes dispuestos a matar!
¿Habrá quien le pueda creer a los inútiles y vergonzosos sumarios internos que en decenios jamás han sido capaces de detectar las millonarios robos que los sucesivos directores han hecho a vista y paciencia de las autoridades del Estado?
No resulta culposo sentir unas irreprimibles ganas de matar cuando se ve caer a la mujer baleada.
El pueblo ha pecado de una infinita ingenuidad al no expresar su indignación ante el derrotero por el que el país va en su cuesta abajo. Las cosas están llegando a un punto de no retorno. La delincuencia se ha tomado barrios y calles completas sin que las autoridades hayan hecho nada para evitarlo, pero basta que cien estudiantes salgan a la calle para que les caiga toda la brutalidad animal de la policía.
Las poblaciones son reductos en los que mandan bandas de traficantes que amedrentan a la gente de trabajo, hacen uso de sus armas de fuego de manera irracional con dramáticos resultados. La gente ya no puede salir de sus casas.
El que quiera pasa con lo que le de la gana por las fronteras del norte y luego las autoridades policiales y civiles se extrañan por la cantidad de armas y de droga que circula.
Carabineros simplemente no tiene interés alguno en intervenir en esos graves hechos. Esa institución repodrida hasta la médula ha abandonado sus funciones a vista y paciencia de las autoridades.
Es la hora de enfrentar con decisión un proceso político que entregue a la ciudadanía una policía que cumpla con el propósito de cuidar a la gente, perseguir al delincuente y resguardar el orden. Hasta ahora, han hecho precisamente todo lo contrario.
Lo que resta para que cunda el paramilitarismo es que se siga insistiendo en que esas instituciones funcionan.
El gobierno del presidente Boric no puede farrearse la posibilidad de, por lo menos, hacer el esfuerzo por construir un país decente en que los niños puedan jugar en sus calles sin el temor de recibir un tiro en la cabeza.
Cuesta escribir con rabia. Saber que hay una muchacha joven que agoniza en este momento nubla la razón e indigna en lo más profundo.
Por Ricardo Candia Cares
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