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martes, 15 de octubre de 2019

La denuncia de violación contra dos carabineros que remeció Puerto Natales


La denuncia de violación contra dos carabineros que remeció Puerto Natales


Los funcionarios policiales fueron dados de baja a los pocos días de que se presentara la denuncia. Sin embargo, la Fiscalía cerró el caso por no encontrar pruebas suficientes. Después de cinco meses, Corinne Herrera acusa impunidad y cuenta lo que ocurrió esa noche a El Desconcierto.

Por  / 15.10.2019
Corinne Herrera Rivas (41) recuerda que la sacaron de la camioneta, la tomaron por los brazos y la tiraron al capot. Quiso reaccionar, pero recordó que eran carabineros y que podrían andar con pistola y pegarle un balazo. Uno de ellos controlaba la situación y le gritó fuerte al otro: “Oye, weón, ponte condón, esta maraca culiá te puede pegar el sida”. La tomaron y la violaron. Los preservativos quedaron tirados en la tierra y fueron parte de las pruebas que recogió la Policía de Investigaciones (PDI) unas horas más tarde. También lo fue la ropa embarrada de Corinne, después de que uno de los hombres la tirara violentamente al suelo.
El relato anterior es parte de la declaración que entregó la mujer a la Brigada Investigadora de Delitos Sexuales de la PDI, el 4 de mayo pasado, cuando presentó una denuncia por violación contra dos carabineros que esa noche andaban de civil: Rubén Gálvez Albarrán y Bastián Rojas Norambuena. Ese registro está incorporado en la carpeta investigativa que manejó la Fiscalía de Puerto Natales, a cargo del fiscal Cristián Muñoz Pérez. Pero que a los tres meses decidió cerrar.
En ese momento, Corinne vivía en la casa del papá de su hija Constanza (7). Le gustaba esa ciudad porque es tranquila y aparentemente segura. Podía salir de noche y devolverse a su casa caminando sin problemas. Esa noche, según su declaración, fue a jugar un par de horas al casino. Gastó los 10 mil pesos que llevaba y se devolvió por el centro. Quería conversar con una vecina. Pero como su local estaba cerrado, siguió directo a su casa. Eran poco más de la una de la mañana.
Unas cuadras después, paró un jeep anaranjado al lado suyo. Los dos hombres que iban adentro le preguntaron por un local a donde ir a bailar. Se mostraron amables y cercanos. De hecho, para darle confianza le acercaron su placa en la que se identificaban como carabineros. Corinne alcanzó a ver el apellido de uno de ellos: “Gálvez”. Recuerda también que uno comentó que eran de Viña de Mar y que andaban de paseo, aunque después supo que no era así y que estaba trabajando en Puerto Edén (a 300 kilómetros de distancia de Puerto Natales).
Conversaron un rato en la calle y, finalmente, ella aceptó acompañarlos hasta un local. Tomaron cerveza, fumaron y decidieron ir a otro lado. La opción fue “El Papurri”, uno de los locales más conocidos en el sector bohemio de la ciudad. A esas alturas, ya eran casi las dos y media de la madrugada. En este último bar, Corinne recuerda que no estuvieron más de media hora. Fue ahí cuando les pidió que la fueran a dejar. Pero los carabineros le repetían que no se preocupara, que iban a pasar a la comisaría y después a su casa.
-Me preguntaron si es que había un mirador cerca. Les dije que no, que había una cruz en el cerro. Entonces, me dijeron que fuéramos a dar una vuelta por la costanera y me iban a dejar. Yo me empecé a poner nerviosa, aunque no pensaba que los carabineros me fueran a hacer algo-, relata a El Desconcierto.
Cuando estaban en la costanera se desviaron por un camino que daba al cerro. Ellos le dijeron que iban a dar la vuelta, pero Corinne recuerda que activaron los seguros de las puertas. Sintió que uno de ellos adoptó un tono más agresivo y controlador. Cuando llegaron a un lugar oscuro, estacionaron la camioneta, la tomaron y uno la empujó contra el capot. Le bajaron los pantalones, y aunque ella se resistió, sintió miedo porque podrían dispararle. Estaba atemorizada.
En el camino, Corine iba sentada en la camioneta, adolorida; se desgarró por la brutalidad con que la penetraron. Los carabineros la dejaron en la esquina de su casa. Ella apenas se bajó y cuando entró se puso a fumar y a tomar mate en el patio. Pasaron unas horas y llamó al SAPU. Comenzó a explicar lo que le había pasado, pero se detuvo. Sintió vergüenza y cortó.
/Agrupación de Víctimas por Violencia Policial

Dados de baja

En la mañana, Corinne llamó a Carabineros. Recuerda algunas miradas de incredulidad y risas cuando les contó. La llevaron al hospital para que le tomaran las pericias. Por la caída, se había hecho un esguince en una mano. Recuerda que estuvo sola en una sala del hospital y que lloró. Se desahogó por lo que había vivido esa noche. Sentía mucha impotencia.
A los días de la denuncia, los dos carabineros fueron dados de baja. Fue el comisario subrogante de la Segunda Comisaría de Carabineros que salió a dar declaraciones públicas, el capitán Fernando Drouilly: “en cuanto la institución tomó conocimiento de lo sucedido, ambos funcionarios fueron desvinculados. No se va a tolerar ninguna situación de esta naturaleza”, sostuvo a un medio local.
Pero las respuestas quedaron ahí. Pese a que la Fiscalía solicitó realizar una serie de diligencias, exámenes psicológicos y sexológicos a Corinne, en agosto decidieron cerrar el caso. Según le dijeron, no había más antecedentes que probaran el delito de violación que ella denunciaba. El Desconcierto contactó al fiscal a cargo para profundizar sobre estas razones, pero no respondió los mensajes.
En la declaración que los ex carabineros involucrados dieron a la Fiscalía, descartan el testimonio de Corinne señalando que fueron relaciones sexuales consentidas. Ella estuvo representada por una abogada de Sernameg, que, finalmente, decidió no presentar una querella. Por lo mismo, ahora la Agrupación de Víctimas por Violencia Policial está haciendo coordinaciones para que se pueda reabrir el caso con una acción de este tipo. Manuel Fonseca, vocero de esta organización, comenta que aquí se observa un doble componente: abuso sexual y abuso policial, algo que la justicia no puede desconocer.
-Estoy tan agotada con todo esto. He entregado mi testimonio muchas veces. Pero todo queda en nada. Si hubieran tenido antecedentes, sería distinto. Lamentablemente, vivo en Chile donde la justicia es prejuiciosa. Nunca más nadie se contactó conmigo-, expresa Corinne finalmente.

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