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sábado, 25 de enero de 2020

CRÓNICAS DE UN PAÍS ANORMAL

La derecha tramposa y el progresismo servil Destacado

By Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)  Enero , 2020 
Senadores Senadores
Sebastián Piñera y la derecha están haciendo todo lo posible para convertir la futura Asamblea Constituyente en un Parlamento tan desprestigiado como el actual, y el plebiscito a realizarse en el mes de abril, se convertiría en una mera elección parlamentaria basada en los mismos distritos actuales. Como si esto fuera poco, el sistema electoral D´Hontd desvirtúa la relación entre escaños y votos. Para lograr el objetivo de vender gato por liebre nada más fácil que eliminar legislativamente las listas de candidatos independientes, la paridad de género y la representación de los pueblos indígenas.

Lenin escribía, en una de sus obras, sobre el “cretinismo parlamentario” y, por desgracia, los que se autodenominan progresistas han caído en él: ex líderes de movimientos sociales se están convirtiendo en parlamentarios, pero adquiriendo las mismas trampas y mañas que los “veteranos” del senado.
En Chile existe un ridículo sistema bicameral, a todas luces absurdo en un sistema unitario; los senadores tienen más tiempo para convertirse en millonarios y su labor se limita a repetir lo que se realiza en la Cámara de Diputados, hecho que retrasa el proceso legislativo, además del abultado estipendio que significa para el fisco – algunos padres conscriptos quieren asimilarse a los senadores romanos, ´hubo un buen número que fue vitalicio´ -. Chile no es ni una república, ni una democracia cabal, razón por la cual falta un Bruto, pues los emperadores hacen lo que quieren con el senado.
El primer paso que debieran dar los asambleístas constituyentes es determinar la supresión del bi-parlamentarismo e instalar una Asamblea Nacional - tal como en Francia, por ejemplo -, que nominaría al Primer Ministro y controlaría al gobierno, y de esta manera se terminaría con la monarquía absoluta electiva a la cual estamos sometidos todos los chilenos.
Los izquierdistas traidores que se han pasado a la derecha son mucho más de aquellos que han hecho el camino a la inversa, (podríamos comenzar esa lista por Arturo Alessandri Palma, demoledor y demagogo, seguido por Gabriel González Videla, y hoy, los empresarios Enrique Correa, Óscar Guillermo Garretón y, además, muchos más parlamentarios actuales que hoy votan proyectos de Sebastián Piñera, manifiestamente militaristas y liberticidas, y sin asomo de vergüenza de ganar más de $9.000.000, contra un salario mínimo de $300.000. Por el otro lado están “abajistas”, que de conservadores pasan a convertirse en progresistas, (caso clásico el del “hermano” Bernardo Leighton, épocas pasadas cuando los políticos vivían el servicio público y eran gente decente; diputados y senadores del Partido Comunista, por ejemplo, no podían ganar más que el sueldo de un obrero calificado, y el resto de la dieta entregarla a su Partido).
El Presidente más tramposo y desvergonzado de nuestra historia fue Arturo Alessandri Palma: en 1925, cuando los militares chilenos lo trajeron de vuelta de su exilio dorado, en Italia que, según cuenta él mismo, se tuteó con Mussolini, toda la clase política estaba de acuerdo en que debería convocarse a una Asamblea Constituyente, y el León de Tarapacá, haciéndose el tonto, también seguía la idea, sin embargo, el ex Presidente argentino Alvear, le aconsejó que se negara a instalar dicha Asamblea, pues las distintas experiencias demostraban que estos procesos era muy largos y conflictivos.
El paso para aceptar el consejo de Alvear no era fácil, pues todo Chile, sobre todos los militares, era partidario de la Asamblea Constituyente, por consiguiente, tomó el camino de llamar a una gran asamblea de líderes políticos, (incluía también a comunistas y su ala trostkista), a sabiendas de que los políticos de tanto color político, no legarían a ponerse de acuerdo. Junto a ese monstruo de asamblea formaría una comisión integrada por amigos, encargados de redactar la verdadera Constitución a su medida. La Carta de 1925 no es más que un intrincado conjunto de trampas, refrendadas por un plebiscito fraudulento.
Sebastián Piñera no tiene ni la inteligencia, ni la capacidad política del muy pillo Alessandri Palma, pues esas trampas se limitan a los negocios personales, al filo de la legalidad.
El Presidente Piñera, con el repudio del 82%, y con sólo el apoyo de 6%, busca hacer algunas pillerías que sólo le resultan por el servilismo y estupidez de la oposición, y como sabe que no puede desarrollar ningún programa propio de gobierno, cedió la agenda a las Cámaras del Congreso, un ridículo parlamentarismo a la chilena para salir del paso.
Uno a uno, la Cámara y el Senado han ido aprobando los proyectos presentados por el gobierno, algunos de ellos verdaderamente liberticidas y militaristas – los encapuchados, la militarización en las llamadas zonas críticas, barricadas, saqueos – faltaría uno más que reglamente la convocatoria a las manifestaciones populares, para que terminemos una dictadura –“dicta blanda”, decía Pinochet -.
Los movimientos sociales tienen mucha razón en no creer en estos políticos progresistas, tal vez de mucho discurso, como tribunos del pueblo en la mañana y, en la tarde, ricos banquetes rociados de finos tragos, acompañados de caviar.     
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
24/01/2020

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