Conversación o participación escolar
por Ibán de Rementería 1 mayo, 2022
La violencia escolar no se resuelve solamente conversando con ellos, lo cual es imprescindible, sino que cogestionando con ellos mismos las instituciones educativas. Eso lo sabemos desde el año 1968.
Como todos los gobiernos anteriores este también se encuentra con las protestas escolares, las cuales llegan a la fuerza destructiva de quemar buses, como ha acontecido en estos días, para ser escuchados en sus demandas constantes sobre la calidad docente, las carencias de la infraestructura educativa, la falta de educación sexual y, sobre todo, el abuso autoritario y represivo de la institución educativa por parte de sus operadores o agentes.
Las movilizaciones escolares y estudiantiles han sido las anunciadoras de los grandes cambios sociales, políticos y culturales del país, las movilizaciones estudiantiles de 1968 anuncio el triunfo de la Unidad Popular en 1970, las movilizaciones contra la Dictadura Militar entre los años 1983 y 1986 tuvieron a las y los estudiantes como principales actores en las calles, terminando con la derrota de Pinochet en el plebiscito de 1988. El mayor cambio cultural del país se muestra con la gran movilización de las mujeres del 8 de marzo de 2020 con más de dos millones en las calles, tuvo su anunciación con las estudiantes en las marchas feministas, a torso desnudo, por la igualdad y seguridad de las mujeres en diciembre del 2018.
En la genealogía de la participación en 1968 lo que se instala en Chile es la triestamentalidad de la gestión universitaria, los docentes, los estudiantes y los trabajadores se encargan de su gobierno. En nuestras instituciones educativas ese modelo de gestión, solo de carácter consultivo, está previsto en los Consejos Escolares, donde deben estar representados los docentes, los estudiantes, los apoderados y los paradocente. Poner en marcha esas instancias de cogestión educativa, eso sí otorgándoles facultades resolutivas, sería la forma segura y definitiva de terminar con la necesidad del uso de la fuerza y la violencia por parte de los escolares y estudiantes para representar sus derechos e intereses.
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