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sábado, 14 de octubre de 2023

'El Diccionario de los Veletas', publicado en 1815, sigue siendo un arma para entender nuestro tiempo

 

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A veces la Historia se repite... Frecuentemente como una comedia, allí donde hubo drama. Nosotros, en Chile, tenemos una gran experiencia con los veletas. Jean Dutourd, de la Academia Francesa, nos ofrece un sabroso relato sobre un magnífico ejemplar de la época napoleónica.


Fouche

Joseph Fouché, "revolucionario", Duque de Otranto




Por Jean Dutourd, de la Académie française - 02/06/2007


En 1815, tras la abdicación del Emperador (Napoleón) y la subida al trono de Luis XVIII, apareció una obra terrible, El Diccionario de los Veletas. Encontré esta rareza hace unos años en una librería de libros usados.

El libro está diseñado como la Guía Michelin, con cada nombre seguido del dibujo de un supuesto banderín de lata. Cuanto más ha cambiado la opinión, la doctrina o el compromiso de una persona a lo largo de su carrera política, más premiada se ve con esas banderines. Las estrellas del cambio político son sin duda Fouché y Talleyrand, que recibieron 12 banderines cada uno.

Es muy divertido componer una imitación inspirada del Diccionario de los Veletas, cuya conclusión, eso me parece, es indiscutible.

Como esta obra sigue siendo un arma para comprender nuestro tiempo y, en general, todos los periodos históricos, he aquí la vida soñada del mariscal Renacuajo (1), duque de Bratislava, cuya posteridad no está a punto de extinguirse.

Edme-Nicaise Renacuajo nació en Auxerre en 1764. En 1784, vestía la casaca azul, los botones de latón, las polainas y el fusil con bayoneta del regimiento de Noailles. Se le conocía como el "cabo Flor de Lis". Estaba dispuesto a dar su vida por el rey.

En 1789, se alistó en la Guardia Francesa. Entusiasmado por la valentía del pueblo parisino, se unió a los sublevados y participó en el asalto a la Bastilla. A continuación se unió al destacamento encargado de proteger los Estados Generales. Le interesaba la política. Durante dos años siguió la evolución de la opinión pública con una sensibilidad poco común. En 1792, indignado por el regreso de Varennes (2) y asqueado por la monarquía, se hizo tatuar en el brazo izquierdo "Muerte a los tiranos", una inscripción de la que se arrepentiría más tarde, lo que explica que nunca volviera a remangarse.

El cabo Renacuajo se convirtió en sargento de la 32ª demi-brigada y fue destinado al sitio de Tolón bajo el mando del capitán de artillería Bonaparte, que lo destacó y ascendió a subteniente. El mismo Bonaparte le llevó a Italia y después a Egipto. En 1790, Renacuajo se convierte en comandante de batallón. El 18 de Brumario (3), en Saint-Cloud, ayudó a los granaderos a arrojar por las ventanas a los miembros del Consejo de los Quinientos.

Bonaparte, Primer Cónsul, apreciaba mucho a Renacuajo, quién le mostraba la devoción de un perro. Lo casó con una de las amantes ocasionales de Barras (4), que le aportó como dote el castillo de Bois-Carré, un aprisco, una casa solariega y 300.000 francos.

En la coronación de Napoleón, el general Renacuajo vestía uniforme completo. La generala Renacuajo llevaba un vestido de satén blanco y joyas por valor de 500 mil francos por todo el cuerpo.

En 1812, el mariscal Renacuajo, convertido en duque de Bratislava, se interrogaba... Ciertamente, el Emperador le había colmado de honores y riquezas, pero había algo por encima del Emperador. ¿Y qué era? Francia.

El Mariscal, con su intuición adivinó que habría que elegir entre un gran hombre y una gran idea. Por ello se hizo amigo de Fouché y Talleyrand, con quienes mantuvo numerosos encuentros.

Cuando Napoleón fue exiliado a la isla de Elba, exclamó en público: "¡Viva! ¡Larga vida a los Borbones!” Esto le fue comunicado al rey Luis XVIII, que quedó encantado, y le confió el mando de su guardia personal al Mariscal de Francia, duque de Bratislava, quien, fiel a su nuevo juramento, acompañó al rey a Gante cuando el Usurpador (Napoleón) desembarcó en Golfe-Juan.

Después de Waterloo, para recompensar al Mariscal por su adhesión, el Rey le nombró Ministro. Formó parte del Tribunal Supremo que condenó a muerte al mariscal Ney.

Ney, al ver a Renacuajo entre sus jueces, le gritó a la cara: "¡Huye y escóndete, mariscal Veleta! ¡Deshonras al hombre al que sirves!”

A veces, en vidas perfectamente exitosas, hay momentos difíciles. Este fue uno de ellos, pero los insultos de Ney, unánimemente condenados, decidieron sin duda su condena a muerte.

En 1830, a la edad de 66 años, el mariscal Renacuajo tuvo que elegir una vez más entre dos lealtades: Carlos X o la nación. Para un corazón bien puesto, no cabía duda. El mariscal eligió a la nación, es decir, al rey Luis Felipe quien, en reconocimiento a su apoyo entusiasta, le nombró Par de Francia y Ministro de la Guerra.

Los funerales del mariscal Renacuajo, duque de Bratislava, fueron magníficos, patrióticos y feroces. Murió a la edad de 83 años en 1847. Encontramos pruebas en sus papeles de que nunca había dejado de ser republicano de corazón y de que preveía una próxima revolución.

Además, consta en su diario que invitó tres veces a comer a M. Ledru-Rollin. Esta historia le agradará a las personas que, como el mariscal Renacuajo, sitúan a Francia por encima de todo. También podrán comprobar que, cuando se opta por el amor a la patria, nunca se corre el riesgo de ser arrojado al basurero de la historia.

Francia merece todos los sacrificios y, como decía el cabo Flor de Lis en sus raros momentos de cinismo: "No es dándose vuelta la chaqueta que se cogen los resfriados”.



1) Tétard: en francés un tétard es un renacuajo.

2) Varennes: La fallida fuga de los días 20 y 21 de junio de 1791, más conocida como « la fuga de Varennes » o « fuga a Varennes » es un episodio importante de la Revolucion francesa, en el curso del cual el rey Louis XVI, la reina Marie-Antoinette y su familia inmédiata intentaron llegar al bastión realista de Montmédy, a partir del cual el rey esperaba lanzar una contra-revolución, pero fueron detenidos en la ruta a Varennes-en-Argonne (Meuse, Lorraine).

3) 18 de Brumario: golpe de Estado de Napoleón, que terminó con el Directorio y los parlamentos (Consejo de los 500, y Consejo de Ancianos), para instalar el Consulado primero, luego el Imperio.

4) Barras fue uno de los miembros influyentes del Directorio. Para su golpe de Estado, Napoléon prefirió a Siéyès.

 

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