Por: Álvaro Zavaleta Sahr | Publicado: Octubre .2023
Tengamos cuidado, si existe una voluntad de las élites de reescribir el pasado a su conveniencia, se generará un cambio político en la sociedad. Si el Estallido es reescrito como algo terrible, lo que se pedía en ese momento también será visto como algo perjudicial. Pero no cometamos ese error, es diferente intentar instalar una verdad oficial a hacer olvidar a las personas, si las demandas son olvidadas por los representantes políticos y por esta versión oficial, no significa que las personas olviden los problemas que sufren y sufrieron en este país, bajo este mismo sistema.
Hace poco escuchamos al Piñera afirmar que el estallido social fue “un golpe de Estado no tradicional”, versión muy diferente a la que él mismo afirmó haber visto el 25 de octubre: “la multitudinaria, alegre y pacífica marcha hoy, donde los chilenos piden un Chile más justo y solidario, abre grandes caminos de futuro y esperanza. Todos hemos escuchado el mensaje, todos hemos cambiado».
Podríamos pensar que esto es un desvarío del expresidente, sin embargo, esto ejemplifica perfecto cómo la élite política y económica ha devaluado el estallido social, generando un discurso que disminuye las demandas sociales. Esto resulta un gran problema, ya que el estallido no debe ser menospreciado, sí, puede existir una lectura crítica del hecho en sí, los errores existieron desde que el estallido inició, pero estos hechos no ocurren sin las múltiples injusticias sociales presentes en la sociedad chilena, la cual todavía se mantienen y generan indignación en la población.
Así como la izquierda debería recapacitar sobre su poco manejo y lectura política sobre los hechos (ejemplificado en la sobre idealización del estallido y el manejo del primer proceso constitucional), la derecha también tiene que comprender que estos quiebres o estallidos en la sociedad sí tienen un fundamento detrás, no son parte de un plan maquiavélico, sino una expresión de problemas sociales reales.
Es importante preguntarse qué pasó, cómo pasamos de una agenda programática de izquierda en la que se pedía mayor énfasis en derechos sociales, a una agenda de seguridad donde la derecha tiene un papel preponderante y estos derechos sociales están lejos de ser alcanzados.
Existen múltiples factores, analicemos uno a uno.
Primero, el contexto político que generó el estallido fue de una excesiva politización, con extremos políticos potenciados y manifestaciones políticas presentes a lo largo del país. Gran parte del país estaba pidiendo demandas sociales, pero no por la vía institucional, sino por la política informal.
Segundo, está la pandemia, la cual estableció un estado de excepción constitucional, cortando las dinámicas de protesta y devolviendo el poder a la institucionalidad, especialmente a las fuerzas de orden (generando una ventana de oportunidad para que ingrese a la opinión pública el tema de seguridad).
Después tenemos que considerar el proceso constitucional fallido, el cual recibió grandes críticas, encauzadas hacia la izquierda, especialmente a aquellos representantes más relacionados al estallido, ya que constituían la mayoría de los representantes electos.
Esta crítica aumentó con el tiempo, especialmente pensando en un gobierno de izquierda con alta desaprobación, otro factor que afecta negativamente al sector y a sus demandas, quienes ven cómo la oposición critica diversas iniciativas del ejecutivo e intenta generar rechazo a diversas demandas sociales.
Estos 4 factores están interrelacionados entre sí, la gran politización que partió en el estallido comenzó más cercana a ideas de izquierda, pero esta politización también avivó ideas de derecha más extremas, las cuales ganaron fuerzas, pensando en que durante la pandemia cambiaron las dinámicas de protesta y se generó una opinión pública centrada en temáticas de seguridad. Esto sumado al proceso constitucional fallido y la crítica al gobierno actual no solo volvió a colocar las ideas de derecha en la discusión política pública, sino que generó una mayor victoria de la extrema derecha en términos de representación política, siendo quienes justamente dirigen proceso constitucional actual.
Estos múltiples factores generan un ambiente contrario al cambio que se buscaba en el estallido, y ya en la actualidad estamos observando cómo se está reescribiendo la historia, porque cuando se califica de golpe de Estado algo que fue una insurrección popular, no es un simple error de Piñera, cualquier analista sabe perfectamente que el Estallido Social no tiene características de golpe de Estado, pero el problema está en que diversas autoridades también coinciden, no siempre en que el Estallido fue un golpe de Estado, pero sí en ver el Estallido como una movida política concertada por la extrema izquierda y como una irrupción de violencia sin razón, cuando en realidad su núcleo fue una irrupción popular contra injusticias sociales.
Tengamos cuidado, si existe una voluntad de las élites de reescribir el pasado a su conveniencia, se generará un cambio político en la sociedad. Si el Estallido es reescrito como algo terrible, lo que se pedía en ese momento también será visto como algo perjudicial. Pero no cometamos ese error, es diferente intentar instalar una verdad oficial a hacer olvidar a las personas, si las demandas son olvidadas por los representantes políticos y por esta versión oficial, no significa que las personas olviden los problemas que sufren y sufrieron en este país, bajo este mismo sistema.
Es probable que esas mismas sensaciones resurjan, por lo que actualmente es fundamental mantener la historia presente sin evadirla. Y como todo lo que se evita vuelve a aparecer, mejor prepararnos, ya que lo deberemos enfrentar tarde o temprano.
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