Menuda pregunta la de Gerardo Atabales. Tal parece que Henri Bergson había tocado el tema de la memoria. Y aseverado cosas muy sorprendentes que los investigadores comienzan a verificar. ¿Filosofía? ¿Ciencia? Cada día que pasa revela que nos robaron el futuro y el pasado, o por lo menos nos los sustituyeron por un saquito de mierda. Lo difícil es darse cuenta... |
por Gerardo Atabales Osses Octubre 2023Pregunto porque hace unos días, semanas, se conmemoró que hace cincuenta años hubo un sangriento golpe de Estado en Chile, donde se mató, asesinó, desapareció y torturó a miles y miles de personas. Y todo el aparato de propaganda actual nos hizo sentir como si hubiera sido el mismo día once. No me explayo en lo vomitivo y carnavalesco en que transformaron -antes de y después de- la “conmemoración”. TODOS con la sensibilidad y la “culpa” a flor de piel. Lágrimas de cocodrilo en imágenes de primer plano. Basura por todos lados. Nos hicieron estar en los días previos de un Chile convulsionado -con la traición en curso-, nos hicieron sentir los aviones bombardeando de nuevo en el día mismo de la concreción de la traición y hasta unas semanas después del horror. Todo el tiempo manoseando a los afectados directamente y a sus familiares, todos poniéndose pa ́la foto y hasta “marchando” un par de metros para dar un falso guiño a la prensa encargada de difundir las imágenes para parecer más progre que todos los progres juntos. “Que bueno” que ya podemos volver al 2023 porque lo otro ya pasó, hay de dar vuelta la página, mirar al futuro dicen por doquier. Ya se redimieron casi todos en esta última conmemoración. Fueron todos “santiguados” con sus falsas lágrimas, sus falsas compunciones, sus falsos anonadamientos de lo que fue, cómo fue y quienes fueron y que más encima muchos siguen ocupando cargos fiscales y/o en la milicia. Por fin se fue a guardar el horror al museo del olvido (o el Mall de la memoria). Ya volvió la procesión con “San Allende”, al que sacaron a pasear para venerarlo por un mes. Y siguen sin devolverle el grado de Presidente de Chile, electo para el periodo de 1970 a 1976. La estatua en la plaza de la constitución, por donde pasó la procesión de los “acreditados”, está sin ese dato ¿olvidado? No señores. Todo calculado señores. Durante todo septiembre dieron rienda suelta a cuanto documental, acto, programa o información que había del golpe -desclasificada desde hace años-. Mucha de ésta la sabíamos de pasillo pero hoy se concretó con algunos documentos de público conocimiento, desclasificaciones y las menos confesiones. Quedamos ahítos de verdad, de horror, de injusticia. Comenzó al fin a alejarse el golpe, a más de cincuenta años ya por estos días. ¡Vamos por el sexagésimo! Se distanció nuevamente la historia, antiiiiiiigüa historia que tanto nos “dividió”. Ahora hay que trabajar en la “unidad”, unidad para un abyecto proceso circense constitucional. Por fin tiene la distancia que debió tener siempre, bien lejitos para que no moleste mucho los planes actuales. Sin embargo, cada día parece que se futuriza más los horrores del golpe, que como toda herida mal tratada, se va poniendo más y más putrefacta cada día que pasa. Y que cada tanto revienta y sale pus a granel, que sigue infectando todo. Cada tanto retrocedemos cincuenta y más años por los nuestros, por todo lo nuestro, por todo lo que nos han arrebatado. Y el pasado vuelve a ser el presente. No se ha ido, está aquí, aún aquí palpitando. A futuro vemos y/o escuchamos espurias promesas. Puras ventas de “pescá” que lo hacen alejarse más y más cada día. Futuro incierto para los jóvenes, los Enfermos sin plata para una atención digna y sin plata para remedios. Mucha gente trata de acelerar el futuro, trata de llegar pronto. Muchos llegan pronto. En el Metro, por ejemplo, ha aumentado la frecuencia de muertes en las vías. Y cuando sucede, por los parlantes sale la voz del conductor: “Estimados pasajeros, el servicio de Metro está suspendido porque una persona se arrojó a las vías...” Terrible ¿verdad?, llegan y lo largan así a viva voz por los parlantes. Pero más terrible aún son los comentarios generalizados de los pasajeros: “Puta la weá, porque no se tiró después...” “... que mala cue ́a, justo ahora tenía que tirarse el weón...” “...quizás hasta qué hora nos tendrá acá encerrados el weón...” Siempre el “fina'o” tiene la culpa. Tiene la culpa de que vayan apretados peor que los camiones de transporte de ganado, a veces con todas las ventanas cerradas para “caldear” más el ambiente. Tiene la culpa de que salgan a la hora del perno y todos juntos para así colapsar cualquier servicio de transporte. Que trabajen miles de horas y que les paguen mal, muy mal, porque el lacayo que ponen de jefe siempre les dice: “...bueno si no puedes con este horario tengo este alto de Curriculum esperando...”, mientras señala una columna de carpetas desde el piso hasta el borde del escritorio. Entonces se demoran más de la cuenta en llegar a la casa, a la mediagua, para zambullirse en el televisor de chorrocientas pulgadas que se compró a miles de años en cuotas a futuro. Ese futuro que no termina nunca de pagar. El futuro no llega, se ha transformado en un eterno presente modelado por el pasado que nunca ha estado lejos, por más años que pasen. ¿Qué está más lejos el futuro o el pasado? El futuro no existe, no es claro. Al contrario, este es esquivo, incierto, feble. Ficticio, utópico, variable siempre variable a la voluntad de los gobiernos. El futuro está lleno de mentira y el pasado de certezas, al menos en este país en este sistema para nosotros, los más, los excluidos, los desaparecidos vivos que pululamos por las ciudades. Hoy, a diario nos traen del futuro el tongo de una Constitución, que más bien está “constituida” que no legislará para la masa y en cambio propondrá las penas del infierno para los que no acaten la “carta magna”. Pero se va alejando todos los días también, a pesar de las “endebles” intervenciones de los “elegidos” para corregirla o hacer la sugerencias necesarias para un país más equitativo (?). Porque ya está escrita por “expertos”. El resto somos todos weones o incapacitados para participar. Pero weones porque permitimos que nos traten como weones. Y entonces, los menos, los de siempre nos quedamos con el pasado en presente perpetuo. Aparentemente no nos queda más que esperar el “milagro”. El levantamiento espontáneo de la América morena, a que decida de una vez echarse a andar y que su marcha de gigantes no se detenga. ¿Aún tenemos patria ciudadanos? Sí, aún. Con todo en contra algunos siguen-seguimos contra la corriente, contra el marasmo, soliviantando una y otra vez al hermano rendido, a los indecisos, a los que se dejaron arrastrar por esta marea neoliberal, a los que creen que creen que están “acomodados” y que juran a pies juntos que están en primera fila. Blandiendo sus tarjetas de crédito -otrora fichas- cual espada libertadora. Siguen siendo fichas con colores y acuñamientos distintos, pero tienen el mismo dueño u origen. No podemos ir al futuro sin resarcir nuestro pasado. Tiene que tener salida este túnel, esta pesadilla. No podemos seguir dejando que la vida pase nos pase por encima. Aún no quiebran nuestro ánimo, aún seguimos de pie y hay que seguir con la dignidad más alta que la cordillera, con el orgullo de ser lo que somos, lo que fuimos y seguiremos siendo. Hay que seguir adelante con todas las fuerzas de la historia. Porque somos y seguiremos siendo enemigos del sistema, enemigos de los enemigos de la humanidad. Porque ya nos quitaron el pasado y no podemos dejar que nos arrebaten el futuro. Debe ser nuestro. Porque: La razón la tenemos. Con la fuerza venceremos. |
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