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jueves, 26 de octubre de 2023

Inflación: ¿de qué eres el nombre?

 

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Cuando la verdad sale de la boca de los poderosos las cosas se ponen serias. El mundo se debate desde hace algo más de un año con un fenómeno inflacionario que no se termina. POLITIKA publicó algunas notas al respecto, entre otras esta, y conviene refrescar la memoria porque dimos en el clavo. Quienes sufren con la inflación son los pringaos. ¿Podía ser de otro modo?


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Escribe Luis Casado


Servidor está asombrado, con dolor de tripa, boquiabierto, acojonado. Y no es para menos. Esperé algunos días para ver si había alguna reacción… ¡Qué nones! Nada, nichts, niente, rien, nothing o ничего такого (nichego takogo) como decimos en ruso ahora que está de moda. Peor aún, ya puestos, los economistas se liberan y cuentan la firme, se ponen deslenguados y no es para regocijarse.

No contentos con no saber lo que es la inflación, ni lo que la provoca si exceptuamos esa genialidad llamada Ley de la Oferta y la Demanda, los bancos centrales –cuya única tarea es precisamente luchar contra la inflación– disponen solo de un arma a la hora de hacerle frente: las tasas de interés. De ahí que la FED haya decidido subir las tasas a marcha forzada, eso ya lo sabías. Los demás bancos centrales –si exceptuamos a Japón, Turquía y Rusia– reaccionaron siguiendo el célebre adagio que dice “maricón el último” e hicieron lo mismo.

Oficialmente la FED sube las tasas para calmar las ansias de inversión, de producción, de venta y de lucro, sabiendo como sabe que según la Ley de la Oferta y la Demanda si los precios suben, sube la oferta. ¿Me sigues?

Altas tasas de interés hacen dudar a los amantes del riesgo, empresarios o benefactores de la Humanidad, que saben que para pagar los créditos necesarios están obligados a obtener mayores tasas de lucro o bien reducir la rentabilidad.

Súbitamente la pendiente se pone cuesta arriba, morigerando los impulsos productivos. A eso le llaman ponerle paños fríos a la economía, y la inflación, obediente como es, regresa a su chiquero. En fin, eso es lo que cuentan oficialmente.

La realidad es muy diferente. El primero en rajarse con la firme fue Jerome Powell, el presidente de la FED. Eso fue lo que me tiró de espaldas: si los presidentes de los bancos centrales –los economistas– se ponen a contar la verdad ¿adonde vamos ir a parar? He aquí lo que declaró Jerome el 21 de septiembre pasado:

Para luchar contra la inflación "Necesitamos aumentar el desempleo”.

En una conferencia de prensa Powell estimó que hay que crecer menos, a un ritmo más lento, para traer la inflación a su nivel de antes de la crisis. De tal manera que las tasas de interés seguirán subiendo, con el fin de disuadir la inversión, y es más que probable que la FED vuelva a subirlas antes de fin de año.

“No hay un método indoloro” (¿indoloro para quién?) dijo Powell y agregó:

"Pensamos que para hacer bajar la inflación, hay que ralentizar el mercado del trabajo (léase más desempleo) y tener un crecimiento por debajo del potencial.” Y terminó con estas bellas palabras:

"Necesitamos un aumento del desempleo, ralentizar el mercado.”

Curiosamente, la FED es el único banco central en el mundo cuya misión no se limita a la lucha contra la inflación: sus estatutos también le ordenan facilitar el pleno empleo. He aquí que el presidente de la FED se pasa por la costura del perineo lo que le ordenan la Ley y la Constitución de los EEUU, el tema se pone interesante.

En ese momento, incrédulo, fui hasta pensar que Jerome Powell estaba en pedo, viviendo la curda de su vida y, ya puesto, se cagaba en la teoría económica, los santos evangelios que son más o menos lo mismo, y la madre que parió al fundador de la FED el 23 de diciembre de 1913.

No obstante, en Europa apareció otro genio diciendo exactamente lo mismo: Patrick Artus. Patrick es consejero económico de Natixis, potente grupo financiero francés, y un gurú frecuentemente citado por la prensa financiera. “Lo dijo Patrick Artus” es una frase definitiva, que evita toda discusión mal venida.

Patrick Artus, no queriendo ser menos, desacralizó a su vez el dogma que enseñan en las escuelas de Economía al afirmar:

“Para hacer bajar la inflación, hay que hacer subir el desempleo”.

Mejor aun, Patrick estima que los bancos centrales estaban mirando para el otro lado, por lo que no vieron venir la inflación y tardaron en subir las tasas de interés. Por eso aconseja subirlas más y más rápido, para crear desempleo, parar el crecimiento y de ese modo controlar la inflación. Así como se lee.

Esto me recuerda a los economistas que aseguran que los bancos centrales luchan contra la inflación para proteger el poder adquisitivo de los más pobres. Que te quede claro: los bancos centrales del mundo, que reúnen a los representantes del riquerío planetario, luchan contra la inflación… ¡para proteger a los pringaos!

El cinismo y la hipocresía en su máxima expresión.

Sin embargo la verdad es simple como una de tus manos: según la ya citada Ley de la Oferta y la Demanda, si baja la demanda… ¡bajan los precios! De modo que si sube el desempleo, baja el poder adquisitivo agregado, ergo baja la demanda, y por consiguiente desaparece la inflación. ¿No es linda la teoría económica?

En esa estábamos cuando alguien superó con creces el record de la sinceridad… haciendo la pregunta del millón:

“¿Hay que luchar realmente contra la inflación?”

Jean-Marc Vittori, editorialista de la principal publicación financiera francesa, el diario Les Échos, plantea dos interrogantes que merecen el desvío:

“Los banqueros centrales estiman que la inflación debe ser controlada porque golpea más duramente a los pobres. Pero no es tan evidente. Porqué entonces hay que luchar contra la inflación?”

Justamente. Yo sostengo que la inflación es una herramienta como otra. Le ha servido a muchos gobiernos para hacer desaparecer la deuda pública sin pagarla (EEUU y Francia, por ejemplo), y siempre hay que considerarla a la hora de definir una política crediticia.

Así, una política que facilita el acceso a la propiedad de una vivienda elimina la célebre UF. Los precios se pactan en pesos, de modo que el crédito a pagar se reduce significativamente gracias a la inflación. Si a eso le agregas la indexación de salarios (salarios pactados en UF), los miserables ven aumentar su poder adquisitivo al mismo tiempo que se desendeudan. No sueñes: en Chile es exactamente al revés.

Ahora bien, si los bancos centrales luchan contra la inflación es porque hay que proteger la fortuna y el patrimonio de los privilegiados. Proteger además el valor de los créditos, o sea el negocio.

No por nada la FED inventó un índice muy apañado: el not accelerating inflation rate of unemployment, NAIRU para los amigos, o sea la tasa de desempleo que no acelera la inflación (véase Luis Casado: El neoliberalismo y los 40 ladrones).

Como se ve, contrariamente a lo que afirman los economistas y los bancos centrales, los trabajadores y el empleo no son sino una variable de ajuste. Si para controlar la inflación hay que enviar millones de trabajadores al paro, la cesantía, el desempleo y la miseria… ¡pos eso!

No lo digo yo. Lo dice Jerome Powell, presidente del banco central de los EEUU:

"Pensamos que para hacer bajar la inflación… Necesitamos un aumento del desempleo”

Dios lo guarde…

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