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lunes, 15 de agosto de 2022

Opinión No podemos esperar 132 años

 Por: Priscila González Yáñez | Publicado: 15.08.2022

No podemos esperar 132 años| Agencia Uno
¿Con la nueva Constitución cambiará todo de la noche a la mañana? Probablemente será un camino por recorrer, pero con un destino más claro y con mejores reglas del juego. Y sin duda ese camino tomará menos de los 132 años que estamos destinadas a recorrer si no incorporamos la perspectiva de género en todas las esferas de nuestra vida.

La igualdad entre hombres y mujeres en las esferas económica, política, educativa y sanitaria podría alcanzarse en 132 años al ritmo de cambio actual, según el último informe sobre brechas de género del Foro Económico Mundial.

¿Pero qué significan 132 años? Significa que ninguna mujer de hoy, absolutamente ninguna, vivirá en una sociedad con igualdad de oportunidades. De hecho, el escenario es aún peor: las niñas del futuro –las que nazcan en las próximas décadas– tampoco conocerán lo que es vivir en una sociedad igualitaria; ellas llegarán a un mundo cuyas reglas sociales implican una desventaja para todas sólo por el hecho de ser niñas. Ellas estarán predestinadas a estar sub representadas en los espacios de poder y toma de decisiones, a destinar el doble del tiempo al trabajo no remunerado que los hombres; a tener menos tiempo libre y de ocio; serán más propensas a ser víctimas de violencia y acoso; y vivirán en una sociedad plagada de estereotipos de género.

El diagnóstico es claro, lo que necesitamos con urgencia es acordar la solución. Para ello ONU Mujeres sugiere incorporar la perspectiva de género en las políticas públicas, pero ¿qué es la perspectiva de género? Esta es simplemente una estrategia para promover la igualdad de género en la sociedad.

En este sentido, la primera Convención Constitucional paritaria del mundo escribió una Constitución que integra la perspectiva de género en los pilares de la democracia chilena y en cada uno de los derechos sociales que consagra. La propuesta plantea cinco focos de cambios fundamentales.

Primero: concibe a Chile “como una democracia inclusiva y paritaria”. El texto plantea que el Estado deberá promover una sociedad en la que hombres, mujeres y diversidades y disidencias sexuales y de género participemos en condiciones de igualdad. Y esto no se queda en una simple declaración: el texto mandata a los poderes y órganos del Estado a adecuar la legislación, las instituciones y los marcos normativos con el fin de alcanzar la igualdad de género y la paridad.

Segundo: consagra la representación paritaria en todas las instituciones públicas. Esto en la práctica significa que hombres y mujeres estaremos igualmente representados en los espacios donde se toman las decisiones más importantes sobre las políticas públicas que inciden en nuestras vidas. Hasta ahora, los espacios de decisión estratégicos son liderados en su mayoría por hombres. Las mujeres sólo ocupamos el 10,5% de los directorios, el 17% de las alcaldías, y el 35,5% de los escaños de la Cámara de Diputados, por nombrar algunos espacios.

Tercero: la propuesta constitucional integra la perspectiva de género en la definición de distintos derechos sociales como educación, salud, vivienda y trabajo. Por ejemplo, sobre este último aspecto el texto mandata al Estado a que promueva la corresponsabilidad social y de género y a que implemente mecanismos para la redistribución del trabajo doméstico y de cuidados, trabajo que hoy realizan casi exclusivamente mujeres. Recordemos que la pandemia sanitaria visibilizó otra pandemia, la del “hombre cero”. ¿Cuáles son los síntomas de esta pandemia? El 38% de los hombres dedica 0 horas semanales a realizar tareas domésticas, el 71% dedica 0 horas al acompañamiento de sus hijos e hijas en tareas escolares, y un 57% de ellos destina 0 horas al cuidado de niñas y niños (según un estudio de Centro UC de Encuestas y Estudios Longitudinales, en conjunto con ONU Mujeres y el Ministerio de la Mujer).

En definitiva, esta propuesta constitucional, redactada en paridad por mujeres y con enfoque de género, busca terminar con la pandemia del “hombre cero”. Como señaló hace más de 100 años la activista británica Emmeline Pankhurst: “Si las mujeres hubieran participado en la redacción de las leyes, ¿no creen que hubieran encontrado la forma que todos los padres de esos niños fueran responsables del bienestar de sus hijos en la misma medida que las madres?”.

Asimismo, en lo relativo a la educación, la propuesta constitucional propone que el sistema educativo incorpore el enfoque de género y tenga un carácter no sexista. Además, consagra el derecho a una educación sexual integral que erradique los estereotipos de género y que prevenga la violencia de género y sexual. ¿Por qué es tan importante una educación que erradique los estereotipos de género? Porque hay que cortar la reproducción de los estereotipos desde la raíz. Los adultos nos podemos deconstruir (lo cual no es fácil), pero los niños tienen que crecer aprendiendo que niñas y niños son iguales, que acosar no es un derecho, que los niños no tienen derechos sobre los cuerpos de las niñas, que todos y todas, sin importar sexo y género, deben tener las mismas oportunidades. No podemos seguir enseñándoles a nuestras niñas a defenderse: tenemos que enseñar de manera sistémica a niños y niñas a no agredir.

Cuarto: la propuesta incorpora los derechos sexuales y reproductivos. Esto significa: “el derecho a decidir de forma libre, autónoma e informada sobre el propio cuerpo, sobre el ejercicio de la sexualidad, la reproducción, el placer y la anticoncepción”. Asimismo, consagra el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo, así como a un parto y una maternidad protegida.

Y quinto: la propuesta incorpora la perspectiva de género en los sistemas de justicia. Esto es en la orgánica de las instituciones y en la forma de proceder y sentenciar.

En todo lo anterior y mucho más se traduce una Constitución con perspectiva de género. La situación de desigualdad de género es tan crítica que se requiere una “cirugía mayor” a nuestro modelo social. No sirven medidas aisladas para acelerar significativamente el cambio: se necesitan políticas estructurales e interseccionales para cambiar el paradigma, y la Carta Magna propuesta hace un esfuerzo importante para ello.

¿Con la nueva Constitución cambiará todo de la noche a la mañana? Probablemente será un camino por recorrer, pero con un destino más claro y con mejores reglas del juego. Y sin duda ese camino tomará menos de los 132 años que estamos destinadas a recorrer si no incorporamos la perspectiva de género en todas las esferas de nuestra vida.

Priscila González Yáñez
Periodista, máster en Políticas Públicas y Sociales.

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