Vistas de página en total

jueves, 25 de agosto de 2022

POLÍTICA Gabriel Boric suma a un nuevo preso político con la detención de Héctor Llaitul

    

Una vez más es detenido y acusado el líder mapuche Héctor Llaitul, de la Coordinadora Arauco Malleco (CAM).

Apresado en Cañete, región del Bío Bío, se le acusa de un supuesto «hurto de madera» y por la «Ley de Seguridad Interior del Estado», por una investigación que se inició en 2020, según la PDI y la Fiscalía de La Araucanía, ante una denuncia presentada por el anterior gobierno presidido por Sebastián Piñera.

Fueron funcionarios de la Policía de Investigaciones (PDI) quienes detuvieron este miércoles al líder de la Coordinadora Arauco Malleco.

Según la información suministrada por Investigaciones, Llaitul es acusado de «hurto de madera», «usurpación» y «atentado contra la autoridad».

«Detuvieron a Héctor Llaitul y lo acusan de un supuesto robo de madera. Lo consiguieron: todo un Estado trabajando para la derecha, para APRA, para los Matte, para los Angelini, y para las mafias de verde y azul que lucran con ese negocio. El tema es cómo hoy la «izquierda» acepta todo lo que le reprochaba a Sebastián Piñera. Si esto hubiese ocurrido un año antes, estarían quemando Chile… Tienen a un violador de Derechos Humanos como aliado de su Presidente, y guardan silencio… Pero cuando se trata de Llaitul., saltan todos a justificar su detención», advierte el periodista de La Voz de los que sobran y de Muros y Resistencia Daniel Labbé Yáñez.

«La persecución política del gobierno de Boric a la lucha mapuche autonomista, es un guiño al empresariado y sus capitales, que usurpan territorio, recursos naturales y destruyen ecosistemas», informa Prensa OPAL.

«Nuestra gente no es terrorista, menos narcoterrorista, nuestra gente es mapuche», dice Héctor Llaitul.

«Como en toda maniobra de persecución política por parte de un estado; las policías, los medios, las fiscalías, actúan coordinadamente para deslegitimar y criminalizar las luchas de un pueblo que reclama por los derechos ancestrales arrebatados por siglos de dominación. Ya se ha demostrado que la Fiscalía es un órgano de persecución política de la disidencia -los presos del estallido son el mejor ejemplo-, revelando su mediocre y vergonzoso desempeño, incluso persiguiendo a los comunicadores populares», agrega Prensa OPAL.

Fue el 1º de diciembre de 1997, cuando un grupo de weichafe efectuó la primera acción de sabotaje contra camiones forestales que reivindicó la CAM.

Héctor Llaitul Carrillanca ha advertido desde hace años que «el escenario actual en el que se desenvuelve el conflicto mapuche es de guerra… Hacemos frente a una tercera invasión».

«Los inicios de la CAM tienen una explicación política, histórica, y una más concreta. Hace veinte años, la causa mapuche se desenvolvía principalmente con reivindicaciones de tipo economicista, en el marco de lo que es el colonialismo que sufre nuestro pueblo. Básicamente, solicitar proyectos, ayuda técnica, para superar las condiciones de pobreza en las comunidades mapuches; y otras reivindicaciones que se profundizan en el marco de los 500 años de la conquista-invasión. Nosotros, un grupo de mapuches no necesariamente muy ilustrados, sino más críticos, más politizados, algunos con participación en orgánicas anteriores de Izquierda, nos reunimos y empezamos a elaborar una mirada crítica, un diagnóstico más asertivo de la situación. Un diagnóstico más estructural de la situación de nuestro pueblo; no solo analizamos la historia, la violencia que venía sufriendo nuestra gente, o la memoria de lo que nos acontecía a partir de la ocupación de La Araucanía y el análisis del colonialismo, sino, concretamente hicimos un análisis económico, político, social del desarrollo del capitalismo en el territorio mapuche. Nuestra visión era desarrollar un planteamiento mucho más político para la causa mapuche. Hay un componente, tal vez, que marca la diferencia: nos hicimos cargo de la violencia política implementada por el Estado, no solamente de la represión o militarización que siempre hemos resistido como pueblo, sino también de la sujeción que tiene mucho de ribetes racistas, de intolerancia de parte del Estado. Y en ese marco, con un nuevo análisis y mayor desarrollo político empezamos las primeras acciones. Había un acto concreto de insubordinación de parte del movimiento que estábamos generando, para pasar a un antagonismo, concretamente contra el Estado, que era, de alguna manera, visto y representado como el enemigo que mantenía a nuestro pueblo en esa situación».

¿Capitalismo en el Wallmapu, forestales, represión y violencia…?

«La CAM se organiza y da continuidad a lo histórico del movimiento mapuche. Nos hacemos cargo de la violencia del Estado, de la sujeción que siempre ha sostenido contra nuestro pueblo, del desarrollo de una economía capitalista que nos avasalla y que genera contradicción. La generación mapuche que constituyó la CAM responde a la arremetida capitalista en el Wallmapu . Eso fue lo que generó puntos de inflexión, y prendió la llama. Las forestales arremeten contra las pocas tierras que tenían las comunidades, que nunca pudieron recuperar en los tiempos de Reforma Agraria, menos cuando vino el desarrollo capitalista a sangre y fuego con la dictadura, y que los posteriores gobiernos mantuvieron. Este capitalismo se sostiene también en los gobiernos concertacionistas, y eso agudizó la realidad que vivía nuestro pueblo con el Estado y un sistema que arremete con fuerza con sus procesos de inversión en contra de nuestras comunidades. Aquí hay un concepto que rescatar: ‘Acumulación por desposesión’, del economista David Harvey. Tiene mucha sintonía con lo que nosotros veníamos pensando… Esto de la ocupación y desposesión, es decir, el capitalismo que ya no requería solo de las tierras que poseía a raíz de la expoliación territorial, sino también requería desposeer a las comunidades para desde ahí obtener sus recursos: tierra y agua, y explotarlos con megaproyectos de inversión forestal, hidroeléctricas, mineras, en fin… Se agotaron las vías y, en definitiva, hubo que actuar… La acción directa aparece en escena, lo que se conoce como los ‘ataques incendiarios’, ‘sabotajes’, que a los medios de comunicación les gusta graficar, es hacernos cargo de la violencia política, de la violencia económica que ha generado el sistema, y el Estado en particular contra nuestro pueblo. Al hacernos cargo de la violencia, aparecen expresiones de violencia del movimiento mapuche. Pero hay otro tipo de expresiones: sabotajes menores, ocupaciones de predios, decir ¡ya basta a esta realidad que genera el exterminio de nuestro pueblo! La CAM no ha hablado nunca en términos grandilocuentes, ni ha elaborado proclamas o grandes documentos. La CAM habla con acciones directas».

 

 

¿Qué es la CAM hoy?

«Hablamos con una lucha concreta, una práctica política concreta; así se expresa la CAM. Reivindicamos la acción de Lumaco como una expresión de la CAM y de las comunidades que de alguna manera recogieron esos planteamientos. La primera quema de camiones forestales se dio en el marco de una reivindicación territorial y política para la reconstrucción del pueblo-nación mapuche. Eso es lo que planteamos para aparecer en el escenario sociopolítico. Pasar de la lucha culturalista y economicista, que era humillante, indignante, a una lucha de práctica política, una lucha eminentemente política, por derechos fundamentales de todo pueblo originario, derecho al territorio, a ejercer su autonomía. Por eso nos parece muy relevante el hito de Lumaco, porque ahí surge nuestra organización, producto de todas las expresiones concretas que tiene este escenario prácticamente de guerra de los Estados chileno y argentino en contra del movimiento mapuche.

Pero no de todo el pueblo mapuche, quiero dejarlo claro. Ni siquiera de todo el movimiento, sino que es un escenario de guerra de parte del Estado en contra de nosotros, en contra del movimiento mapuche autonomista, revolucionario, anticapitalista. Y ahí está la CAM. No accionamos contra agricultores, contra gente que tiene intereses pequeños, que también son explotados. La CAM lo planteó desde el inicio, por eso la primera quema de camiones fue contra Forestal Arauco, propiedad de Angelini, contra los grandes grupos económicos… La mayoría de los conflictos los sostenemos en contra de las forestales Mininco, Arauco, centrales hidroeléctricas, mineras…».

 

Por Arnaldo Pérez Guerra

Fuente: Liberación.cl

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores