Se escuchó decir a Gabriel que la marcha es lenta porque el camino es largo y también si el programa no se iba cumpliendo sería la calle la del orden.
Es verdad, la historia de Chile se ha construido de aquella manera, salvo durante la dictadura que instaló rápido el modelo para repartir entre sus adeptos empresas y materias primas como premio por haber estado al lado de los golpistas en la batalla contra el comunismo internacional.
Lento también fue el recorrido de Salvador Allende desde el año 1952 hasta 1970, pero jamás perdió el rumbo. Su preocupación fundamental eran los trabajadores, los hombres y las mujeres a quienes entregó la dignidad que jamás la derecha chilena concibió.
La izquierda siempre trabajó codo a codo con la CUT, los sindicatos de maestros y pescadores. Jamás rehuyó el diálogo con la aristocracia obrera instalada en el cobre. Se sumaba para infringir una derrota al capitalismo y por ende al imperialismo norteamericano.
La ENU fue discutida por alumnos y toda la comunidad educativa. Fue una batalla dura donde jamás se puso en peligro la educación particular. La iglesia tenía y tiene sus colegios, sus centros de adiestramiento a un elevado costo que los hace excluyentes. Sólo la clase dominante puede tener acceso a ellos, pero existe la libertad de educación, católica, apostólica, romana y evangélica.
Nada ha sido fácil en la lucha por mejorar las condiciones de las grandes mayorías. La derecha instalada en el parlamento y en los cuarteles han negado la sal y el agua. En todos los tiempos siempre se ha mirado y compartido los sueños y los compromisos con los trabajadores, con la alianza entre socialistas y comunista, ya en esos años. La alianza fundamental de la clase estará en estos dos partidos manifestó Allende.
Pero todo cambió desde 1990 hasta los tiempos actuales. La vieja clase política que se resistió a los cambios de los años setenta optó por el negacionismo. Los tiempos nuevos también es cierto que trajeron a nuevos actores dispuestos a dar con la misma intensidad la batallas por llegar.
Los tiempos actuales de cierta manera se parecen a los antiguos. Los mismos adversarios, pero esta vez con la presencia de la extrema derecha, el pinochetismo de cuerpo entero. Dejar establecido es que la herencia dictatorial fue apetecible para los viejos y que se convirtieron en administradores gustosos.
Duros han sido los golpes recibidos en los dos procesos eleccionarios. No es común que un gobierno se vea enfrentado a una situación tan compleja donde la derecha utilizó armas alejadas no sólo e la ética, sino un largo listado de mentiras y falsedades que hicieron efecto. Los medios de comunicación también se jugaron enteros para estas dos batallas. Finalmente, nada de lo que prometido fue cumplido, pero la mentira ya estaba instalada.
Con un poco más de un año de gobierno se han logrado dar pasos significativos y aquellos hay que reivindicarlos como obra de este gobierno. El fin del copago en el sistema de salud, las cuarenta horas que alejan cada vez más al hombre y la mujer de la esclavitud. Colocar el tema del Litio como asunto país.
Una lectura del programa de gobierno deja en evidencia que son profundas las tareas a cumplir porque fueron compromisos, por aquellas se pidió el voto y se prometió alcanzarlas. La derecha no las quiere, la niega y con ello cercena el futuro de millones de chilenos como es un nuevo y más justo sistema de pensiones.
Constituye un delito seguir prolongando el sistema de AFP que golpea duramente a millones cuando son unos cuantos los que de manera reiterada retiran miles de millones de pesos en beneficios que no son otro asunto que el asalto a los bolsillos delgados de la clase trabajadora.
Es la derecha la que se negó con sus votos para que el salario mínimo llegue a los $500.000 pesos cuando entre lo que gana un parlamentario y un obrero es veinte veces menor. Eso es la continuidad de la pobreza y la prolongación de la desigualdad. Bendiciones recibe el sistema de pensiones de las fuerzas armadas, de ese asunto se caya.
Estamos frente a un periodo delicado y complejo. La necesidad de una nueva constitución para Chile es asunto impostergable. Se colocó mucho esfuerzo para hacer posible un país con derechos, libre y profundamente democrático. Venció lo rancio que para llevar agua a su molino mintió descaradamente.
Cuando la extrema derecha grita que los vencidos no tiene nada que exigir, nada que proponer sencillamente porque son los vencedores los que escriben sus asuntos, entonces sabemos que hay que prepararse para batallas mayores, posiblemente esperar algunos años más para volver a insistir dada la urgencia de lo necesitado.
No hay que perderse. La extrema derecha, esa que tiene su nicho en votos y botas lustradas no dará tregua ni espacio para alguna alternativa. Su sectarismo, su postura negacionista seguirá manteniendo al país en el túnel, aunque tenemos la certeza que en algún momento podremos ve la luz.
Mal estibada está la carga del gobierno, duro es el fuego amigo cuando conocemos de qué cañón se dispara. La pólvora de SQM hace daño, deja obnubilado la pequeña parcela. Hace que en algunos momentos se haga necesario hacer un viaje a la farmacia. Nunca el insulto es bueno dentro de un gobierno que administra con dos almas, menos de una dirigente conocida en las alturas.
No hay duda que se necesita llegar al final del gobierno bien parado y digno, peo aquello necesita conocer bien quienes serán los compañeros de ruta. Hasta el momento los que no están no son necesarios, en el tarro limosnero no hay suficientes monedas. Fueron a buscar agua al centro y volvieron con sed. No sacaron a nadie y se convirtieron en unas cuantas voces que gritan que sin ellos el mundo se acaba. Que para vencer a la derecha y la extrema derecha son fundamentales.
Olvida Undurraga quien dijo que los extremos eran malos y ahora pide una silla para la foto. Será digno aceptar la definición de monos peludos y los compañeres de los que habló Piergentili. Caerá en el olvido las condenas que desde el partido radical cayeron sobre el gobierno por indultos. Se dejarán pasar las agresiones verbales del jefe de bancada del PDC, que algunos días después del triunfo de Gabriel andaba con una lista en la mano pidiendo pega para sus correligionarios.
No serán fáciles los tiempos que están por llegar para el gobierno.
Todo apunta a que el gobierno debe volver a mirar a la calle, a las organizaciones sociales, al movimiento estudiantil, al sector pesquero para una nueva ley de pesca. No es suficiente una hoja con firmas conocida, es más importante llenar las calles, volver al espíritu octubrista con las lecciones ya aprendida para que no salga gratis.
El gobierno tiene esas dos alternativas. O creer en la creación de un solo bloque con el que como máximo alcanza para espurias negociaciones o la calle, fuerte, vigorosa, valiente y que coloque las urgencias nuevamente en el camino para que ordene al gobierno.
Frente a estos dos caminos, lo que entrega más certeza es volver al abrigo de los que están dispuestos para impulsar y retomar una agenda transformadora para que no caiga en el olvido para gusto de la socialdemocracia, el reformismo y también para los revisionistas.
Por Pablo Varas
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