ven, ven conmigo, ven con todos
los que a ti se parecen, los más sencillos.
Ven, no sufras, ven conmigo,
porque aunque no lo sepas,
eso yo sí lo sé:
yo sé hacia dónde vamos, y es ésta la palabra:
no sufras porque ganaremos,
ganaremos nosotros, los más sencillos
ganaremos, aunque tú no lo creas,
ganaremos.
De “Oda al hombre sencillo”, Pablo Neruda
¿Como no escuchar en cada lucha las palabras del poeta?, ¿No es posible acaso extraer de cada párrafo, de cada verso, de cada trozo de vida escrita, las lecciones, las enseñanzas, la convicción que guíe nuestro trabajo diario?.
Seguramente las organizaciones nacieron después de un gran esfuerzo, convencidos sus gestores de que ganarían la batalla contra el abuso, contra el capital, la mentira, el oportunismo, el acomodo, contra todos los males insuflados por el sistema capitalista, males en los que muchos aún siguen cayendo. No importa. Ganaremos, es la certeza.
Lo que no escribió Pablo Neruda, o quizás si lo escribió y aún no lo encontramos entre tantas letras verdes, es que para ganar se requieren no solo los deseos y las convicciones - que son importantes pero insuficientes - sino por sobre todo fuerza real, activa y decidida, masa en ebullición permanente, grandes y poderosas organizaciones que acompañen al discurso y la proclama.
Compañeras, compañeros. No basta despreciar con claridad a quienes nos han humillado por centurias, ni siquiera escribirlo con todas su letras. Para detenerlos, arrinconarlos, derrotarlos, hace falta fuerza viva y activa, trabajadores y pueblo organizado y dispuesto, activistas que amalgamen correctamente la palabra con la acción, permanentemente en contacto con el pueblo, aprendiendo de los avances y retrocesos.
Cualquiera sea el sector donde se actúe, la formula será siempre la misma. Educar por que sin el conocimiento de la historia estaremos truncos. No lograremos conmover a los que se inician, si estos no saben como se ha construido. No los ganaremos para la causa popular por que por ahora tiene mas fuerza, mucha mas fuerza la maquinaria del consumo y la individualidad. O educamos o nos morimos.
Un pueblo educado, conciente, es capaz de construir organizaciones y luchar sin pausas por sus anhelos. Unos y otros, en esta gran familia popular que se estructura, irán dando forma al proyecto de sociedad que anhelan.
Proyecto que debe ser construido por todos, con respeto, poniendo atención a cada propuesta, moldeándola hasta que madure para luego aprobarla en un gran encuentro.
Más que nunca necesitamos romper el enorme muro de concreto construido por los dueños del capital y sus servidores, que lesionan gravemente, matan y quedan impunes e ignoran hasta sus mugrosas leyes, porque nadie los sanciona.
Aunque se sabe, lo reitero hasta aburrir. La conciencia de clase no se construye solo con declaraciones grandilocuentes, ni siquiera con marchas periódicas de cientos de miles, tampoco con acciones de poca monta que asustan más que motivan.
Y es que aún no está madura la cosa, aún no se rompe con el miedo, las llagas y los dolores que dejó la dictadura. Quienes quieren al pueblo deber ir con él y escucharlo
Hace algunos días y luego de un debate público entre sectores que difieren dentro del mismo movimiento, se puso termino a una larga paralización de los profesores.
Seamos claros. El gobierno no retiró el proyecto y el paro se bajó. Rabo y cola para el gobierno.
A sacar las lecciones y reiniciar el camino. El día en que TODOS los que están vinculados a la educación unan sus demandas en una sola petición, ese día el sistema temblará. Y esto aplica para todos.
Nos siguen matando.
Desde antes de Santa María que nos matan, cada vez que levantamos la cabeza y miramos de frente, arrojan sus disuasivos, dan de golpes y si pese a todo persistimos, corren bala y matan.
Y a pesar de eso no reaccionamos como corresponde.
Se amenazó al gobierno con un paro si se aprueba una reforma piñufla al Código del Trabajo que está en discusión, pero no se hizo ningún llamado cuando mataron a Nelson Quichillao.
Un ex dirigente sindical renuncia a un cargo que generosamente le entregó este gobierno. Se habla de dignidad y es probable que el involucrado se haya comportado dignamente, ¿pero que hizo antes, si pasaba lo mismo?.
¿Si renunció a su cargo porque mataron a Nelson ¿ por que aceptó la designación cuando ya habían muerto a Juan Pablo Jiménez y aún no hay responsables de ese asesinato? ¿No sabía que el trabajador forestal Rodrigo Cisternas también murió en una huelga por balas de carabineros?.
¿Ignoraba que Matías Catrileo fue muerto de un balazo en la espalda, que a Manuel Gutierrez lo asesinaron en una protesta en el 2011 a los 16 años y que Jose Huenante también de 16 años, está desaparecido en Puerto Montt desde septiembre del 2005?
No solo lo sabe él, lo saben todos. Los que rindieron las banderas hace tiempo y los que por acceder a espacios hasta hace poco vedados se han ido olvidando de la dignidad y la moral.
Como decían los viejos en la pobla y el sindicato. O somos o no somos.
No dudo que todos y cada uno de los que han estado y están al frente y junto a las luchas populares, lo hacen por convicciones profundas. Lo que cuesta entender es que algunos hayan mutado hacía un estado de cierta permisividad que parece impedirles hablar con franqueza y convicción, algo que les inhibe llamar mugre a la mugre.
Estas semanas los militantes del CIUS han seguido trabajando por llegar con su mensaje a los trabajadores. Un mensaje intransigente dirán algunos y sin embargo es el único camino. El que devolverá a los trabajadores la confianza en sus organizaciones.
Es que no hay nada que negociar, no hay reforma que valga cuando se niega a millones derechos humanos mínimos. Manténgase firme CIUS, no baje sus banderas, no vaya a instalarse en mesas que solo confunden, exija al Estado que asuma su obligación con los que poco o nada tienen.
Y usted que lee el Pulso intégrese a la lucha haciendo suya la invitación del CIUS y sus organizaciones.
REBELESE CONTRA EL SISTEMA.
MANUEL AHUMADA LILLO
Presidente C.G.T. CHILE
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