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lunes, 3 de agosto de 2015

Punto clave será el discurso de Bachelet

Cónclave oficialista: lo que se juega hoy la Nueva Mayoría

por  3 agosto 2015

En la alianza de Gobierno coinciden en que está en juego la gobernabilidad interna para que Bachelet pueda terminar bien su mandato, que lo que tiene que obtener hoy la Presidenta es el apoyo político real de los partidos a las decisiones de La Moneda en los próximos meses. Para ello, agregan, deben generarse los espacios adecuados para canalizar las diferencias internas y evitar, así, episodios complejos e innecesarios como lo sucedido el 22 de julio, cuando algunos diputados del oficialismo tanto en la comisión como en la Sala votaron en contra o se abstuvieron de respaldar el proyecto de carrera docente.

Nadie más que La Moneda tiene plena conciencia de lo que está en juego en la cita cumbre que hoy convocará a todo el oficialismo, desde la Presidenta Michelle Bachelet hasta el último de los parlamentarios: generar el punto de inflexión necesario para poder terminar bien el actual Gobierno, con niveles relativos de orden político interno, cumpliendo la hoja de ruta acotada que se definirá del programa y aspirar con ello a un repunte en el apoyo ciudadano, tanto de la Mandataria como de la Nueva Mayoría. Pero, como dicen por ahí, el papel resiste mucho y existe el riesgo de que en este cónclave, a pesar de los discursos, declaraciones y compromisos públicos que se escucharán, no se modifiquen los problemas de fondo entre la coalición y el Gobierno, por lo que la administración bacheletista podría seguir navegando en aguas turbulentas sin llegar a puerto.
Será la Presidenta Bachelet quien marque el punto de partida del cónclave en el Estadio El Llano a las 15:00 horas. Un discurso que ha sido elaborado con cuidado, minuciosamente, durante días, por la propia Mandataria con su círculo más estrecho en estos días: su jefa de gabinete, Ana Lya Uriarte, y el director de políticas públicas de la presidencia, Pedro Guell. Es que sus palabras marcarán el tono, el clima y los márgenes del debate programático, porque es en ese momento en que finalmente se aterrizará el famoso “realismo sin renuncia” del que habló en el último consejo de gabinete extraordinario de hace 15 días, que trata de compaginar un escenario económico estancado con una constricción de las expectativas ciudadanas de lo que realmente se realizará de aquí a marzo del 2018.
En la Nueva Mayoría coinciden en que está en juego la gobernabilidad interna para que Bachelet pueda terminar bien su mandato, que lo que tiene que obtener hoy la Presidenta es el apoyo político real de los partidos a las decisiones de La Moneda los próximos meses. Para ello, agregan, se deben generar los espacios adecuados para canalizar las diferencias internas y evitar, así, episodios complejos e innecesarios como lo sucedido el 22 de julio, cuando algunos diputados del oficialismo, tanto en la comisión como en la Sala, votaron en contra o se abstuvieron de respaldar el proyecto de carrera docente, uno de los temas de la reforma emblemática. Un episodio que en la coalición y en La Moneda se consideró de extrema gravedad política, porque implicó que parlamentarios propios votaron abiertamente contra la Presidenta Bachelet y que el Gobierno, a pesar de su mal momento, aún no daba señales de entender que debía cambiar la forma de hacer las cosas con sus partidos.
No es menor lo que plantean desde la Nueva Mayoría, considerando que ese apoyo político era fácil de obtener e imponer desde La Moneda, cuando era válido el argumento de que Bachelet era la que había tenido el 62% de los votos y marcaba más del 50% en las encuestas, respecto a que fue así que se impusieron muchas cosas durante el primer año de mandato. “Antes bastaba solo un chasquido, eso ya no es así, la Presidenta tiene que reafirmar su liderazgo hoy”, agregó otro dirigente de la Nueva Mayoría.
Se suma un Gobierno que en general está débil, con un bajo rendimiento en las encuestas, con autoridades poco conocidas por la gente, que es cuestionado por falencias en la gestión política y sectorial, criticado por no comunicar bien los logros realizados, que ha sido incapaz de dar la sensación real a la ciudadanía de avances o mejoras concretas en su calidad de vida, en su cotidianeidad.
Estos factores son caldo de cultivo para el llamado “discolaje”, más aún cuando en la práctica quedan seis meses reales de trabajo político sin que las decisiones y acciones sean medidas por las elecciones municipales de octubre del próximo año y las parlamentarias –las primeras sin sistema binominal– del 2017. “A medida que avancen los meses el Gobierno, cada vez va a mandar menos y, por lo tanto, debe asegurarse hoy el apoyo político de los partidos, el compromiso real de estos”, agregó un parlamentario PS.
“El problema hasta ahora es que no había espacios de diálogo político reales. Poner de verdad el acento en el trabajo prelegislativo, así se le dará orden y sustento a la agenda, no con disciplina por mera disciplina”, precisó el timonel de PR, Ernesto Velasco.
Fueron muchas las reuniones de toda índole de ministros con parlamentarios, directivas de partidos, secretarios generales, una y otra vez, para preparar en contenidos y metodología la reunión de hoy, escuchar la opinión de sus colectividades, las sugerencias y temas relevantes, lo que contribuyó –reconocen– a mejorar el clima interno que había en las huestes de la Nueva Mayoría, que no era de los mejores. Un despliegue de conversaciones que encabezó el comité político hasta último minuto, considerando que hasta el domingo en la noche hubo encuentros para afinar posturas, ya que los ministros se reunieron con los jefes de las bancadas a las 20:00 horas. Es que en los resultados de este cónclave –acotan desde La Moneda– “se juega la vida o la muerte el comité político, el todo por el todo y no tienen espacio para fallar”.
Para amarar ese acuerdo político sólido, que efectivamente haga viable la hoja de ruta que se acordará hoy, La Moneda sí o sí –sentencian diversos diagnósticos desde la Nueva Mayoría– deberá ceder cuotas de poder y empezar de una vez a compartir la gestión con los partidos de su coalición, de lo contrario, nada cambiará.
“O se produce la inflexión realmente a partir de esta reunión o simplemente se empieza a desmoronar la coalición”, sentenció un parlamentario PS. “Los partidos piden ser escuchados y si la Presidenta hace eso, tendrá la unidad mínima que requerirá para tener gobernabilidad interna los próximos meses”, precisaron desde la DC
La Moneda ha dado estos días señales previas concretas. Fueron muchas las reuniones de toda índole de ministros con parlamentarios, directivas de partidos, secretarios generales, una y otra vez, para preparar en contenidos y metodología la reunión de hoy, escuchar la opinión de sus colectividades, las sugerencias y temas relevantes, lo que contribuyó –reconocen– a mejorar el clima interno que había en las huestes de la Nueva Mayoría, que no era de los mejores. Un despliegue de conversaciones que encabezó el comité político hasta último minuto, considerando que hasta el domingo en la noche hubo encuentros para afinar posturas, ya que los ministros se reunieron con los jefes de las bancadas a las 20:00 horas. Es que en los resultados de este cónclave –acotan desde La Moneda– “se juega la vida o la muerte el comité político, el todo por el todo y no tienen espacio para fallar”.

La nueva carta

En el oficialismo existen muchas interrogantes programáticas que, se espera, sean resueltas en la jornada de hoy. No por nada se calcula que el cónclave se alargue más allá de las 22:00 horas, porque tendrán espacio para hablar los timoneles de cada colectividad, los presidentes del Senado y la Cámara de Diputados, un par de parlamentarios por colectividad y los ministros.
Si bien está claro que en la hoja de ruta el tema de la reactivación económica es el primero de la lista, desde la Nueva Mayoría insisten en que la agenda de probidad debe ser despachada antes de fin de año como una forma de tratar de recuperar algo de credibilidad a ojos de la gente, no transar la reforma educacional y laboral, pero además reforzar la gestión en salud y seguridad ciudadana, dos ámbitos clave para que la opinión pública palpe logros concretos. “Si los efectos de la reforma educacional son a largo y mediano plazo, bueno, que se pinten los colegios, que se arreglen instalaciones; si no habrá reforma al sistema de pensiones, algo por pequeño que sea debemos hacer en esta área”, precisó un diputado.
Consideran que eso es clave para poder pensar en una proyección real del oficialismo, algo de lo que no hay muchas certezas reales en las huestes de la Nueva Mayoría. Dirigentes y parlamentarios concuerdan en que hasta hoy nadie puede decir que está asegurada la continuidad de la coalición más allá de la administración bacheletista, un punto clave para que se piense desarrollar aspectos del programa de reformas que efectivamente quedarán en el camino, como la nueva Constitución. “Después de este cónclave se sabrá si somos un verdadero pacto programático o solo un acuerdo electoral con fecha de término”, sentenció un timonel de la NM.
La definición programática que contenga la hoja de ruta será gravitante en este escenario, porque se debe evitar que la renuncia no lleve a los sectores más de izquierda de la Nueva Mayoría a la puerta de salida de la coalición, por considerar que no tiene sentido apoyar un programa que se deshizo en el camino y, por otra, que el partido del orden y su conservadurismo no arrasen con todas las promesas de campaña. Un punto intermedio, afirman en la coalición, entre el voluntarismo de la retroexcavadora y la mirada conservadora de los que, más que reformas, buscan solo matices.
Desde La Moneda precisan que lo que está en juego es “la coherencia” de todo el Gobierno, porque fue la propia Bachelet la que ya en su discurso del 21 de mayo comenzó a aterrizar el programa a una mirada más realista, a lo que realmente se podía hacer y asumir frente al país lo que no se podrá cumplir, aunque lo haya prometido en la campaña. Desde ese momento, recalcan en el Gobierno, comenzó toda la rectificación de la carta de navegación política de la administración bacheletista, de la cual la Mandataria no puede desdecirse ahora, por más que ella en su fuero personal comulgue más con la tesis de la retroexcavadora que con la moderación.
El jefe de la bancada del PS, Manuel Monsalve, dijo ayer que el éxito del cónclave pasa por tres elementos: respaldo a la Presidenta, sellar la unidad al interior de la coalición de Gobierno y cumplir con las reformas estructurales a través de un nuevo trato social.
En Palacio manifiestan que por muy baja que esté en las encuestas, la Presidenta mantiene su carisma, su capacidad de aglutinar a su alrededor, de comprometer a las personas, no por nada desde hace semanas que La Moneda ha desempolvado el formato y discurso de las actividades en terreno con un fuerte sello social, el mismo que aplicó el año 2008 en su primer mandato y que la ayudó a salir a flote en el apoyo ciudadano.
Eso y el nuevo trato al que la Presidenta se comprometería con los partidos, deberían ayudar a que la Nueva Mayoría no solo se ponga para la foto y firme el compromiso sino que, a la hora de la verdad los próximos meses, también le dé los votos en el Congreso a Bachelet.

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