Durante un año las convencionales y los convencionales constituyentes lograron concluir la tarea de escribir el borrador de una propuesta de Nueva Constitución, cumpliendo disciplinadamente con los plazos y marcos legislativos institucionales derivados del Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución.
Acatando la regla de los 2/3 y dejando fuera de toda discusión los tratados comerciales internacionales fueron acordando el articulado que quedó plasmado y armonizado en el texto constitucional, que copiosa y gratuitamente se reparte en estos momentos en distintos lugares de nuestro país con el objeto, manifiestan las autoridades, de que la ciudadanía lo lea y analice para poder así acudir informada a votar en el Plebiscito de Salida del próximo 4 de septiembre. Un detalle menor lo constituye el hecho de que la impresión de dicho texto fue encargada por el gobierno en forma directa a una imprenta del diario El Mercurio.
Los “cocineros y las cocineras” convencionales constituyentes se preocuparon de rechazar y dejar fuera del texto constitucional iniciativas populares de norma tan significativas como la nacionalización de las riquezas naturales, especialmente el cobre y litio, dos importantes elementos que podrían haber aportado los recursos económicos necesarios para llevar a la práctica la concreción de los derechos sociales escritos en el texto, los que de esta manera terminarán solo como palabras de buenas intenciones o letra muerta.
No contentos ni contentas con estas importantísimas limitaciones, que impiden el publicitado “desmantelamiento” del modelo neoliberal enarbolado como bandera de lucha por muchas y muchos de los Convencionales constituyentes, la “cocina convencional” se preocupó de preparar un deslavado menú con la dictación de las Normas Transitorias, que dejan en las manos del actual Parlamento el borrador de la Nueva Constitución, Parlamento que permanecerá en pleno ejercicio hasta el año 2026. Será entonces este instrumento institucional del sistema de dominación imperante el encargado de comenzar a redactar y adecuar el texto constitucional con las leyes elaboradas con dicho objetivo.
Terminada la labor de la Convención Constitucional la maquinaria política institucional se puso rápidamente en movimiento en esta nueva etapa o coyuntura, tomando en sus manos las riendas del proceso constituyente y, en la práctica, han ido transformado el proceso constitucional independiente en una verdadera convención mixta o exclusivamente parlamentaria con la activa y protagonista participación de la clase política institucional la que, junto a los poderes fácticos, los medios de comunicación tradicional, las redes sociales y algunos medios de comunicación alternativos, han desplegado una inteligente y eficaz campaña para instalar en la ciudadanía la idea fuerza de que cualquiera que sea el resultado del Plebiscito del próximo 4 de septiembre, será necesario realizar reformas sustantivas al texto constitucional escrito por los 154 convencionales constituyentes electos para tal efecto.
El gobierno de Boric y sus más cercanos colaboradores se han convertido en especialistas de las volteretas políticas “republicanas” –argumentando flexibilidad política basada en la lectura de la realidad impuesta desde las esferas del poder- para paulatinamente ir asumiendo esta “idea fuerza” de reformar sí o sí, ya sea que se apruebe o se rechace el borrador de la Nueva Constitución.
La maquiavélica maestría e inteligencia para mover las piezas de la clase política institucional ha dado sus frutos y cada día posee más elementos a su disposición para el buen funcionamiento de la “cocina política” en marcha, donde se cocinará a fuego lento el plato que mejor obedezca a sus propios intereses y al sistema de dominación capitalista en su versión neoliberal imperante en nuestro país, el cual, no solo seguirá adelante con un nuevo maquillaje, sino que saldrá fortalecido puesto que será respaldado por una “gran participación ciudadana” debido a que en esta votación del Plebiscito de Salida del 4 de septiembre próximo se determinó la obligatoriedad del voto.
En este camino institucional la locomotora está siendo conducida, una vez más, por la otrora repudiada clase política, y en este tren institucional los sectores rebeldes que se plegaron con entusiasmo a este proceso constituyente derivado del Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución, aceptando y acatando las normas y el marco definido desde las esferas del poder, continuarán transitando por este enrielado camino institucional sentados dócilmente en el vagón de cola al que han sido relegados, alejados de todo poder de intervención y decisión.
Mientras día a día se le agregan nuevos ingredientes al “charquicán político institucional” para cocinar de la mejor manera el texto constitucional, en territorio mapuche el gobierno sigue incrementando la militarización, implementando por cuarta vez consecutiva el Estado de Excepción Constitucional para reforzar con las Fuerzas Armadas el accionar represivo en el Wallmapu, dando cuenta de esta manera que la propagandeada propuesta del “buen vivir” es solo una consigna más para dejar tranquilas sus conciencias plurinacionales y a los sectores indígenas que participan de los procesos institucionales implementados por el gobierno de Boric, sus colaboradores y las coaliciones políticas Apruebo Dignidad y Socialismo Democrático que lo acompañan.
La desabrida cazuela vegana convencional preparada en forma paritaria, diversa y con algunos condimentos ancestrales, se está transformando en un sabroso charquicán preparado con la maestría culinaria de los cocineros y las cocineras políticas tradicionales junto al poder dominante institucional.
Así, con esta idea fuerza instalada, lenta y vigorosamente va tomando cuerpo y sabor para la ciudadanía de a pie que las dos opciones presentes en la papeleta del menú del 4 de septiembre próximo, el “Apruebo/Rechazo”, de acuerdo a la cocina política que se está implementando, darán lo mismo en este caso.
Guillermo Correa Camiroaga, Valparaíso 4 agosto 2022
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