A la niñata de la derecha se le soltaron las trenzas. Desde hace meses, anda por ahí llorisqueando, al comprobar cómo crece el Apruebo a la nueva Constitución y se hunde el rechazo. “Traigamos a los Vargas Llosa a apuntalar nuestra opción libertaria”, alega un senador, que jamás ha leído a estos vendedores de mentiras. A los miembros de la derecha, como nadie los puede criticar, o tratar de malcriados o infelices, se ofendieron al escuchar la intervención de Izkia Siches. Ella expresó en el Congreso: “Los problemas no partieron el 11 de marzo, ni para la delincuencia, ni para la migración, y mucho menos para La Araucanía. Donde los últimos 4 años, y esto lo quiero recalcar, porque parece que a algunos se les olvidó, se pegaron en la cabeza, o realmente pareciera que todo partió desde cero”. Palabras certeras y valientes, destinadas a denunciar la inoperancia del gobierno de Sebastián Piñera, es decir de la oligarquía y los intereses de la banca internacional.
“Nos dijo que nos pegamos en la cabeza”, gimió un parlamentario, empleado de la oligarquía, cuyo abuelo llegó a Chile desde el sur de Europa, huyendo del hambre y la guerra. Otro de sus colegas, que blanqueó su apellido, recordó que, durante el año pasado, Izkia Siches los había tratado de infelices y la obligaron a retractarse. Ella se disculpó, sin embargo, no debió hacerlo. En un gesto de armonía, se abrió al diálogo, hacia quienes jamás lo hacen, pues están acostumbrados a mandar, o que otros los manden. Si los acusetes se hubiesen tomado la molestia de buscar en el diccionario el significado de infelices, no habrían escalado la batahola. ¿O lo sabían y se hicieron las víctimas, para causar compasión? Infeliz, significa: “De suerte adversa, no feliz. Bondadosos o apocado”.
En medio de su confusión, la tropilla de parlamentarios de derecha, acostumbrada al halago, sintieron que pegarse en la cabeza, constituye un flagrante ultraje. “Nos ha ofendido”, gimió un diputado, a quien motejan el tonto. Otro de sus colegas, que proviene del medio pelo arribista, y muchos suponen que es un infiltrado, expresó: “Debemos querellarnos, pues se ha ofendido nuestra dignidad de patrones”. Quiso decir de asalariados, pero a tiempo se contuvo. Se sabe que estos donceles se golpean el pecho, mientras oran y se flagelan en los ratos de holganza, utilizando un cilicio. De ahí, habría surgido su malestar. Cualquiera los entiende en su devota desesperación.
Al comprobar, cómo el Apruebo crece y el Rechazo se debilita, han desplegado una suerte de estrategia, dirigida a sentirse víctimas de cualquier hecho. Hablan del arribo del caos, si la nueva Constitución se aprueba. “Dios creó un mundo entre ricos y pobres, para estimular la competencia”, alega un escribidor, acostumbrado a redactar panegíricos a sus patrones. La escenificación en el Congreso, provocada por esta derecha patrañera, aprovechando la presencia de Izkia Siches en el lugar, no fue casualidad.
En otras circunstancias, las expresiones de la Ministra del Interior, habrían arrancado risas. A esta derecha, servil de la oligarquía, que en realidad son sus padres, de nada les ha servido el apoyo de los amarillos. De escribidores a centavo la cuartilla o carcamales, restos de dinosaurios, que empiezan a descubrirse en Chile. Dominados por el miedo a perder en el Plebiscito del 4 de septiembre, es decir sus privilegios, afanados buscan la confrontación e inventan patrañas. En sus medios de comunicación, verdaderos monopolios, gritan, gimen, falsean, mientras se victimizan. Se empeñan en fomentar la creencia que si vence el Apruebo, Chile se va a desintegrar o caerá en manos de la delincuencia. ¿A cuál delincuencia se refieren? ¿A la de guante blanco, que concurre a clases de ética, dedicada desde siempre a succionar las riquezas del país?
Izkia Siches ha demostrado coraje, que debemos valorar.
Por Walter Garib
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