El rechazo al texto de una nueva Constitución elaborado en respuesta a la soberanía popular en ese estallido de octubre del 2019 deja en evidencia la fragilidad política de nuestra democracia. El poder vacío de los Partidos Políticos sigue siendo la hegemonía que controla al Gobierno. Nos podemos preguntar cuál es el ejercicio de control que permite que a pesar de la existencia de distintas fuerzas políticas alternativas sea aún infecunda la instalación de un poder popular que enfrente el dominio político existente de la oligarquía.
Poca autocrítica hemos visto en estos días posteriores, poco debate y pocas ideas. Tal vez la derrota se sintió como una herida profunda. Sin embargo, no se trata de dar vuelta la hoja. Tenemos elementos que pueden seguir alimentando la esperanza, por ejemplo una fuerza cultural renovada que instala nuevos tópicos más despatriarcalizados, descolonizados y ecológicos que podrían seguir ebullendo en los sectores más populares que están a la espera por mejores condiciones de acceso a una cultura crítica que supere el control del narco y de las ideologías conservadoras.
Por otra parte, las causas que alimentaron el estallido del 2019 no han sido superadas, vemos como se revela la corrupción de las élites que se han dedicado a robar gozando de impunidad. Estas siguen siendo actores políticos y consiguen sumar defensores cinicos a este modelo injusto, incluso en estos días apabullando las promesas de campaña del Gobierno de Boric.
Hay que alimentar el mito, aunque hoy nos sintamos derrotados, como decía José Carlos Mariátegui siguiendo a Sorel y Gramsci; es necesario apelar al orden simbólico para restituir las fuerzas necesarias que nos permitan volver a la instalación de un campo político en donde los protagonistas son aquellos sectores populares siempre excluidos. En estos días debemos recordar a nuestros muertos, mutilados, encarcelados y a la fuerza popular de transformación momentáneamente derrotada. Sin esta fuerza política en la lucha por el campo del poder las grandes transformaciones sociales quedarán suspendidas.
Los culpables de la derrota no están entre nosotros y siguen siendo los mismos. El Gobierno aún sin decisión vacila, sólo volverá a su horizonte popular si esta fuerza logra organizarse y no dejarse engañar por la fuerza política de siempre que es traicionera. La asamblea constituyente soberana manifestada en octubre fue reemplazada por el trabajo de los convencionales, entre los cuales varios fueron realizando un trabajo honesto, a ellos los venció el poder oligarca con todos sus medios de control que operaron eficientemente.
Hay que recuperar el ánimo para la lucha en el campo por el poder. Nos queda un proceso por la Nueva Constitución y también hay que estar recordando las promesas de Gobierno Popular diferenciado de las fuerzas políticas del duopolio traidor, corrupto y fraudulento que sigue como representación política de un poder vacío.
Por Alex Ibarra Peña
Dr. en Estudios Americanos.
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