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lunes, 24 de octubre de 2022

OPINIÓN POLÍTICA Basureando al presidente

    

Un sujeto oculto entre los asistentes se da el lujo de interrumpir al presidente Boric e increparlo hasta que le dio puntada.

La actividad, organizada por un prominente golpista de la primera hora, responsable del acaparamiento y la escasez que dieron la pauta para el golpe de Estado de 1973, fue una cobarde emboscada.

¿Por qué pasa eso en un país en que la figura del presidente es casi sagrada?

Porque saben que el presidente está en una situación tan desmejorada, que a Cumsille esa grosería no le va a salir ni por curado. Al contrario, ya habrá recibido miles de tuits con saludos y felicitaciones.

Sabe que Boric no dirá ni pio y que, a lo sumo, aceptará excusas en privado, como si eso sirviera de algo.

Hay una ofensiva que busca debilitar la persona del presidente Boric por la vía de humillarlo, ofenderlo, basurearlo y exigirle conductas inaceptable por groseras y desestabilizadoras.

La ofensiva facha partió luego del fracaso del cuatro de septiembre.

Al otro día de esa fecha para el olvido la derecha supo que Gabriel Boric estaba en una debilidad tal, que era cosa de tirarle lo que fuera para ridiculizarlo y ofenderlo.

Y de paso, secuestrar su agenda gubernamental diciendo lo que puede o no hacer.

Se ha dicho muchas veces y en distintas épocas: lo peor es tenerle miedo a la derecha. Como buenos depredadores, las tropas ultraderechistas huelen el miedo en sus enemigos y de ahí en adelante la cosa es coser y cantar.

Luego del trágico desenlace del proceso constituyente la derecha se ha lanzado a la garganta de un gobierno que, a pesar de sus declaraciones, tenía ajustada su durabilidad y éxito al resultado del plebiscito de salida.

Ahí comenzó el incontrolable terror que la derecha está produciendo en las alicaídas huestes que conforman el gobierno.

Lamentándolo mucho, habría que agregar.

Luego del cuatro de septiembre la cosa simplemente se desató y cualquier corrupto de ultraderecha se ha tomado el derecho de basurear con Gabriel Boric y su gobierno.

El presidente ha colaborado a su debilidad con la retractación de sus palabras dichas cuando era joven e inexperto, no como ahora. Ministros de su gabinete han corrido a pedir perdón al director de Carabineros por dichos de cuando eran jóvenes e inexpertos. No como ahora.

Por el mismo miedo al qué dirán facho, el gobierno de Boric se ha desdicho de promesas impresas en playeras de algodón que lucían un vistoso No al TPP, entre otras.

La cuestión legislativa escrita en el programa también se ha visto alterada en un sentido negativo por no molestar a la derecha.

Y finalmente, la composición del gabinete presidencial ha variado rápido e imparable hacia el azul de la exconcertación y se dice que los equipos que toman las últimas decisiones están compuestos por gente que no estuvo en el proyecto original y que viene del PS y el PPD y se aprontaría a recibir lo que se escindió de la DC.

El riesgo implícito en estos actos postreros que buscan salvar la continuidad del gobierno implica la desafectación de mucha gente que, hastiada de la Concertación, vio en Gabriel de Gabriel Boric una esperanza.

¡Tanto remar para llegar donde mismo! Ahora serán 34 años y algo más que treinta pesos.

Hay un énfasis represivo extremadamente peligroso que no tiene que ver solo con la delincuencia, las bandas organizadas o el narcotráfico: es un algo tirante que no ha dejado salir el ánimo que llevó al estallido de octubre y que esperará paciente por una nueva oportunidad. Esa energía tremenda debió y debe ponerse al servicio de un proyecto democrático y liberador.

Pero para eso falta y mucho.

Mientras tanto, da la impresión de que el gobierno está acorralado por la ultraderecha más abyecta, tramposa, compradora de conciencias, que ha usado y abusado del Estado y que ha hecho todo cuanto ha podido para torcer la voluntad popular mediante el engaño, la compra y arriendo de conciencias y el miedo.

Exagerar la decencia enfrentados a sujetos que cuando no más sea necesario te va a matar o desaparecer, es una sobreactuación democrática de la que hay que cuidarse porque siempre sale muy cara.

Estos días pasarán a la historia por las humillaciones, ofensas, faltas al respeto y groserías que se la han proferido al presidente de la república sin que haya habido de parte de éste ni de sus partidos la reacción que amerita el caso.

Al contrario, se le ha visto allanado a lo que le exige la derecha y de veintitrés de sus palabras, cinco son para apoyar la labor de Carabineros y para disculparse por lo que antes decía y ahora no.

Ni el programa de gobierno, del que nadie sabe nada, es razón suficiente para aceptar el ninguneo fascista.

El último recurso siempre ha sido la dignidad.

 

Por Ricardo Candia Cares

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