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viernes, 1 de septiembre de 2023

Desarraigo: Un Testimonio del Exilio

 

Los dramas del exilio no caben en tres páginas. Cada familia despedazada vivió el suyo, y hay quienes aun lo viven, y lo vivirán para siempre. Gloria Clavero describe su experiencia, variopinta porque fue un exilio errante...


Odisea



Gloria Clavero Aranda - Profesora


Las gentes que padecimos el exilio, por causa de la Dictadura del Terror en Chile, somos como un personaje de la Odisea, siempre intentando volver a Ítaca después de una larga guerra, sin encontrar el camino de vuelta a casa, marcados por un cruel destino decidido por los “dioses”.

Con el embargo de mi identidad de mestiza chilena, lo real de mi Verdad, es que mi destino lo marcó la maldita “Lista”, dejando la huella del destierro y el desarraigo en mi psiquis, hasta el día de hoy…

La L me llevó en 1976 a Colchester, Londres, donde tuve la fortuna de conocer a una familia chilena, que cargaba la cruz de la tortura y el destierro Pinochetista. La solidaridad de esas personas me permitió permanecer 3 meses en su casa, hasta que el Home Office me mandó cambiar.

Sin embargo, ese destino marcado por la Dictadura, nos volvió a reunir en Limache, donde pudimos abrazarnos, con una de esas personas, después de 40 años. Puedo decir con emoción, que el exilio, con su carga de desarraigo, nos reunió en Londres, y nos volvió a reunir (a unir de nuevo), con el regalo de la Esperanza y la Ternura, en la Quinta Región, en Limache, Valparaíso Cordillera.

Después de Londres, La “Lista”, me llevó a Louvain La Neuve, donde encontré asilo y acogida, incluso hasta de la policía belga. Allí, permanecí 3 años.

Regresé a Chile en 1979, deseando quedarme con mi gente; pero no fue posible. El año 80, recrudeció la represión, y la persecución de quienes estábamos marcados.

Al año cumplido, regresé a Europa, esta vez a Catalunya. En esa tierra de raíces fenicias, escuché voces encantadoras (viene de encanto), que nos dieron otras señas, otra lengua, para situarnos en otras tierras, con otras gentes.

Desgraciadamente (viene de desgracia) cuando, al fin, pudimos volver a nuestra tierra de origen, ni el suelo, ni la gente que dejamos, eran las mismas; habíamos perdido los códigos esenciales de comunicación con nuestras raíces.

Hace 50 años que no lloro, por eso escribo y canto, porque es la manera que encontró mi corazón y mi alma para deambular por el Desarraigo, en mi propia cuna nativa, sin perderme del todo…

De Mapuche vengo y a Fenicios fui

Me arrancaron de raíz
De mi cultura y mi gente
De mi Chile enmarañado
Recóndito y enredado
De mis sueños ancestrales
Me despojaron.
Me quitaron mi atavío
De las Dunas de Atacama
Del Pacífico bravío
Del esplendor de Los Andes.
Me obligaron a partir
Sin nada
¡Soy hija de los volcanes
De su mar y su montaña
Nadie me quita mi tierra
Llevo su marca en mi sino!
Aún no se cierra la herida
Que me sacó del camino

Herido mi corazón
Sangró de muerte

Perdida en el desarraigo
Mis lágrimas se secaron
Las flores de mi jardín
Crecieron en otra tierra
Que acogió mi desconsuelo
Y allí se hicieron raíz

Cogollo de amor dolido
Mi corazón floreció

Gracias al Mediterráneo
Que en sus aguas me acunó
Recuperé la fuerza
Que el Pacífico me dio
Soy hija del Fin del Mundo
Pero también catalana
Soy mestiza entreverada
Y también mediterránea.

Cogollo de amor partido
Mi corazón siempre en duelo
Buscando los imposibles
Se dividió sin remedio;
De mapuches vengo y a fenicios fui

 

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