Álvaro-González-foto1-alejandro-olivares foto: alejandro olivares
¿Por qué te interesó, luego de casi 30 años, aclarar la muerte de Delfín Díaz?
Porque cualquier abogado que tenga un mínimo de ética, y esta no es una profesión de santos, sabe que existen ciertos límites. Acá se traspasaron límites fundamentales como el derecho a la vida de una persona inocente que fue utilizada para encubrir un crimen, aprovechándose de todo el aparataje institucional: la fuerza, la falta de defensa, la influencia del dinero, de los poderes facticos y el tráfico de contactos. Además, se traspasaron niveles de lealtad que deberíamos tener entre abogados.

Lo dices por la acusación de montaje en contra del juez de la época, Fernando Soto Arenas…
Pero no solo eso, como a cualquier ser humano que se le cuestiona su probidad, a Fernando Soto Arenas le significó el término de su carrera, la destrucción de su prestigio. Quizá no era un magistrado perfecto pero nadie le puede decir que no estaba haciendo una investigación seria… él había llegado a la verdad.

De hecho hizo algo fundamental: desestimar la investigación que realizaba la Policía de Investigaciones…
Se dio cuenta de quienes secuestraron y mataron a Delfín Díaz. Entonces, cuando otros abogados se prestan para un montaje de esas características, no es posible estar de acuerdo con eso. Delfín Díaz y su familia no tuvieron la misma posibilidad de defensa que el equipo de abogados que tenía Mario Santander. Un grupo compuesto por Sergio Miranda Carrington, Luis Bates, Davor Harasic y Luis Ortíz…

Puros pesos pesados
Bueno, tenemos que entender que a la familia de Delfín Díaz la defendió inicialmente la Corporación de Asistencia Judicial con alumnos que estaban haciendo su práctica. Después aparece la figura respetable de don José Galiano que, con asco y vergüenza, se rebela y trabaja ad honorem, demostrando que Delfín Díaz fue asesinado.

¿Cuáles fueron las pruebas?
Una segunda autopsia donde algunos médicos señalaron sus discrepancias técnicas con la autopsia del informe pericial inicial, o sea, se fueron acumulando una serie de informes donde aparecían estas contradicciones. Y eso es lo que nos sorprende. La ministra Raquel Camposano, que luego reemplazó a Soto Arenas, no vio o no quiso ver lo que pasó.

¿Y eso que hubo testigos de la familia Santander que fueron imputados por obstrucción a la justicia?
Eso es parte de todo el montaje procesal, la falta a la verdad. Aquí había un equipo de abogados que tenía claro lo que estaban haciendo y, además, tenían el respaldo de magistrados, jueces y ministros. No hay que olvidar que fue el último tiempo de la noche negra del poder judicial.

También de la prensa oficialista…
Claro, había una prensa oficialista que trabajaba para el régimen y que tenían buenos sueldos. Lo que aquí está apareciendo es un mensaje para varios segmentos. Para el empresariado, por ejemplo, porque algunos perdieron la brújula. Para los estudiantes de medicina y la verdad de las autopsias. En el caso de los abogados, todavía el gremio tiene una deuda con la verdad. Tiene que venir una reflexión muy grande al respecto.

¿Crees que están las condiciones para hacer justicia en nombre de Delfín Díaz?
Creo que sí, el hecho de que el ministro haya aceptado la competencia es porque los antecedentes ameritan que se considere como un crimen de lesa humanidad.

¿Vas a pedir una exhumación?
No creo, porque los antecedentes que están en el expediente son muy contundentes. Hay declaraciones de testigos que dicen que estaban cuando ingresaron 4 policías a un local y secuestran a Delfín Díaz. Después se desdijeron porque fueron amenazados. Hoy día no pueden faltar a la verdad porque se exponen, con el sistema nuevo, a una querella por falso testimonio. O sea, hoy día, todos, sin excepción, están obligados a decir la verdad.

Pero, ayer como hoy, operan las influencias…
Es que estas influencias hoy día se contrarrestan porque, por ejemplo, Manuel Contreras está privado de libertad y ya no es un hombre intocable, como antes. Hoy día los medios de comunicación han hecho un trabajo de investigación acucioso y escriben sin temor a que los encarcelen. Muchos estuvieron privados de libertad, amenazados, como Juan Pablo Cárdenas y Marcelo Mendoza, en este mismo caso. Fueron periodistas capaces de soportar presiones y dejaron testimonios escritos muy valiosos. El factor miedo hoy día no existe.

Poniendo el caso en contexto, el crimen de Alice Meyer y Delfín fue el mismo año que el “caso degollados”…
Por supuesto, no era cómodo tramitar en esos tiempos cuando tu familia corría serios riesgos. Fuimos una generación bien especial que nos tocó pasar muchas cosas. Otro elemento que hay que consignar es que el ministro de justicia de la época era Hugo Rosende de triste recuerdo en los derechos humanos en Chile. También ese año, el seis de enero, fue el asesinato de Boris Wesfeiler en Colonia Dignidad. También murió ahorcado.

¿Qué sabes de la reunión que tuvo una hermana de Santander con el padre de Alice Meyer?
Sí, bueno, eso está dicho por el mismo Marcelo Cibié, abogado de la familia, que les ofrecieron dinero, al igual que a los testigos, Rosa Jara y Edith Molina, y se supone que hicieron lo mismo con gente del poder judicial.

¿Qué es lo que vio Delfín Díaz?
Se supone que cuando vieron lo que pasó con su amigo, el Topo Gigio, Delfín intentó extorsionar a Santander. Él habría sacado el reloj de Alice, está en el expediente, recibió dinero a cambio y Santander le pasó ese reloj a la Policía de Investigaciones y esta se lo puso a Delfín cuando lo ahorcaron…

¿Estás seguro que estamos ante un crimen político?
Es un en crimen que se utilizó todo el aparataje del Estado, por afinidades políticas, para encubrir la verdad. Se aprovechó a los agentes del Estado para hacer una ejecución con alguien que no tenía acceso a la justicia.