Lo ocurrido las últimas 48 horas en la oposición revelan su incapacidad de leer lo que está ocurriendo en la sociedad y mucho más lo ocurrido en las elecciones del fin de semana.
 
Más preocupada del cálculo electoral cortoplacista y presionado por los plazos legales de inscribir las primarias legales terminó desarrollando una teleserie política penosa, demostrando una vez más, que el problema está en la élite política, prisionera de la calculadora sin tener visión de mediano plazo.
 
Es una élite política que no visualiza que hay una ciudadanía irritada y agobiada de que importen más los cálculos políticos que iniciativas que vayan en la ayuda de las familias y pequeñas empresas que la están pasando mal con la pandemia.
 
Así vimos que un actor político como el Partido Socialista desecha su alianza política de los últimos 35 años, asustados por un resultado electoral donde participaron 43% del electorado, leyendo una aguda izquierdización del país, sin ver el hastío ciudadano con la actual élite política, en que todos los actores políticos institucionales son cuestionados –los partidos más votados en la elección de los convencionales son RD con 6% y PC con 5%-y lo que predominó fue el apoyo a las candidaturas independientes por fuera de los partidos.
 
Producto de esa lectura con la calculadora en la mano, desecha su alianza actual Unidad Constituyente -que obtuvo el 15% de la votación- para ir a unirse con la alianza del FA/PC que obtuvo el 18% de la votación. A ese camino se une el PPD, pero al llegar a firmar el pacto electoral el Partido Comunista –enfundado en los buenos resultados de su candidato presidencial Daniel Jadue- decide vetar la participación del PPD, porque es una agrupación ligada a la corrupción de SQM y ser poco “anti neoliberal”.
 
O sea, al final la alianza FA/PC decide vetar la incorporación del PPD a esa primaria presidencial con lo cual genera el fracaso de la integración del PS a esta alianza izquierdista.
 
Esta conducta revela un fuerte sectarismo de parte del PC, inflados por una lectura muy optimista del resultado electoral del fin de semana, creyendo que la hegemonía ya se instaló en ese espacio político, borrando la posibilidad de una coalición amplia, plural y transversal para enfrentar a la derecha en noviembre.
 
En otro espacio de la oposición la DC vive su propio drama por el desastroso resultado electoral (3,6% en la convencional y 9% en los concejales) donde termina con la renuncia de su presidente y de su abanderada presidencial producto de que dejo de ser el eje/bisagra del sistema político, esperando lo que hagan los otros actores.
 
La sensatez de la senadora Yasna Provoste.-
 
En ese panorama de sectarismos, cálculos electorales a la rápida y de improvisaciones políticas como la encabezó la directiva del PS, desde la Presidencia del Senado surgió una voz política sensata como la de la senadora Yasna Provoste que llamó a analizar con seriedad y responsabilidad este nuevo escenario político señalando que “una decisión responsable … es esperar un tiempo, escuchar bien a la ciudadanía, consultar con sus bases y con el mundo independiente. Intentar al menos, entender en lo profundo el resultado electoral y lo que sucede en el país, asumir lo mal hecho y rectificar”.
 
Dejando atrás la calculadora y el cortoplacismo llamó a la oposición de que lo principal es construir “unidad de propósito y esa unidad no se logra con improvisación, sin ser capaces de construir una plataforma programática común”.
 
Los vetos, la ceguera y las improvisaciones no pueden ser lo permanente en una oposición fragmentada donde hay 10 actores políticos que tuvieron un bajo respaldo ciudadano que osciló entre 6% y 1%. Ella en estas 72 horas ha demostrado una visión profunda de los problemas que vive el país, que no pueden tomarse decisiones apresuradas y reivindica la política como la actividad que moviliza ciudadanos construyendo esperanzas para un mejor futuro y llama a los electores de centro izquierda a abocarnos a “la reconstrucción del país. Para ello es indispensable recuperar la gobernabilidad y la paz social que este gobierno destruyó. Sin unidad política y social, sin una mayoría clara y contundente, esa reconstrucción será imposible”.
 
El desafío en democracia es construir mayorías que en noviembre sean capaces de derrotar electoralmente a la derecha y claramente el camino no es el veto ni el sectarismo. Lo fructífero es construir espacios de unidad y transversalidad y ahí se instala el desafío en los actores políticos y sociales para los próximos meses.