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jueves, 6 de octubre de 2022

A 3 años del alzamiento popular. Una reflexión del rol del movimiento sindical

     

El alzamiento popular de octubre del 2019 es un hito en la lucha de clases que expresó la continuidad de las movilizaciones del ciclo iniciado a comienzos de los años 2000 en adelante, y a la vez fue de ruptura, ya que tuvo una extensión nacional inusitada y la protesta superó luchas anteriores.

Las y los trabajadores organizados han sido relevantes en este ciclo. La lucha contra el subcontrato en el sector forestal marca su inicio en donde Rodrigo Cisterna muere acribillado por Fuerzas Especiales de Carabineros en medio de una huelga. De forma sucesiva aparecen los subcontratados luchando contra la precariedad: subcontratados del cobre y peonetas de Coca Cola. También se alzan contra la precariedad los honorarios del Estado y los portuarios. Cabe destacar también la movilización contra las AFP, que tuvo un importante paro el 4 de noviembre del 2016 que marcó el clímax de esta lucha que, lamentablemente se disolvió cuando la dirigencia opta por la vía de la parlamentarización, restándole su fuerza movilizadora al discutir una ley que no vio la luz y desmovilizó a un pueblo dispuesto a luchar.

En este contexto, de ascenso de las luchas por más de 10 años cuyo punto culmine fue el alzamiento popular de octubre del 2019, cabe cuestionarse el rol que ha jugado el movimiento sindical en esta última coyuntura desde 2019 a la fecha. En primer lugar, es importante recalcar que la clase trabajadora es un actor fundamental para la lucha, sin embargo, la conducción entreguista del sindicalismo influyó en que fuese uno de los movimientos más retrasados durante la revuelta de octubre. La actitud facilista sería dejar la total responsabilidad al sindicalismo amarillo de esta situación, también en una actitud oportunista, liberal o sectaria, también sería más fácil culpabilizar a los mismos trabajadores y trabajadoras y sus estados de conciencia respecto del estado del movimiento sindical. Si bien ambos elementos pueden considerarse en el análisis, para este artículo, buscaremos dar respuesta a uno de los elementos más difíciles de desarrollar: la autocrítica de las y los clasistas. Afirmamos de forma autocrítica que parte de la responsabilidad recae en los sectores anticapitalistas y clasistas.

En primer lugar, por la incapacidad de disputar la conducción del movimiento sindical desde una perspectiva que defienda los intereses de la clase trabajadora, basándose en la democracia sindical y protagonismo de las bases, la lucha, la independencia de clase y el desarrollo de objetivos no sólo económicos sino también políticos, formando sindical y políticamente, desarrollando nuevas dirigencias sindicales clasistas.

Por otro lado, nos hemos demorado mucho en levantar y fortalecer la organización sindical clasista y propagar esta corriente a todos los rincones. La influencia posmoderna en sectores anticapitalistas también ha influido en el menosprecio del sindicato como instrumento organizativo necesario para las y los trabajadores en la lucha por sus derechos. En ese sentido, ha sido dificultoso constituir una corriente sindical clasista y combativa desde la franja de las y los revolucionarios.

Asimismo, dentro del embrionario sector clasista subsisten malas prácticas como el caudillismo y sectarismo. Las parcelas siguen siendo más relevantes que la clase trabajadora y sus intereses pasan a segundo plano respecto de intereses individuales o rencillas más propias del liberalismo.

Por otro lado, el estado del movimiento sindical (baja sindicalización, fragmentado, atomizado, límites de la legalidad) nos muestra que no es de extrañar la poca capacidad de conducción del sector durante el alzamiento popular. Durante este proceso, no se logró una huelga general que reuniera las demandas con un horizonte de lucha que atacara las causas del problema y propusiera una alternativa de superación del capitalismo al pueblo en lucha. Si bien, el sindicalismo entreguista representado por la CUT y Movimiento No+AFP convocaron a un paro efectivo el 12 y 13 de noviembre de 2019, se hizo de la mano de los partidos de la patronal por medio de la Mesa de Unidad Social. La CUT buscó fallidamente ponerse a la cabeza de la movilización social, dándose vuelta la chaqueta con el fraudulento pacto social, poniéndose al servicio de su promoción, por tanto, con una actitud desmovilizadora. Por su parte, las otras centrales (UNT, CTCH y CAT) se mantuvieron en absoluto y cómplice silencio. Pese a lo anterior, no podemos desconocer que esos días de paralización fueron decisivos como forma de presión al gobierno lo que apuró el surgimiento del pacto por la paz y la nueva constitución. Si bien ese paro fue instrumentalizado por las organizaciones entreguistas para sacar una salida de cooptación del conflicto, sí quedo demostrado que la paralización de la producción es una medida de presión fundamental que tiene nuestra clase, lo importante es que sea utilizada en favor de las y los explotados y no de la patronal.

Como quinto punto, el burocratismo enquistado en la organización sindical concibe la lucha circunscrita a la negociación colectiva y/o a las luchas locales de cada sindicato, habiendo una distancia de esta realidad con las luchas de otros sectores o con una perspectiva integral de los problemas de la clase trabajadora. En ese sentido, el burocratismo es generador de gremialismo y también potencia el desarrollo de sindicalismo de escritorio, por sobre un sindicalismo de lucha.

Asimismo, es importante señalar que aún queda mucho por avanzar en perspectivas de construcción sindical desde un enfoque antipatriarcal, ya que esto influye en la baja participación femenina y la no incorporación de demandas de la mujer trabajadora restándole fuerza al movimiento sindical.

Para finalizar, pese a lo anterior, el aumento de la huelga legal e ilegal el año 2019 fue notoria, lo que indica que las bases sindicales sí tienen voluntad de lucha, es más, en estos últimos meses vemos como diferentes sindicatos se levantan en lucha por sus reivindicaciones. Nos han dado un ejemplo de combatividad y convicción el Sindicato N°2 Nylon de la transnacional Oben Group, El Sindicato de Inacap SINADE se ha movilizado a nivel nacional, el Sindicato Versluys en Concepción mantiene una huelga movilizada, FENASIPEC pese al golpe patronal se recompone, crece y fortalece en la lucha. El Sindicato del Colegio José Antonio Lecaros CJAL inicia nuevamente una negociación colectiva con fuerza y convicción pese a los despidos antisindicales que la fundación Jesuita generó posterior a la última negociación. Las y los trabajadores tienen disposición de luchar, sigue siendo la conducción el problema, así como la incapacidad del clasismo de forjar una alternativa para el movimiento sindical.

Los desafíos son muchos: debemos fomentar la educación y sindicalización; multiplicar el sindicalismo clasista y combativo en cada rincón, empresa y servicio público y privado; debemos insistir en la articulación de las y los clasistas, superando el sectarismo y caudillismo enquistado en el sector anticapitalista y antipatriarcal; debemos impulsar la lucha por los derechos de la clase trabajadora; realizar todos los esfuerzos por acabar con el burocratismo enquistado en nuestras organizaciones; preparar las capacidades y avanzar hacia la huelga general por el pliego de demandas del pueblo; fortalecer un movimiento popular con perspectiva anticapitalista, antimperialista y antipatriarcal. Por último, insistir en las demandas concretas de nuestra clase: por derecho a un salario digno y acorde al costo de la vida, el fin a las alzas y la precariedad laboral, por derecho al trabajo y fin a la cesantía, fin al subcontrato y contrato único en el estado. Avanzar en la construcción de un sindicalismo clasista, levantar sindicatos para luchar y luchar por un sindicalismo contra la explotación.

Por Catalina Rojas

Asociación Intersindical de Trabajadores y Trabajadoras Clasistas AIT

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