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miércoles, 2 de octubre de 2013

Derechos Humanos: El fraude de la consulta de 1978 o el máximo descaro de la dictadura

Por María Elba Troncoso.
La total impunidad con que actuaba el régimen de Pinochet, alcanza uno de sus episodios más descarados con la Consulta de 1978. Cuando el mundo condenaba los atropellos a los derechos humanos, en menos de 30 días armaron el primer fraude electoral de la dictadura, un montaje burdo desde la formulación de la pregunta hasta el recuento de los votos.
En diciembre de 1977 la Organización de Naciones Unidas condenó la violencia de la dictadura y manifestó su "preocupación especial e indignación ante el incumplimiento de promesas del gobierno chileno de que mejoraría la situación de los derechos humanos".

Lejos de responder el emplazamiento, Pinochet lo vio como una afrenta y en 5 días anunció por televisión que se realizaría una consulta ciudadana para que el pueblo de Chile se pronunciara al respecto. La fecha establecida para el plebiscito fue inmediata: el 4 de enero.


Sin embargo, el Contralor de la época, Héctor Humeres, se convirtió en un escollo al formular reparos ya que no había normas jurídicas y constitucionales para llamar a una consulta de este tipo. El resultado del reclamo fue su jubilación anticipada. Lo reemplazó Sergio Fernández, después ministro de Pinochet y senador UDI. En dos días se aprobó la norma que permitía la Consulta, a escasas 48 horas de realizarse.


Pareció ser un ensayo del fraude que se cometería dos años después, el del plebiscito de la constitución de 1980. No hubo registro electoral ni tribunal calificador de elecciones; los vocales de mesa fueron designados, se podía votar en cualquier mesa solo mostrando el carné de identidad, incluso vencido.


El control se hizo mediante el corte de una punta de la cédula, no se entintó el dedo. Obviamente la oposición fue neutralizada y se impidió informar. "Había toda una campaña donde los que eran patriotas votaban que Si y los que eran antipatriotas votaban que No", recordó el senador DC Andrés Zaldívar, en Cambio21.


"No se podía hacer ninguna declaración, mucha de la gente que se manifestó previamente fue presa y torturada. El gobierno controlaba todo, obvia-mente las mesas de votación, pero a pesar de eso fuimos a votar, aunque sabíamos que el resultado sería una farsa".


El voto

"Frente a la agresión internacional desatada en contra del Gobierno de nuestra Patria, respaldo al presidente Pinochet en su defensa de la dignidad de Chile, y reafirmo la legitimidad del Gobierno de la República para encabezar soberanamente el proceso de institucionalización del país: Sí - No"
El texto junto a la opción Si tenía una bandera chilena, y al lado del No, un rectángulo negro.


A juicio del abogado y cientista político Genaro Arriagada (DC) "en los hechos la pregunta era usted está con o contra Chile", es decir "era una consulta sobre una opinión, algo históricamente irrelevante, que en los textos de historia es algo menor, pero en la realidad fue muy brutal"."Hay que tomar en cuenta que en 1978, gobernando Jimmy Carter en Estados Unidos y tras la condena de Naciones Unidas, Chile estaba siendo cuestionado internacionalmente de una manera muy fuerte", recordó Arriagada.


"Esto más que un crimen fue una estupidez, porque si se quería enfrentar el aislamiento internacional, lo peor era ha-cer un plebiscito que ni siquiera las más brutales dictaduras habían intentado, porque desde la pregunta, la imagen en el voto y todos los procedimientos eran muy burdos y obvia-mente el mundo interpretó que esto era una nueva demos-tración de la brutalidad con que se manejaban las informa-ciones en Chile. Nosotros nunca le reconocimos - así como tampoco lo hicimos en el 80- ninguna legitimidad a esta con-sulta", sentenció Arriagada.


La legitimación

Entre los años 77 y 78 el gobierno militar creó la CNI, relegó y exilió a decenas de chilenos, promulgó la Ley de Amnistía y también comenzaron a aparecer cuerpos de detenidos desaparecidos. Por eso, al lado de otras atrocidades, desde un principio la consulta fue interpretada como una farsa por la oposición. Sin embargo, para los adherentes del régimen fue una forma de avalar los crímenes que se estaban cometiendo."Yo diría que esta era la primera gran farsa del gobierno de Pinochet. No era creíble por nadie y fue una muestra de la brutalidad de lo que podía hacen cuando a alguien se le ocurrió oponerse a las barbaridades que se cometían.

En este caso la respuesta de Pinochet fue este montaje y no tuvo más sentido que hacer un efecto entre su propia gente", consideró Zaldívar. Añadió que "nadie le dio seriedad, salvo ellos mismos, que estaban auto convencidos que la tortura y las detenciones arbitrarias eran legítimas. Porque para ellos era connatural rechazar cualquier alegación que se hacía desde afuera. Era toda una mentira de la mañana a la noche, con sus discursos y acciones de violencia contra los que ellos consideraban marxistas o miristas. Incluso un poco antes de esto, el embajador chileno en la ONU, Sergio Diez, declaró que en Chile no habían violaciones a los derechos humanos".

Arriagada complementó: "Si bien este plebiscito fue un crimen cívico, comparado con hechos como el intento sistemático de eliminar a los miembros de las cúpulas de los partidos comunista y socialista, esto era menor. La consulta no sirvió para nada, única y exclusivamente para demostrar que en Chile el gobierno no entendía las reglas mínimas".

Recordó que "hay que tener presente que este es uno de los periodos más duros de la dictadura. Después de la creación de la DINA y la CNI, el crimen fue una política de Estado y después el artículo 24 transitorio de la Constitución del 80 permitió al jefe de Estado por si y ante si suspender todas las libertades".

El "triunfo"

Según las cifras oficiales, votaron cinco millones 350 mil personas. La Opción SI obtuvo el 75% de los sufragios y el NO 20,24%. Hubo 4,76% de votos nulos y los votos blancos se sumaron a la opción ganadora.

Uno de los artífices de este triunfo fue Álvaro Puga, colaborador de la DINA, a quien Pinochet le encargó garantizar los resultados.

En el libro La Secreta Vida Literaria de Augusto Pinochet, de Juan Cristóbal Peña, Puga reconoció abiertamente que su función era ganar los comicios a como diera lugar."Lo último que hice formalmente en Asuntos Públicos, porque lo otro lo hice por fuera, fue trabajar en la consulta de 1978. Esa la ganamos lejos... Esa consulta fue muy importante, porque por primera vez sometíamos al gobierno al juicio de la población y teníamos que asegurarnos de ganar esa consulta a como diera lugar, no podíamos perderla, no después de todo lo que habíamos pasado, no podíamos volver a los mismo, a la pelotera de antes, así que me fui a meter a la Intendencia de Santiago para coordinar la consulta y prepararnos para el caso de que los resultados fueran adversos. Estábamos seguros de ganar, pero póngase usted... ya teníamos un sistema para arreglar eso si era necesario, yo mismo diseñé ese plan, no le voy a dar detalles, pero afortunadamente no fue necesario hacer ninguna cosa, ganamos por lejos, y ahí fue que dejé mi puesto en Asuntos Públicos".

Incluso al comentar el fraude del plebiscito de 1980, el fallecido general Gustavo Leigh -ex comandante en jefe de la FACH y miembro de la Junta de Gobierno hasta 1978- re-conoció que ni siquiera ellos supieron los resultados de la consulta."Nunca supimos las cifras reales. ¿Y cómo lo vamos a saber si tanta gente mete mano en el escrutinio? Los alcaldes, los gobernadores, los intendentes. El 4 de enero hubo gente que delante de mí se vanaglorió de haber llenado todos sus registros a base de votos que no existían", señaló el uniformado al diario La Época en 1988.

El día de la votación

Pese al temor que inspiraban los agentes del Estado, hubo quienes intentaron conocer de cerca el proceso. Uno de ellos fue el sacerdote y fundador de la Vicaría de la Pastoral Obrera, Alfonso Baeza. El religioso, junto al periodista Oscar Reyes -hoy director de este semanario- trataron de observar el recuento de votos.

"Fuimos a ver una escuela que era local de votación en la José María Caro, donde nos habían dicho que llegaron autos muy elegantes, lo que era inusual en esa población. En las mesas de votación había puras mujeres desconocidas y muy arregladas. La gente que estaba ahí nos dijo que nunca las había visto, pero que se habían bajado esos autos elegantes y que las que pare-cían jefas incluso les daban órdenes a los milita-res que estaban custodiando el recinto", recuerda el periodista.


"Cuando comenzó el recuento, pedimos a la encargada del local que queríamos ver el conteo porque habían dicho que iba a ser público, pero la señora empezó a reírse de nosotros, pescó la urna y se metió a una sala que decía inspectoría. Nosotros nos quedamos afuera".


"Un oficial de la FACH que andaba con un gigantesco fusil nos miró y nos dijo ‘váyanse, qué están haciendo'. Ahí nosotros pedimos con mucha educación que queríamos ver el recuento. Entonces salió de la oficina el oficial de mayor rango y en un tono amable, pero perentorio, nos dijo ‘váyanse mejor de aquí. Es preferible que abandonen el colegio, porque yo estoy a cargo ahora, pero no sé quién estará a cargo más rato, así que retírense'. A buen entendedor, poquísimas palabras.


Al respecto Baeza recordó que en el intertanto llegaban más urnas a la inspectoría y las guardaban. "Ahí nos dimos cuenta del gran fraude; fuimos bien incautos al pensar que iba a haber un recuento de votos", señaló el sacerdote.
Situaciones similares se vivieron a lo largo de todo Chile. En la región de Los Lagos el ex senador Sergio Páez y el entonces presidente de la DC provincial, Jaime Moraga, fueron a revisar la constitución de las mesas, sin embargo no pudieron supervigilar el proceso.


Moraga relató a Cambio21 su experiencia: "Cuando íbamos llegando a una escuela nos dimos cuenta que nos seguía una camioneta. Uno sabía que eran de la DINA porque en Puerto Montt estos personajes se notaban. Llegamos a un punto donde la calle se bifurcaba y ahí Sergio Páez frenó y la camioneta se vio obligada a pasarnos y doblar a la derecha, por lo que nosotros doblamos a la izquierda".


"Seguimos nuestro trayecto pensando que nos habíamos desecho de ese lastre, pero al llegar al Liceo de Hombres aparecieron los susodichos, que cruzaron la camioneta frente al auto y nos obligaron a parar. Ahí nos tomaron presos y nos llevaron al cuartel de Carabineros donde nos tuvieron todo el día sin decirnos absolutamente nada, salvo que el motivo de la detención era secreto". "Como a las 7 u 8, cuando ya había terminado todo el proceso electoral, nos liberaron".

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