17 septiembre 2022
El sacerdote jesuita Felipe Berríos, quien se mantiene suspendido de sus funciones tras abrirse una investigación previa canónica en mayo pasado por "actos de significación sexual", apuntó sus dardos contra la Fundación para la Confianza, a quienes acusó de montar "una estrategia comunicacional", con un modus operandi "muy claro, que se presta para un show mediático".
A inicios de mayo la Compañía de Jesús en Chile informó de una denuncia en contra de Berríos por hechos de connotación sexual sobre una -en ese entonces- menor de edad, por lo que se abrió una investigación previa canónica. En el intertanto, el cura se autodenunció ante el Ministerio Público, aunque afirmó que los hechos a los cuales se le acusa son falsos. Posteriormente, a finales de agosto pasado, la investigación de la Iglesia Católica estableció la "verosimilitud" de los actos denunciados por parte de siete mujeres jóvenes y adolescentes.
En entrevista con La Tercera, Berríos expresó que su reacción al enterarse de la primera denuncia fue de "incredulidad, desazón, rabia" y sobre quienes lo acusaron y denunciaron, el sacerdote jesuita asegura que sólo conoce a una de las cuatro denunciantes, a quien la recuerda cuando tenía unos siete años y que conoce a su familia también: "Conversé con ella mientras su mamá y mi secretaria estaban a pasos de donde conversábamos. Fue algo breve, solicitado por su madre, y luego ambas se fueron agradecidas", acotó.
Al ser consultado por la posibilidad de haber cometido "actos impropios" por ser un "cura cercano", Berríos indicó que "nunca me he aprovechado de mi condición de sacerdote; puedo afirmar que no he cometido los actos de supuesta significación sexual que se describieron ante la investigadora y que la Compañía de Jesús describió como 'tocaciones y diversos traspasos de límites'", recalcando que en ese comunicado se declaró inverosímil el relato de una denunciante (ahora de 32 años) en que ella "aludió a una supuesta imagen en la que habría recordado una relación sexual que me involucraría. Pero eso quedó totalmente desacreditado".
Aun así, el sacerdote apuntó sus dardos a la Fundación para la Confianza, organismo creado para acompañar a las víctimas de abusos eclesiásticos tras el destape del caso de Fernando Karadima. "Lo indesmentible es que acá se montó una estrategia comunicacional (...) hay un modus operandi muy claro de la Fundación para la Confianza, que se presta para un show mediático a través de su abogado, el señor (Juan Pablo) Hermosilla", señaló, puntualizando que antes que se conociera el resultado de la investigación previa, dicho organismo "filtra información a la prensa".
"Fui emplazado públicamente por una fundación, por un abogado y por muchos usuarios anónimos en redes sociales y medios de comunicación y ahora resulta que me critican por querer tener una investigación justa y transparente", haciendo referencia a la autodenuncia, explica el sacerdote, agregando que "hay gente que tiene derecho a acusarme de conductas impropias, a filtrar información falsa a los medios, etc., y resulta que yo no tengo derecho a pedir una investigación".
Aunque sí matizó con que la Fundación para la Confianza "lleva adelante una causa loable y necesaria para contribuir a que no haya abuso infantil en Chile, causa que comparto en un mil por ciento", pero que, a su juicio, "es evidente que en el último tiempo sus prácticas y estándares no han sido los adecuados".
Otra de sus críticas es a la justicia canónica, asegurando que "lo que más me afecta es el trato desigual, trato desigual que también se refleja en que la Iglesia tenga una justicia paralela a la justicia de todos los chilenos, que prescinde de la justicia ordinaria. Un mundo inquisidor, secreto y en el que no puedo defenderme", ya que no existe la "presunción de inocencia".
También lamentó el trato que ha tenido la Compañía de Jesús en este caso, ya que la investigación previa no habla de "víctimas ni de compensaciones", pero que "nadie se ha molestado en reparar en eso ni ninguna autoridad jesuita lo ha destacado, porque acá todo es silencio, secreto, tomar distancia".
Respecto a qué esperaba del proceso, dijo que "hubiera esperado mayor ecuanimidad. Los jesuitas, como toda la Iglesia, se sienten con "tejado de vidrio" por los delitos cometidos por sacerdotes y religiosos y sus ocultamientos, que hacen que hoy actúen aterrados... las injusticias no se enfrentan doliéndose de ellas, sino que desenmascarándolas". Finalmente, al ser consultado sobre una posible renuncia al sacerdocio, dijo que "mi vocación es jugármela por el Evangelio de Jesús... es lo que he tratado de hacer toda mi vida y lo que seguiré haciendo", según consigna Cooperativa.
A inicios de mayo la Compañía de Jesús en Chile informó de una denuncia en contra de Berríos por hechos de connotación sexual sobre una -en ese entonces- menor de edad, por lo que se abrió una investigación previa canónica. En el intertanto, el cura se autodenunció ante el Ministerio Público, aunque afirmó que los hechos a los cuales se le acusa son falsos. Posteriormente, a finales de agosto pasado, la investigación de la Iglesia Católica estableció la "verosimilitud" de los actos denunciados por parte de siete mujeres jóvenes y adolescentes.
En entrevista con La Tercera, Berríos expresó que su reacción al enterarse de la primera denuncia fue de "incredulidad, desazón, rabia" y sobre quienes lo acusaron y denunciaron, el sacerdote jesuita asegura que sólo conoce a una de las cuatro denunciantes, a quien la recuerda cuando tenía unos siete años y que conoce a su familia también: "Conversé con ella mientras su mamá y mi secretaria estaban a pasos de donde conversábamos. Fue algo breve, solicitado por su madre, y luego ambas se fueron agradecidas", acotó.
Al ser consultado por la posibilidad de haber cometido "actos impropios" por ser un "cura cercano", Berríos indicó que "nunca me he aprovechado de mi condición de sacerdote; puedo afirmar que no he cometido los actos de supuesta significación sexual que se describieron ante la investigadora y que la Compañía de Jesús describió como 'tocaciones y diversos traspasos de límites'", recalcando que en ese comunicado se declaró inverosímil el relato de una denunciante (ahora de 32 años) en que ella "aludió a una supuesta imagen en la que habría recordado una relación sexual que me involucraría. Pero eso quedó totalmente desacreditado".
Aun así, el sacerdote apuntó sus dardos a la Fundación para la Confianza, organismo creado para acompañar a las víctimas de abusos eclesiásticos tras el destape del caso de Fernando Karadima. "Lo indesmentible es que acá se montó una estrategia comunicacional (...) hay un modus operandi muy claro de la Fundación para la Confianza, que se presta para un show mediático a través de su abogado, el señor (Juan Pablo) Hermosilla", señaló, puntualizando que antes que se conociera el resultado de la investigación previa, dicho organismo "filtra información a la prensa".
"Fui emplazado públicamente por una fundación, por un abogado y por muchos usuarios anónimos en redes sociales y medios de comunicación y ahora resulta que me critican por querer tener una investigación justa y transparente", haciendo referencia a la autodenuncia, explica el sacerdote, agregando que "hay gente que tiene derecho a acusarme de conductas impropias, a filtrar información falsa a los medios, etc., y resulta que yo no tengo derecho a pedir una investigación".
Aunque sí matizó con que la Fundación para la Confianza "lleva adelante una causa loable y necesaria para contribuir a que no haya abuso infantil en Chile, causa que comparto en un mil por ciento", pero que, a su juicio, "es evidente que en el último tiempo sus prácticas y estándares no han sido los adecuados".
Otra de sus críticas es a la justicia canónica, asegurando que "lo que más me afecta es el trato desigual, trato desigual que también se refleja en que la Iglesia tenga una justicia paralela a la justicia de todos los chilenos, que prescinde de la justicia ordinaria. Un mundo inquisidor, secreto y en el que no puedo defenderme", ya que no existe la "presunción de inocencia".
También lamentó el trato que ha tenido la Compañía de Jesús en este caso, ya que la investigación previa no habla de "víctimas ni de compensaciones", pero que "nadie se ha molestado en reparar en eso ni ninguna autoridad jesuita lo ha destacado, porque acá todo es silencio, secreto, tomar distancia".
Respecto a qué esperaba del proceso, dijo que "hubiera esperado mayor ecuanimidad. Los jesuitas, como toda la Iglesia, se sienten con "tejado de vidrio" por los delitos cometidos por sacerdotes y religiosos y sus ocultamientos, que hacen que hoy actúen aterrados... las injusticias no se enfrentan doliéndose de ellas, sino que desenmascarándolas". Finalmente, al ser consultado sobre una posible renuncia al sacerdocio, dijo que "mi vocación es jugármela por el Evangelio de Jesús... es lo que he tratado de hacer toda mi vida y lo que seguiré haciendo", según consigna Cooperativa.
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