Entre el 11 de Septiembre de 1973 y el 4 de septiembre de 2022 hay muchas diferencias:
En el siglo pasado la Guerra Fría estaba en su apogeo y, además, el gobierno de Richard Nixon había manifestado su deseo de derrocar el gobierno de Salvador Allende al hacer que crujiera la economía chilena, pues Estados Unidos no podía aceptar que se instaurara una “nueva Cuba” en América. Por el contrario, el 4 de septiembre de 2022 el gobierno, encabezado por Gabriel Boric, tenía el viento a favor, a lo menos, en el panorama internacional, (para los países desarrollados el nuevo texto constitucional representaba los aportes más profundos del pos-materialismo, la ecología, el feminismo, el progreso sobre la base del desarrollo de energías limpias y renovables, los derechos sociales, que eran expresión de los derechos humanos del siglo XXI; con razón, los europeos no pueden explicarse cómo los electores rechazaron tan vanguardista nueva Constitución).
La composición de clase durante el gobierno de Allende es diametralmente contraria a la de Boric: en el caso de Allende, el actor principal fue la clase trabajadora, (baste ver la película, La batalla de Chile, para comprobar este aserto). El cartel que reza “este es un gobierno de mierda, pero es mi gobierno” representa la alianza permanente de la clase trabajadora con el gobierno popular. A diferencia, el gobierno de Gabriel Boric carece del apoyo de la clase obrera y popular, extinguida por el neoliberalismo salvaje; por consiguiente, el gobierno de Boric está en manos de un electorado cambiante que ahora vota por la derecha, pero antes votaba por la izquierda.
En tercer lugar, en democracia los momentos decisivos se dan en los procesos electorales: en el caso de Allende, la UP logró el 33% de votos en las elecciones presidenciales, y transcurrido un año aumentó al 50% en las elecciones municipales, y a pocos meses antes de su derrocamiento, a fines del mes de marzo de 1973, Allende alcanzó el 43,3% de los sufragios. En el caso de Boric, nadie puede negar que ha ganado todas las elecciones en su camino político, que se podría catalogar como “meteórico”, pues en poco tiempo pasó de perder la primera vuelta presidencial frente al fascista y militarista José Antonio Kast y, posteriormente, logró la más alta votación en la segunda vuelta, pero la fatídica hecatombe en el plebiscito de salida logró “bajarle el moño” a toda una generación que se creía dueña de eterna juventud y, además, había olvidado que eran humanos falibles.
La derrota del 11 de Septiembre de 1973 fue tan traumática, que ha exigido un exhaustivo y riguroso análisis sobre la caída y el fin del gobierno popular. El Chile de Allende se convertiría en el modelo de las candidaturas de Francia, con Francois Mitterrand, como también de la apertura hacia la izquierda por parte de gobiernos italianos de la época.
Los estallidos, las revueltas populares y los movimientos sociales carentes de organización y vanguardia no conducen a una revolución, pues sólo sirven para manifestar la caducidad de antigua sociedad, y al máximo, pueden ser la manifestación de ira social, (el 18 de octubre de 2019 chileno no puede ser más que una expresión de lo antes descrito). Ejemplos en la historia hay muchos: “los Chalecos amarillos”, en Francia, y en el pasado más remoto, la manifestación de 1906, en Rusia; la “huelga de la carne”, en Chile, mayo 68 y otras muchas.
En el caso de la Unidad Popular la organización territorial (CAP CUT cordones industriales no fueron capaces de responder a la brutalidad de un ejército de ocupación, que perseguía, torturaba y asesinaba a su propio pueblo.
“La vía chilena al socialismo” exigía, además de una vocación mayoritaria y popular y, sobre todo, de un ejército que, al menos, fuera neutral en un agudo conflicto de clases, y no la intervención del imperialismo que, desde el comienzo del gobierno de Allende, dio la guerra. Hay que reconocer que el sectarismo de los partidos políticos que integraron la Unidad Popular hicieron imposible la ampliación de un gobierno popular, capaz de movilizar las grandes mayorías populares.
El construir el socialismo democrático no puede ser una tarea de”minorías iluminadas” de profetas de cartón, de izquierdistas de café, de salvadores de pacotilla; en gran parte, la verborrea revolucionaria fue la responsable de la derrota de la Unidad Popular. Esta lección no ha sido aprendida debido al infantilismo estudiantil, agitado por imbéciles, que se hacen llamar anarquistas, pero que no tienen ni idea de la grandeza del significado de lo que es el anarquismo de figuras como Leon Tolstoi, Michel Bakunin, Pierre Kroporkin, Belén de Sárraga, entre otros grandes pensadores del anarquismo. Por desgracia, hemos aprendido muy poco de la épica del gran Presidente Salvador Allende.
El vanguardismo en Chile, durante la Unidad Popular, se tradujo en un voluntarismo que nada tenía que ver con el poder de movilización de masas y, en el fondo, el ultra izquierdismo, que creía haber tomado el cielo con la mano, no hizo otra cosa que impedir la capacidad de Salvador Allende, a fin de llevar a cabo una salida ante la grave situación de la coyuntura política.
Salvador Allende mantuvo siempre la coherencia, el juicio y la palabra que suponía que todo acuerdo político debería ser unánime y surgido de las direcciones de los partidos políticos. El honrar la palabra le fue fatal al Presidente Allende.
Muchos de los partidos políticos de la Unidad Popular adolecían de una ignorancia supina respecto del mundo militar, (en mi caso particular, mis dos abuelos fueron desterrados por Carlos Ibáñez del Campo, por consiguiente, ningún pariente nuestro podría seguir la carrera militar, todos los descendientes eran curas, monjas o abogados).En 1931, a la caída de Ibáñez, los militares no se atrevían a andar por la calle por temor a ser golpeados. Los jóvenes de la Universidad Católica dirigían el tránsito. El ¨Presidente Arturo Alessandri mantuvo las “milicias republicanas”, a fin de detener, en lo sucesivo, los golpes militares. Durante el “tacnazo” se pudo comprobar que el gobierno del Presidente Frei Montalva era ignorante con respecto a los militares, (en esa ocasión fue la primera vez que yo vi a un militar), y era tanta la ignorancia de los políticos civiles que, a partir del martes 11 de septiembre de 1973, los políticos resolvieron estudiar la estrategia militar.
El Presidente actual, Gabriel Boric, ha demostrado una gran capacidad oratoria, muy buenas y sanas intenciones y, al menos, es honrado y trasparente, sin embargo, debe recordar que el poder corrompe y que nadie está exento de caer en estas redes. Por otra parte, la juventud no es garantía alguna de buen gobierno, sobre todo si se rodea, como ha ocurrido hasta ahora, con el joven grupo de amigos del Presidente. Gabriel Boric, debe enviar a familiares y amigos muy lejos de La Moneda si quiere ser respetado y seguido por la ciudadanía.
Por Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
16/09/2022
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