“Cavernarios, el pensamiento no se multa ni se encarcela”, Volpone (Darío Sainte Marie) exdirector del popular diario “Clarín” de Chile.
Las balas no matan ideas, nunca lo han hecho, y matar ideas tampoco lo han logrado las persecuciones orquestadas desde las alturas de algún gobierno, sea cual sea el signo que este ostente. Sólo las ideas pueden derrotar y dar muerte a otras ideas. Ejemplos de ello abundan.
Al finalizar el mes de abril el año 1945, los países capitalistas y socialistas respiraron satisfechos porque finalmente habían derrotado al fascismo y al nazismo. En Londres, en Washington y en Moscú hubo fiesta, desfile y celebración oficial. Mussolini y Hitler habían muerto. “Matando a la perra se acaba la leva”, reza un antiguo aforismo español. En política, ese aforismo tiene poco peso específico.
Han transcurrido más de siete décadas desde el término del histórico conflicto bélico, y “la leva” no se ha acabado. Por el contrario, pareciera renacer con nuevos bríos en varias naciones de occidente revestida con ciertos aromas de nacionalismo siglo veintiuno. La cuestión es que esa ideología, otrora tibia crítica de los partidos de derecha y fuerte adversaria de los de izquierda, hoy ya es decidida enemiga de estos últimos, y adversaria declarada de los de derecha. Más aún, esa ideología que muchos creyeron haber abatido para siempre en 1945, ahora amenaza seriamente fagocitar las posiciones y trincheras de la derecha clásica y apoderarse de sus banderas, curules y liderazgos.
Es el fascismo. Ha regresado y cuenta con apoyos de sectores empresariales y mediáticos, amén de ciertas simpatías demostradas por algunos miembros de las altas oficialidades de las fuerzas armadas, como así también de las policías. Los casos de España, Francia, Italia y Brasil sirven como referentes de lo dicho. Abundando en este delicado asunto, Donald Trump en EEUU y José Antonio Kast en Chile son claros ejemplos de lo mismo.
Es así que personajes como Jair Bolsonaro (Brasil), Donald Trump (EEUU), Jean-Marie Le Pen y Marine Le Pen (Francia), Giorgia Meloni y Mateo Salvini (Italia), José Antonio Kast (Chile), Santiago Abascal (España), Volodímir Zelensky (Ucrania), lideran grupos y/o partidos políticos que gustan identificar con el nombre de “patriotas”, un hilo que los engarza a todos y que pretende endilgarles un ‘anti patriotismo’ al resto de las tiendas partidistas existentes en sus respectivos países.
¿Cómo y por qué el fascismo de los años 1930 y 1940 –remozado y aggiornado, obviamente- pudo posicionarse de nuevo en ciertas naciones de occidente? La pregunta merece apuntar también a lo que otrora habría sido un imposible; ¿cómo logró este neo fascismo la aceptación e incluso el apoyo abierto y franco de las comunidades judías sitas en esas ciertas naciones occidentales, como ocurre, v.gr., en Chile?
Ya no se puede utilizar el temor al comunismo cual gabela marquetera para ensalzar a una derecha extrema, puesto que en el mundo actual a excepción de Corea del Norte, Cuba, Venezuela y China, esa ideología no cuenta con suficiente respaldo electoral, ciudadano, económico, mediático ni bélico, para que el sistema capitalista-neoliberal lo considere un peligro de fuste. Un neoliberalismo que, además, maneja y posee el 90% de los medios de información, desde los cuales propaga diariamente lo que desea, lo que le interesa, lo que le conviene y lo que le gusta.
La razón del renacimiento del fascismo debe encontrarse principalmente en el fracaso de los gobiernos democráticos en los últimos veinte o treinta años, gobiernos que no lograron dar satisfacción a las principales demandas de sus respectivas poblaciones; administraciones que han sido largamente superadas por el accionar del narcotráfico, la delincuencia, la corrupción y la mala distribución de las riquezas nacionales, siendo la inseguridad ciudadana y la delincuencia lo que ha favorecido principalmente el renacimiento del fascismo.
Entonces, lo que ofrecen los renovados neonazis y neofascistas es seguridad, orden y control social a toda prueba. Una parte importante de la ciudadanía lo acepta a pie juntillas… y algunos pequeños sectores de ella lo impetran a viva voz. A tal grado es cierto esto que, por ejemplo, en Chile, uno de los líderes e ‘influencer’ del movimiento de los “patriotas”, resulta ser miembro desgajado de una de las más violentas barras bravas del fútbol local, quien fue llevado a juicio por haber asesinado a cuchilladas a uno de sus pares que lideraba parte de su propia barra. Este individuo es quien hoy a nombre de los ’patriotas’ y de la derecha extrema y nacionalista “ofrece mano dura contra la delincuencia”. El diablo vendiendo cruces…pero mucha gente, harta ya de tantos crímenes cometidos por narcotraficantes, sicarios y ladrones, lo acepta cual panacea de la tranquilidad y la paz social.
En alguna desconocida dimensión, Joseph Goebbels debe estar sonriendo satisfecho. Su ‘manual’ de propaganda y mentiras mediáticas ha sido incorporado por muchos de estos movimientos “nacionalistas-patriotas” a su quehacer político cual si fuese un artificio moralmente válido en el accionar público de cualquier autoridad o candidato a serlo.
Sólo ideas destruyen ideas…el problema es que ya no hay actualmente ideas aceptadas por la mayoría ciudadana que sirvan para difuminar posturas ideológicas totalitarias, racistas y violentas como las que parieron individuos apellidados Franco, Mussolini, Hitler, Himmler, Goebbels y otros.
Desgraciadamente, la democracia vigente en muchas naciones de occidente se sustenta en el sistema neoliberal, mismo que –sin temor a errar en esta apreciación- no puede desarrollarse, avanzar y ni siquiera sobrevivir, sin la presencia del narcotráfico, la corrupción oficial y la farandulización de la información.
Por ello, vastos sectores de la población no entienden, no conocen ni logran informarse adecuadamente…y el fascismo avanza con renovados ímpetus. ¿Cómo detenerlo, pacífica y democráticamente si él, para prosperar políticamente, se sienta en la democracia y en la paz social? Es la tarea que viene, sabiendo que las balas no sirven (nunca sirvieron). .
Por Arturo Alejandro Muñoz
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