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jueves, 22 de mayo de 2014

Cuenta pública sin épica se centró en anuncios sectoriales tipo lista de supermercado

Bachelet hace gesto a la elite y usa tono conciliador en discurso del 21 de mayo

Marcada por la fuerte arremetida comunicacional tanto de la derecha como de ex viudos de la Concertación y un sector de la DC, que han instalado que “hay un clima de crispación”, que el gobierno está pasando “la aplanadora” y que “no hay diálogo”, la Mandataria optó por no remarcar un relato comunicacional que englobe conceptualmente al conjunto de reformas proyectadas para el periodo presidencial. No mencionó a la Nueva Mayoría –su creación personal–, ni habló de neoliberalismo, menos de asamblea constituyente. Paños fríos y “avanzar en otro tono” es la consigna para lo que viene.
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Desde la campaña presidencial que las tres grandes reformas –tributaria, educación y nueva Constitución– que contempla el programa de gobierno de Michelle Bachelet para estos cuatro años han hecho crujir a los sectores políticos proclives al statu quo, entiéndase el mundo empresarial, el grueso de la derecha, la ex Concertación y algunos sectores de la DC. Una tensión en la elite de la que se hizo cargo el primer discurso de la Mandataria ante el Congreso Pleno, que tuvo un claro tono conciliador, estuvo lleno de señales a favor del diálogo, sin alusiones refundacionales ni construcción de un relato de las reformas, pero sin ceder en el acento de las transformaciones que impulsará durante su administración.
Tanto en la Nueva Mayoría como en el gobierno explicaron que la idea –que será la premisa para las próximas semanas– es “avanzar pero con otro tono”, no dar pábulo a temores de la derecha y del mundo conservador sobre posibles “refundaciones y retroexcavadoras”, sino que poner paños fríos con el acento en el diálogo y el perfeccionamiento de las reformas. Una delgada línea que busca calmar a la elite sin abandonar los compromisos de campaña de impulsar las transformaciones necesarias, que –consideran en el oficialismo– quedó perfectamente plasmada en una de las frases políticas más contundentes de la primera cuenta pública de Bachelet: “Habrá diálogo pero las decisiones deben responder a las mayorías. Eso está en el corazón de la democracia”.
Las palabras de Bachelet ante el Congreso Pleno estuvieron repletas de señales políticas a diversos sectores. A la ex Concertación, el mundo conservador de la DC, ese sector que está al borde de la Nueva Mayoría, que ya no es parte de la primera fila de política, que se siente abiertamente incómodo en el nuevo clima político y así lo ha hecho sentir, con la nostalgia pública por la política de los consensos de los años 90 y los cuestionamientos a las reformas emblemáticas del gobierno, más en sintonía con la derecha que con el oficialismo actual.
Ese guiño se vio reflejado cuando, al hablar de la reforma tributaria, la Presidenta Bachelet dijo que en su gobierno “entendemos todas las interrogantes que pueden surgir, las dudas y hasta los temores que todo cambio de esta envergadura genera. Pero nos aplicaremos para que todos ellos sean despejados durante la tramitación legislativa, porque esta es una reforma hecha de cara al país” y agregó que “estamos abiertos al debate y al perfeccionamiento de las medidas en todo lo que implique atender al interés general del país y con una mirada de largo plazo”.
Esa fue la tónica durante las dos horas que duró el mensaje presidencial. Recoger el llamado al diálogo, pero a renglón seguido remarcando que debe ser “como hemos dicho: cada cambio que hagamos al proyecto debe estar orientado por los objetivos centrales que esta reforma (tributaria) persigue” y que “gobernaremos dialogando con todos los sectores, las veces que sea necesario, pero con el objetivo claro de que como país debemos avanzar en una sociedad con menores desigualdades y que les dé más bienestar a todos y todas”.
El sello refundacional que algunos sectores más tradicionales le critican al programa de Bachelet molesta porque cambia las reglas del juego político y tributario de los últimos 20 años, pero a la vez sienten que desconoce lo logrado en la transición, la obra de la otrora Concertación. Por lo mismo, no fue casual y a eso apuntó la Presidenta cuando dijo que “así como antes fuimos capaces juntos de poner a Chile en la senda del crecimiento económico con democracia, hoy necesitamos hacer un nuevo esfuerzo para que el desarrollo y el crecimiento sea más armónico e integral. No tengan dudas que en este afán mantendremos aquello que ha funcionado y nos ha dado buenos resultados: en esta nueva etapa que se abre Chile no está partiendo desde cero”.

Es más, explícitamente reconoció que “los gobiernos democráticos desde 1990 a la fecha, fueron capaces de construir una economía sana, una democracia estable y un país maduro, que puede mirarse al espejo y reconocer sus aciertos y profundizarlos. Quiero ser muy clara en este punto: durante mi gobierno haremos estas transformaciones y lo haremos con gobernabilidad, paz social, de manera democrática y transparente”.
Ese sello conciliador que desplegó Bachelet fue anotado y reconocido por varios en la Nueva Mayoría, como el diputado PPD, Pepe Auth, quien abiertamente habló del “cambio de tono” que hubo en el discurso presidencial, que en las palabras de la Mandataria hubo “un reconocimiento a la continuidad con el pasado, no fue un discurso refundacional, se reconoce el avance que se hizo en gobiernos anteriores, pero con acento en las transformaciones”.
El timonel del PC, Guillermo Teillier, destacó que en el discurso se dio una señal de apertura al diálogo, pero dejando claro que “las elecciones establecen una mayoría que reflejan los anhelos de la sociedad”, y su par PPD, Jaime Quintana, habló de “discurso integrador” y agregó que la Presidenta “les habló a todos, a todos los hogares”.
Este tono coincidió con el desafío público que le hizo el senador DC, Andrés Zaldívar, por el diario El Mercurio la mañana de ayer, al afirmar que en la Cámara Alta “el corazón (de la reforma tributaria) es susceptible de mejorarse, perfeccionarse y que no se cometan errores que no sean necesarios”, lo que choca con lo dicho por La Moneda una y mil veces, en el sentido que están abiertos a todos los cambios que se quieran introducir a la reforma, mientras dicha médula de la enmienda no se toque, lo que implica resguardar la recaudación de 8 mil 200 millones de dólares, así como que no se afecte el principio de justicia tributaria, eliminación del FUT y aumento del impuesto a las empresas del 20% al 25%.
En la Nueva Mayoría y en el gobierno reconocieron que la jugada del senador DC cayó como piedra, molestó profundamente, porque introdujo ruido innecesario, que escogió mal el día para darse el gusto, ya que fue un intento por empañar el primer discurso presidencial, porque es precisamente ese tipo de opiniones las que alimentan el llamado fuego amigo que en Palacio quieren neutralizar, tanto para el segundo trámite de la reforma tributaria como en el despliegue de la reforma educacional.
Pero en el oficialismo también recalcaron que las señales de la Mandataria a la falange surtieron efecto inmediato, porque se comentó que el timonel DC, Ignacio Walker, estaba feliz a la salida del Congreso, lo que fue ratificado con sus declaraciones públicas: habló de un “buen discurso”, que había sido “macizo” y “redondo”, destacó que no fuera grandilocuente, sino que “realista”, “cuidadoso”, “responsable” y con “propuestas concretas”.
En la Nueva Mayoría precisaron que este tono conciliador que mostró Bachelet “era justo y necesario”, porque era momento de contrarrestar el despliegue comunicacional de la derecha, que “se victimiza” al acudir todos los días al eslogan de la retroexcavadora y la aplanadora. Ello, porque explican que cuando el senador Quintana en los primeros días del gobierno puso en la mesa la desafortunada frase que “iban a pasar la retroexcavadora” para graficar las reformas del programa, el problema fue -agregó un dirigente- que “se le regaló el eslogan perfecto a la derecha estos cuatro años”.
Eso es coincidente con el reconocimiento en Palacio los días anteriores respecto a que en el balance de lo avanzado hasta ahora, el gobierno se anotó la victoria política de la aprobación de la reforma tributaria en la Cámara de Diputados, pero quedó al debe con el flanco comunicacional, gallito en que la derecha ha ganado hasta ahora.
A tono con eso, y más allá del acento conciliador de su discurso, la Presidenta Bachelet fue categórica con el mensaje que envió a la derecha: “En el debate de esta (tributaria) y de otras reformas debemos ser capaces de abordar nuestras diferencias con respeto, sin caer en caricaturas ni desinformando a los ciudadanos sobre los reales efectos de las medidas que estamos planteando” y acto seguido sentenció que “quiero asegurarles a todas las chilenas y chilenos que esta reforma tributaria no la paga la clase media ni la pequeña empresa, las que al contrario se verán beneficiadas por esta reforma. Tampoco se afectará el monto de sus pensiones”.
En la oposición algunos recogieron el guante, al menos eso se reflejó en sus reacciones, como la del senador RN, Francisco Chahuán, quien vía twitter destacó que el discurso “fue de un gobierno de mayoría con respeto a las minorías, fue menos soberbio” y sus pares, Alberto Espina, quien dijo que “quería darle el beneficio de la duda” a Bachelet, la parlamentaria de Amplitud, Lily Pérez, quien reiteró que apoyará la reforma de cambio al binominal o el senador independiente, Carlos Bianchi, quien dijo que “por vez primera escucho un discurso orientado a la gente de carne y hueso” y destacó el anuncio de la AFP estatal.
Otros, como el senador RN, Manuel José Ossandón advirtió una vez más el mal estado en que se encuentra la derecha, que a estas alturas es “como la Esmeralda, a punto de hundirse” y que por lo mismo, el gobierno “nos va a pasar por encima”
Lista de supermercado

En el gobierno comentaron que la Presidenta tuvo un lapsus y se saltó el párrafo en que hacía mención expresa a las minorías sexuales, lo que generó la molestia en las organizaciones vinculadas a la defensa de los derechos de estos sectores, más aún cuando la Mandataria sí habló hasta de la tenencia responsable de mascotas.
Salvo ese punto, en el mensaje presidencial hubo guiños a todos los sectores del país, varios anuncios concretos, muchos que no tienen que ver con la agenda de reformas, sino más bien con temas cotidianos, pero que son de sensibilidad ciudadana. Como lo referido a la “Ley Emilia” y establecer penas a la conducción bajo estado de ebriedad o que en el segundo semestre se mandará el proyecto de la Ley Ricarte Soto para establecer el Fondo de Medicamentos para enfermedades catastróficas que beneficie a toda la población, punto en el cual Bachelet dijo que “un país no puede estar haciendo completos para juntar plata para remedios”.
Habló de recursos asignados ya para la contratación de 750 nuevos médicos especialistas, una de las principales falencias en salud en regiones, garantía de la Junaeb de entregar sin necesidad de ficha social raciones de alimentos a todos los menores de edad de los tres primeros quintiles en los colegios. También anunció la evaluación de la ley de pesca para fortalecer la pesca artesanal y regularizar las caletas pesqueras, recordó la recién anunciada agenda energética y de productividad y crecimiento, que en el propio gobierno reconocen como los dos aspectos de moneda de cambio al empresariado por la reforma tributaria.
Para el voto duro de la Bachelet, en términos de género habló sobre la necesidad de despenalizar el aborto, lo que desató la ira de la UDI y la Iglesia, pero que no fue rechazado por la DC. “Periódicamente conocemos por las noticias casos de mujeres que se practican abortos clandestinos que ponen en riesgo sus vidas y sin duda las marcan con una experiencia de dolor y angustia. Cada aborto en el país es una señal de que como sociedad hemos llegado tarde porque la prevención no tuvo los resultados deseados. Chile debe enfrentar en una discusión madura, informada y propositiva esta realidad, debatiendo en el parlamento un proyecto de ley que despenalice la interrupción voluntaria del embarazo en casos de riesgo de vida de la madre, violación e inviabilidad del feto”, sentenció la Mandataria.
Pero sin lugar a dudas, el principal guiño fue a los estudiantes, cuando anunció el cambio en la Tarjeta Nacional Estudiantil que hasta ahora, está vigente sólo entre marzo y diciembre. “Desde ahora, en cambio, se extenderá el uso de esta tarjeta a los 12 meses del año: los estudiantes podrán usar todo el año esta tarjeta de transporte”, dijo.
Un anuncio que claramente busca bajar el foco de tensión permanente, considerando que es una respuesta a una de las peticiones históricas del movimiento estudiantil.
También se refirió a la Nueva Constitución, pero quedó claro que no es la prioridad de este semestre ni del 2014, ya que solo hizo hincapié en el carácter participativo del cual debe surgir la nueva carta magna, que definirá las reglas para los próximos 50 años de la democracia chilena. Lo que si destacó fue el proyecto de cambio al sistema binominal, que para La Moneda es clave tenerlo aprobado antes de fin de año. No mencionó la “asamblea constituyente”.
El discurso no tuvo el carácter épico y fundacional que si se le reconoció hace poco más de un año, en la comuna de El Bosque, el día que regresó a Chile para asumir la candidatura presidencial. En esa ocasión remarcó que este no sería un nuevo gobierno de la Concertación sino el primero de una nueva mayoría social y política. En el gobierno reconocieron que este mensaje de 21 de mayo no se le dio la connotación de hito ni era el objetivo marcar un antes y un después, como fue lo aquel del 30 de marzo del 2013, sino que solo un paso más en términos políticos para lograr llevar a buen puerto las reformas emblemáticas.
Bachelet partió rígida, muy seria, leyendo casi al pie de la letra, pero con el correr de los minutos, de a poco se fue soltando, dejó aparecer su estilo característico, aquel cercano, menos empaquetado, con salidas de libreto bastante naturales con las que sacó más de una sonrisa al Congreso Pleno.
Es cierto que su mensaje no tuvo un tenor refundacional, solo enuncio tímidamente el marco conceptual de este proceso de reformas: “Hoy estamos ante un momento histórico. Chile vive un nuevo ciclo social y político, y el país tiene la fuerza para enfrentar los lastres de su desarrollo, principalmente la desigualdad”, dijo y reiteró el punto casi al cerrar su discurso, cuando sentenció que “hoy la historia nos da una gran oportunidad. Tenemos que tomarla”.

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