Vistas de página en total

sábado, 3 de mayo de 2014

Fuí víctima de abuso policial. Por Andrea Moraga Tononi, periodista

Cubría el acto del 1 de mayo en Plaza Brasil y además protestaba pacíficamente y fui reprimida con extrema violencia policial. De las 43 personas que fueron detenidas, solo dos pasaron a control de detención.

El acto estaba convocado para las 12:30 horas, pero ya desde muy temprano las cercanías de la Plaza Brasil estaban sitiadas. Piquetes de fuerzas especiales de Carabineros estaban apostados por decenas en las calles aledañas, preparados para lo que se veía venir.

En un principio, la actividad 1 de mayo alternativo, fue un acto solidario que reunió a representantes de todos los sectores, y se desarrollaba con normalidad: discursos políticos, muestras artísticas, comerciantes ambulantes y gente de todas las edades llenaba la plaza, a pesar de la llovizna que a ratos se dejaba caer. Todo bajo la atenta mirada de los uniformados que a esa hora ya se veían por los cuatro costados.

Los primeros embates se produjeron cuando algunos asistentes bajaron a la calle a entorpecer el tránsito en Huérfanos con Brasil. Ahí Carabineros se vino con todo. Dos piquetes replegaron la gente hacia la plaza y después continuaron avanzando amenazando la continuidad del acto cuyo escenario estaba emplazado en medio de los juegos. Por el micrófono el orador llamaba a la calma y a no dejarse intimidar, mientras el guanaco mojaba indiscriminadamente.

Ahí se produjo el primer hecho de violencia. En plena plaza, Carabineros comenzó a apalear y golpear a los asistentes, que respondieron con palos y piedras. Un uniformado cayó al suelo y debió ser sacado por sus compañeros que comenzaron a replegarse. La gresca terminó solo gracias a la intrépida acción de una señora de la tercera edad que junto a varios manifestantes con las manos alzadas los emplazaron a gritos a no seguir provocando.


En esa misma esquina minutos después, dos mujeres encapuchadas las emprendieron contra la farmacia que a esa hora estaba cerrada, mientras otros jóvenes sacaban el equipamiento urbano para hacer una barricada. Los mismos manifestantes los llamaban a no seguir la violencia, pero ya no había vuelta atrás. Ahí empezó un verdadero baile, donde los policías apoyados por el lanzaaguas, avanzaban en bloque pegando palos a diestra y siniestra, para luego volver atrás manteniéndose vigilantes. La estrategia era esa...esperar y luego avanzar con fuerza y violencia.

En la otra esquina, Brasil con Compañía, se produjeron los hechos más violentos que fueron registrados por las cámaras de los asistentes, entre ellos una bomba molotov arrojada al edificio del club de Investigaciones y la respuesta de un PDI que disparó contra los reporteros gráficos y quien pasara por el lugar.


Yo no alcancé a ver eso, porque una media hora antes fui violentamente detenida cuando cuestioné que los policías grabaran a la gente que protestaba pacíficamente. "Tu cámara no me intimida porque estoy ejerciendo mi legítimo derecho a manifestarme y a cubrir el acto", fue la última frase que alcancé a decir antes que los otros policías me tomaran con fuerza, arrastraran por el suelo hasta el furgón policial, a pesar que a viva voz gritaba que me soltaran que podía subir por mis propios medios y que era periodista.
(Imagen que la puede ver en nuestra sección audiovisual)

Tres reporteros gráficos que se acercaron a tomar imágenes la situación, entre ellos mi hermana, corrieron la misma suerte y fueron subidos con la misma o más violencia aún al carro, a pesar de exhibir sus credenciales.

La siguiente media hora, 13 personas llenaron el furgón policial, el primero fue un joven que cuestionó el abuso en mí contra y los reporteros, sufriendo peor suerte, porque al no entender el motivo de su aprehensión se aferró a las puertas del furgón para no ingresar... fue apaleado en las manos hasta que se soltó, alzado de cabeza y luego volcado fuertemente hacia atrás, golpeándose la nuca y espalda. Su pie aterrizó en la boca de uno de los reporteros.

Las últimas en subir fueron dos hermanas de 16 y 22 años, que fueron interceptadas con una mochila sospechosa que tenía dos objetos contundentes: dos manzanas.


Cada cierto tiempo distintos policías se asomaban al carro y señalaban a uno u otro detenido, "ese es mío" apuntaban y después se iban.


En ese mismo sector se registró la detención de una niña insulinodependiente, cuyo padre se aferró a ella para evitar la violencia policial, pero corrió la misma suerte. Ya en la comisaría se les veía juntos, pero separados por la reja que dividía el lugar de reclusión de mujeres y hombres. Cuando salí aún estaban ahí.


En la 3º Comisaría, los mismos policías que antes actuaban como autómatas, intransigentes y violentos, a los ojos de sus superiores se mostraban amables y preocupados de nuestros derechos.


El oficial a cargo, con ojo avezado, se acercó a nosotras, nos explicó el procedimiento y salió a hablar con nuestros familiares. A la menor de edad la enviaron de inmediato a otro recinto en medio de las lágrimas de su hermana, que fue asistida por una sicóloga.


A mi hermana, a punto de sufrir una crisis. Le acercaron una silla, le ofrecieron un dulce y asistencia sicológica, "hace más o menos un año que contamos con este servicio exclusivo para los detenidos" explicó la profesional.

La hermana de la menor y mi hermana fueron las primeras en salir, cerca de las 5 de la tarde, después poco a poco fueron liberando al resto. De los 43 detenidos en la jornada, sólo DOS pasaron a control de detención, el resto seguramente tendremos que dar explicaciones al juez y pagar una multa por desórdenes en la vía pública. Desde ya anuncio que no estoy dispuesta a eso, porque yo solo me estaba manifestando en un acto autorizado.


Luego de esta experiencia me vuelven a la mente las palabras del diputado Gabriel Silber miembro de la Comisión de Seguridad Pública de la Cámara, quien insistentemente ha llamado a terminar con lo que calificó como "una suerte de pesca de arrastre a la hora de hacer control en las protestas, con detenciones masivas, con escasa efectividad y pocos medios probatorios ".


Y si cabe alguna reflexión, creo que Carabineros ha hecho un gran esfuerzo por acercarse a la ciudadanía, que el trato al interior de las comisarías es digno y que disponer de sicólogo y línea directa con los fiscales es un sustantivo avance, pero es en la calle donde debieran estar los oficiales y la gente con real instrucción, para in situ tomar medidas y no detener a gente que a todas luces es inocente como los reporteros gráficos y si así lo hacen, tener la capacidad de liberar a quienes evidentemente no están provocando desordenes y así se podrían evitar la pérdida de tiempo y recursos que implican las decenas de detenidos injustamente, porque una real democracia debe saber equilibrar el resguardo de la seguridad pública, con el legítimo derecho a manifestarse.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores