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sábado, 9 de agosto de 2014

esta pasando ante nuestros ojos y poco o nada hacemos por combatirlo.

Manuel Humberto Ahumada Lillo

Estimados compañeros y estimadas compañeras:
Esta noticia la comentamos en la Voz de los Trabajadores el martes 5 como a las 11 de la noche. La leí el miércoles 6 de agosto, seguramente algunos de ustedes tambien lo hicieron. Debo reconocer que no le di toda la importancia que tenia y tiene y he estado un buen rato pensando que a veces  uno se pone algo insensible. Yo escribo con dolor esto pero he querido enviárselos pues esta pasando ante nuestros ojos y poco o nada hacemos por combatirlo.  

Cuantos de nosotros, de nuestros compañeros y compañeras, corren el riesgo cierto de tener que trabajar hasta los 80 años y mas para intentar sobrevivir con algo de dignidad?

Tenemos claro que este y otros trabajadores fueron empujados a trabajar hasta esta edad porque tienen pensiones de hambre, no tienen una casa donde vivir, o sus hijos poco o nada se preocupan de ellos, o si lo hacen no disponen de lo necesario para atenderlos y evitar que tengan que trabajar? 

No será que a lo mejor don Mario y otros como él han sido abusados en sus derechos, por desconocerlos, por no haber recibido nunca una cartilla educativa, por no haber participado de una organización donde le hayan enseñado a defenderse de la explotación y el abuso?

No sienten que se aprieta el corazón al saber que que un trabajador, un ser humano, uno como nosotros, ha muerto solo , a la interperie, como un animalito abandonado?

Lo que es yo, me he permitido enviar esta nota para invitar a ser aun mas esforzados en nuestro trabajo, a entender que todo lo que hagamos en función de la organización es valioso y necesario, porque está ayudando para que no tengamos mas Mario Cortes. Todo es valioso, hasta el mas mínimo paso en este caminar, en esta lucha contra ese gran enemigo que es el capital  . 

Por eso la insistencia en invitar a las escuelas sindicales, a ser solidarios con las huelgas, a acompañar las marchas y manifestaciones, a hacer organización, a salir a la calle a entregar el periódico.

No se le pide a nadie dedicación exclusiva, solo se pide no abandonar, entregar algunos minutos cada semana, un mínimo esfuerzo para sembrar la semilla de la organización, sea participando activamente, difundiendo sus materiales, invitando a otros a organizarse. Lo único que no se puede hacer es ser indiferente, pues eso podría significar perpetuar las injusticias y la discriminación. 

Por que si algún día tenemos la desgracia de toparnos con algo similar a lo sucedido a don Mario, podamos mirar de frente y decir ¡¡¡ ME DUELE Y ENFURECE QUE AUN HERMANO LE PASE ESTO, ME DUELE QUE TODO MI ESFUERZO NO HAYA SERVIDO PARA EVITARLO, MAS ESTOY TRANQUILO PUES HICE LO POSIBLE Y LO IMPOSIBLE POR LOGRARLO!!!!


ESTO APARECIO EN EL PORLA PUTA.CL Y ME PARECIO IMPORTANTE COMPARTIRLO

Don Mario Cortés
Y la prensa consigna el hecho en diez líneas: murió un cuidador de los jardines de Palacio. Su cadáver apareció frente a la Casa de Gobierno. Agrega la información que la de Cortés fue una muerte natural.
En esta cultura, hasta cuando la prensa dice la verdad, miente. Por omisión, por costumbre, porque no puede ser de otro modo.
Frente al símbolo del poder murió pobre como vivió don Mario Cortés. En silencio como sus pastos y jardines. Ajeno a lo que pasa más allá de los balcones de todo el poder, de todos los miedos y de todas las amenazas.
Pero no murió de muerte natural. A menos que entendamos por natural el que un hombre deba trabajar hasta los ochenta años, y que se muera sentado en un escaño por donde pasan miles de personas al día y no haya estado descansando en su casa, viviendo a expensas de su pensión.
La policía descarta la implicancia de terceros, pero ese aserto tampoco es del todo correcto. Un anciano que debe trabajar desde las cuatro de la mañana, y hasta muy tarde, y que muere en las barbas del poder, no puede sino ser considerado como asesinado por una trama oscura y profunda que se confabuló.
Lo mató la economía, las AFP, el sistema de salud, y los políticos de toda esta cultura corrupta, insensible y codiciosa.
Veamos su sueldo, sus colillas de pago, su cobertura médica, sus aportes previsionales. Busquemos explicarnos por qué un ex minero, ya afectado por la brutalidad de las minas, cae fulminado por la muerte a los ochenta años, ni más ni menos que frente a las oficinas presidencias y ministeriales y la puta que los parió.
Veamos su vida, sus noches, sus vacaciones, su alimentación, sus sueños y su historia. En vida nadie lo vio. Los pobres abusan de esa extraña capacidad para pasar inadvertidos.
Y los que mandan y regatean un peso al pobrerío, ¿se preguntarán por qué don Mario debía trabajar en dos partes?, ¿Y para qué le alcanzaba su pensión? A ver si alguien en alguna parte siente algo de vergüenza en este país de ganadores, de emprendedores, de créditos, de ganancia demencial, de repugnantes poderosos.
Y esperemos si de paso su muerte sonroja a quienes negociaron la miseria del sueldo mezquino de don Mario, y con qué derecho y con qué ética lo hicieron. Y que alguien de la CUT les explique a sus familiares la mecánica celestial de las mesas de negociación y de la altisonante agenda laboral de los ganadietas y estipendios.
Don Mario vivió lejos del brillo que reluce en los ojos triunfadores de los zánganos, constructores, sostenedores y administradores de una mierda de país en que esta muerte es un dato mínimo en los diarios, una estadística de los vulnerables invisibles, una cifra más de las tantas que hay.
Pero Don Mario murió cerca de los que hicieron de su vida un continuo de sufrimientos y esfuerzos sin futuro: los poderosos por destino para ellos y por maldición para casi todo el resto.
Mientras en el diario se consigna que las entradas para el Lolapalooza se agotaron en veinte minutos.
Todo un record.
FUENTE EL DESCONCIERTO.cl

 

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