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sábado, 30 de agosto de 2014

Ex alcalde UDI y agente DINA Cristián Labbé sería encarcelado en Punta Peuco, según dicen abogados de derechos humanos

Por Mario López Moya
Expediente judicial da cuenta de múltiples testimonios que aseguran que Cristián Labbé, como teniente de Ejército, durante octubre y noviembre de 1973 tuvo bajo su poder a varios prisioneros que fueron sometidos a torturas en las cuales participó. El ex alcalde de Providencia lo niega. Abogado de DD.HH dice: “Ahora no se salva”.
"Ante mi apareció un militar fuertemente equipado, quien mirándome de manera amenazante me gritó: ¡baja la mirada concha de tu madre!... Ante la sorpresa y el temor, no reaccioné en forma instantánea, provocando en él un estado de histeria que derivó que sustrajera el arma cortopunzante conocida como corvo, avanzara hacia mí y profiriendo insultos y amenazándome con cortarme el cuello...".

Así relata Harry Cohen Vera, por aquel entonces un joven de 22 años su primer encuentro con el teniente boina negra, Cristián Labbé Galilea, en 1973.


Como en aquella situación ocurrida en Inglaterra, en que se detuvo a un grupo de irlandeses de la familia Conlon acusados de pertenecer al IRA y en que fueron condenados incluso a largas penas, siendo personas inocentes, a las cuales se les acusó de cometer o participar de actos terroristas, a Harry Cohen Vera se le secuestró, torturó brutalmente y acusó de ser un terrorista, sin ni siquiera haber militado en algún partido político.


Cambio21 tuvo acceso exclusivo al expediente que busca encarcelar a Cristián Labbé por estos hechos.


En el nombre del padre


Era el 7 de noviembre de 1973 cuando Harry Cohen se dirigía desde Santiago a Futrono, donde residía parte de su familia. Lo hacía cada cierto tiempo por razones de negocios y por encargo de su hermano, quien residía con él en Santiago. El pelo largo y la barba destacaban en la desgarbada figura de un muchacho de aquella época, ajeno a la política, más preocupado de su trabajo como técnico eléctrico y de ayudar a los suyos.


Había sido molestado en viajes anteriores por militares por su aspecto. Sabido es que en aquella época pos golpe, el pelo largo y la barba en los hombres y los pantalones en las mujeres, no eran bien vistos por el régimen. Pero estaba acostumbrado. Lo que vendría después, sí que no estaba en lógica alguna. "Yo no era activista ni militante político -señala Harry Cohen a Cambio21-, era un observador de lo que pasaba", señala.


Ya en Futrono junto a su familia, al día siguiente de su arribo y siendo de mañana, se encontró de sopetón con un aspecto de fiereza que jamás había imaginado. Militares camuflados y fuertemente armados rodearon su casa e ingresaron violentamente apuntando a todos en la familia. Él y un familiar fueron hechos prisioneros y trasladados a la comisaría del pueblo.


"No entendía nada"


"Yo he tratado de explicarme lo que sucedió y durante el tiempo le he dado varias interpretaciones. Al comienzo se pudo pensar que se debió a un error de algún funcionario, pero con el tiempo uno se da cuenta que es un comportamiento típico que ellos tenían (la dictadura). Fantaseaban con mercenarios que habían llegado a Chile y en mi caso puedo haber parecido extranjero por el nombre. Les molestaba mi apariencia física, pelo largo y barba, propio de aquella época. Si hasta les parecía extraño que me dedicara a electrónica, pues parece que pensaron que tendría que ver con las comunicaciones de la radio clandestina que operaba en Neltume, pero nada de eso era cierto", asegura Cohen.


Al medio día, un helicóptero del Ejército se posó en la plaza de Futrono. Allí fueron conducidos los prisioneros y entregados a los Boinas Negras que operaban hacía unas semanas en el lugar. El general Nilo Floody estaba a cargo del destacamento de unos 200 hombres llegados desde Santiago en la búsqueda y exterminio de "extremistas" cercanos al llamado Comandante Pepe que habría complotado en la zona, aseguraban. Cristián Labbé estaba entre los oficiales que comandaban a los efectivos militares.


Las amenazas


Ya al interior del helicóptero, se percató que junto a él se encontraban en la misma condición de cautivos Leonardo Santibáñez, Juan Rosales y Jaime Rozas, todos habitantes de esa localidad. Destino Panguipulli, que era el centro de operaciones de los comandos. En pleno viaje las amenazas de ser lanzados a las aguas se repitieron con sadismo y sorna.


"Me pregunté muchas veces por qué me detuvieron, qué hice de malo... De la experiencia de ser una persona normal, que nunca se metió en nada y de pronto aparecer rodeado de militares en ropaje de combate, con camuflaje, con soldados en actitud belicosa y ser preso, trasladado, amarrado arriba de un helicóptero en que amenazaban lanzarnos al lago Riñihue... fue una locura, no entendía nada, era como ver una película de terror, pero que me estaba sucediendo a mí", reflexiona Harry Cohen.


"¡Baja la vista...!"


Pero lo peor estaba por venir. Fue encerrado junto a Santibáñez en una celda. Allí estaba cuando vio de frente a Labbé por primera vez. Jamás olvidará ese rostro, la voz, esa prepotencia, la violencia con que fue encarado, corvo en mano por el militar, por solo mirarlo a la cara. La voz la seguiría escuchando por algún tiempo, en cada sesión de tortura, donde ya no lo podría mirar a la cara, pues la capucha que le fue colocada lo impedía.


Para Cohen, "Las torturas que sufrí fueron sin sentido, las preguntas acerca de lo que hacía yo o mi familia eran acompañadas de descargas de corriente, que aumentaba si no les parecía adecuada mi respuesta (...) en cada oportunidad que fui torturado, era izado con mis manos amarradas a la espalda, capucha en mi cabeza y electrodos puestos en brazos, pies y caderas. Era un ritual que comenzaba en silencio y luego se venían las preguntas, insultos y amenazas. Los golpes de corriente eran insoportables", indica.


Inconfundible

Tres eran las voces que interrogaban una y otra vez. La del exalcalde de Providencia y miembro de la DINA, Cristián Labbé, era inconfundible para Harry Cohen: "Tengo claro quién me torturo y me amenazó matar con un corvo, era Cristián Labbé, cómo no voy a estar seguro si lo miré a la cara y lo vi abalanzarse encima mío mientras me insultaba. Además, lo escuché e identifiqué su voz en mis interrogatorios y además me lo ratificó el sargento Barra. Cuando me interrogaba, era claro distinguir su voz, pues lo vi y escuché claramente cuando me amenazó", afirma sin dudas.


Las sesiones de torturas se prolongaron por días, así lo afirma no sólo Harry Cohen sino que además los otros prisioneros que sufrieron también el rigor de los flagelos. "Fuimos torturados con electricidad, nos amenazaban con corvos en el cuello, nos intentaron fusilar mientras estábamos vendados", afirma Bernardo Santibáñez, compañero de celda y desdichas de Cohen, en la causa rol 5-2013 a cargo del Ministro en Visita Extraordinaria de la Corte de Apelaciones de Valdivia, Juan Ignacio Correa Rosado.


Groseras contradicciones


Todas las declaraciones de testigos directos en la señalada causa, son coincidentes en ubicar a Cristián Labbé entre octubre y noviembre en la zona y en el lugar de los hechos. Testigos que lo vieron e incluso hablaron con él, como el también detenido sin orden judicial Jaime Rozas, asegura en sus declaraciones: "En ese momento conocí a un oficial de Ejército (...) el que me dijo que era de apellido Labbé (...) quien conversó conmigo, me preguntó de dónde venía, le dije que de Futrono y le pregunté si era familiar de una familia Labbé de Futrono y me dijo que no". Rozas hablaría cara a cara varias veces con el teniente, identificándolo también como uno de sus torturadores.


"Este es un caso que tiene relevancia no solo por el inculpado, por el autor, sino que por la naturaleza de los hechos, que sin revestir una gravedad extraordinaria, como un homicidio, pero que dan cuenta de los abusos con que actuaron los militares en este país", señala categórico el abogado patrocinante de la causa, Roberto Ávila Toledo.


"Ahora no podrá salvarse"


Pero Labbé al declarar ante la Brigada de Derechos Humanos de la PDI negó haber estado allá en ese tiempo: "En relación a su consulta, si yo conocí o ubiqué a una persona de nombre Harry Cohen Vera, que pudiera haber estado detenido o retenido al interior del Regimiento, debo señalar que no existe ninguna posibilidad de que eso haya ocurrido, ya que no existieron personas detenidas bajo mi mando", aseguró el exalcalde UDI.


Es más, negó haber estado en la zona al momento de acontecer el secuestro y torturas de Harry Cohen. Declaró Labbé: "Yo niego haber estado en Futrono y Valdivia en las fechas en que se me indica en este acto (...) además niego haber sido parte de una situación como la descrita", señaló.


Para el abogado querellante Roberto Ávila, "existe contradicción en los dichos de Labbé acerca del lugar en que se encontraba en aquellas fechas, cosa que la Brigada de Derechos Humanos de la PDI detectó y por ello se hace necesario pedir la hoja de vida del querellado y eventualmente incautarla, en caso de negativa", manifiesta.


Asegura el también abogado querellante y experto en materia de derechos humanos, Luis Toro, "Existe contradicción con otros juicios en los que ha declarado Labbé y cuyas fechas no coinciden con sus dichos. Es más -afirma-, el teniente coronel (r) Arturo Bosch González, declara ante el Ministro Solís, en otra causa, que ubica a Labbé en la zona de Valdivia junto a 200 a 300 efectivos de comandos especiales Boinas Negras que llegaron allí en octubre de 1973 y se quedaron hasta noviembre de ese mismo año. Ahora sí no podrá escapar", afirma.


El síndrome Pinochet: La pérdida de memoria


Las contradicciones del exalcalde y coronel (r) son abismantes. Al igual que en otros expedientes en que ha sido interrogado, al preguntársele dónde estaba en noviembre de 1973, responde cambiando los años y habla de 1975, como si un poderoso virus del síndrome Pinochet, perder la memoria, lo atacara.


El expediente tenido a la vista de manera exclusiva por Cambio21, da cuenta de múltiples testimonios, todos contestes en los hechos que acreditan que Cristián Labbé como teniente estaba en la zona durante octubre y noviembre de 1973, a cargo de un destacamento, que tuvo bajo su poder a varios prisioneros, entre los cuales se encontraba Harry Cohen Vera. Labbé fue reconocido físicamente y por la voz por ellos y otros testigos y que, por último, participó de las torturas de que fueran objeto.


"Este es un acto típico de terrorismo de Estado, pues no tiene por objeto una acción de inteligencia, de obtener datos sobre personas o sobre cosas, sino que simplemente aterrorizar -señala el abogado Ávila-, qué gana Harry Cohen con implicar a Labbé, si ni siquiera ha tenido una militancia política. Se acreditaron las torturas mediante un examen del Servicio Médico Legal. Tres testigos lo sitúan en el lugar, además de los dichos del teniente coronel (r) Bosch. Labbé no solo estaba a cargo de las sesiones de tortura, sino que además participó de ellas y además Harry Cohen es reconocido como víctima de torturas por el Estado de Chile", indica el profesional.


Y aún quedan más pruebas

El abogado Ávila deja abierta la puerta a nuevas pruebas aún más concluyentes: "Existen además conscriptos que aún no han declarado, pero cuyos testimonios extrajudiciales son concluyentes para reafirmar lo dicho. Ha sido difícil convencerlos para que declaren, pero están dispuestos a hacerlo", señala.


Concuerda con ello el abogado Toro: "Los elementos que basan las presunciones en contra de Labbé, son más categóricos aún que los que hubo contra Rosauro Martínez. Si se toman todos los expedientes en que ha declarado Labbé y se cruzan las fechas en que declara haber estado en un lugar u otro, se verán las tremendas diferencias de fechas. Los expedientes conllevan certeza procesal, luego quedan en evidencia sus mentiras en 6 expedientes", asegura.


En la causa se encuentra también en calidad de inculpado el periodista valdiviano y expresidente regional de Renovación Nacional, Eduardo Hunter, quien interrogó personalmente con traje militar de combate y en condición de corresponsal de guerra a Harry Cohen. En tal condición, publicó un reportaje en la revista VEA, sindicando a Cohen como un "peligroso guerrillero".


"Después de los hechos y durante mucho tiempo, no supe nada de Labbé, hasta que lo vi en televisión y me conmocioné. Si lo viera frente a frente... tengo tantas cosas que decirle, que quizás no pueda decirle nada, pero lo primero que se me viene a la mente es decirle ¡hijo de puta, asesino!... porque lo que vivió Labbé, lo disfrutó y hasta la fecha con sus odiosidades y mentiras, lo sigue disfrutando. No es algo personal, pero si veo que puedo ayudar a castigar a alguien que ha hecho mal las cosas, lo haré, denunciando lo que a mí me hizo para ayudar así a otros también a hacer justicia", concluye Cohen Vera.

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