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sábado, 9 de agosto de 2014

Las estremecedoras declaraciones de Pablo Salas, quien registró la dictadura y grabó el cuerpo exhumado de Allende

Por Teresa Frías K.
Salas dedicó parte de su vida a grabar imágenes durante la dictadura. En los ochenta registró momentos emblemáticos de una época que marcó al país, situaciones que recuerda con mucha pasión; e imágenes que aún siguen impactándole.
Era mediodía en nuestro país, cuando el 11 de septiembre de 1973 comienza uno de los episodios más dolorosos vivido por gran parte de los chilenos: la dictadura de Augusto Pinochet. Hoy, 41 años después, uno de los camarógrafos más destacados de nuestro medio vuelve a revivir para Cambio21 esa época; tal como él mismo la cataloga: "horrorosa".

Pablo Salas, camarógrafo reconocido a nivel internacional por sus destacados trabajos como "Hasta vencer" (1984), tenía tan solo 17 años cuando ocurrió el bombardeo a La Moneda, desde entonces supo que algo sucedía, y siempre estuvo atento a todo que pasaba a su alrededor.

Hoy Salas tiene 58 años y nos recibe en lo que parece una pequeña oficina ubicada en Av. Providencia para hablar sobre su experiencia al filmar los momentos emblemáticos que marcaron parte de la dictadura. La verdad es que la oficina no es tan pequeña como parece: ocurre que un cerro de videos que acumula de su carrera profesional ocupan gran parte del espacio; comenta que al menos hay 1.800 cintas que día a día lo acompañan en su trabajo.

Prende su primer cigarrillo, y con una humildad a toda prueba, comenta que todos los días revisa algunas de sus cintas, y que cada vez que lo hace se da cuenta de cosas nuevas y de nuevas emociones lo invaden.

A sus espaldas hay al menos siete reproductores de videos, varios de ellos pertenecen a la década de los setenta, todos están en funcionamiento. Si bien no existe un orden correspondiente a lo que se estila debe ser una oficina, Salas se excusa con que hace poco se cambiaron, así que todo se puso en forma rápida y por eso el desbarajuste.

Al iniciar la conversación, lo primero que llama la atención es su historia educacional. Quien pensaría que alguien que estuvo en diversas protestas, tomas y grabando momentos esenciales, había estudiado cinco años de ingeniería. "Salí del colegio y entré a estudiar Ingeniería Mecánica en el año 74 en la Católica de Valparaíso, ahí estuve dos años. Después me vine a Santiago, a la Universidad de Chile a estudiar Ingeniería Civil Eléctrica otros tres años más".

"Cuando uno está en el colegio, lo único que quiere es entrar a la universidad, y bueno justo en ese momento vino el Golpe, entonces todo lo que era fiesta y chacota se acabó, nunca tuvimos nada de eso, y cuando llegué a Santiago, coincidió que justo se viniera el ICTUS también, y ellos empezaron a necesitar gente, y ahí comencé a hacer unos "pololitos", porque coincidentemente me había desencantado de la universidad, porque en el país estaban matando o desapareciendo gente y a mi me tenia haciendo trabajos los fines de semanas, proyectos para el lunes, prueba los martes, entonces no era lo que yo quería", relata a Cambio21.

"Yo nunca estudié nada relacionado con audiovisual; de hecho todo lo que aprendí, lo hice directamente con Silvio Caiozzi quien llegó a grabar al ICTUS, y un día me invitaron a sus reuniones. Entre mí decía que no tenia nada que ver ahí, aparte que no sabia nada, entonces fue él quien me dijo que lo ayudara en una de sus película de 25 minutos. Sin duda ahí fui aprendiendo todo esto de la edición. De hecho mi primer trabajo fue el segundo documental de Caiozzi", recuerda Salas.

Tras el segundo cigarrillo, este hombre que no aparenta su edad, de pelo negro ensortijado y un tanto desgarbado, tal vez por el peso de la cámara que carga desde hace tantos años, comienza a recordar...,

¿Cuál fue tu primera grabación en la calle?

Mi primera grabación fue el discurso de Eduardo Frei Montalva en el Caupolicán; después fue su funeral; en este último entre por la Vicaría de la Solidaridad, ya que conocía a todo el mundo, a los curas, así que no tuve problema para ingresar, aparte que estaba lleno de gente. Fue como la primera manifestación contra lo milicos que se daba en medio del funeral de un Presidente.

¿Qué sentías al grabar estas imágenes?

Las películas que mostraba el ICTUS, a pesar que eran súper blandas, y que en ningún momento incitaba a nada contra los militares, tras ocho años de la dictadura nadie se atrevía hablar. Toda la gente quería ver cosas, pero no querían hablar. En ese momento me di cuenta el peso que tenían las imágenes para la gente, entonces después del funeral de Frei salí con mi cámara y sabía qué tenía que filmar y qué debía mostrar a la gente. Sabía que lo que yo grababa iba a ayudar a mostrar la verdad".

¿Cómo fue trabajar con los medios extranjeros?

En el 83 llegaron los medios internacionales, y la RAI (agencia italiana) fue la primera que me invitó a trabajar con ellos, y enviarles las imágenes de las protestas. Después, en diciembre del 83, llega un corresponsal argentino, me contactó. Me pidió que le editara las imágenes, al igual como lo hicieron otras agencias, entre ellas TVE (España), ARD (Alemania) y canales de televisión de Australia, Austria y Estados Unidos. Lo único que yo les pedía era que me dejaran lo que grababa, ninguna se opuso.

¿Alguna vez pensaste que te podían detener, torturar o matar?

Yo tenia 17 años cuando atacaron La Moneda, y a la semana del golpe empezamos a esconder gente en nuestra casa. Llegó la DINA a revisarla, y sabíamos lo que estaba pasando. A mi me vinculaban mucho con los curas que ayudaron en la Vicaria, entre ellos Mariano Puga, que sin duda eran curas de verdad. Pese a todo, nos arriesgamos por ayudar a la gente, más que estar enfrentándonos a los milicos, para nosotros era una ayuda hacia la gente. Entonces cuando me metí a grabar, 10 años después, sabía a lo que me arriesgaba, sabia que en cualquier minuto me podían tomar preso, torturar, desaparecer, exiliar o matar. Te podían pasar miles de cosas, y sin duda el terror era inmenso. Tan angustiante era la dictadura, que entonces decías que cualquier cosa que te pasara, no podía ser peor que el miedo que sentías.

¿Cómo te enterabas de las protestas?

Como era parte fundamental en temas de manifestaciones, y todos me conocían, me comenzaron a avisar sobre las protestas que había. Entonces me decían tal día tienes que estar a tal hora en tal lugar. No podías llegar antes y menos después, tenía que ser a la hora, porque si llegabas aunque fuesen 5 minutos antes debías estar atento a lo que pasaba alrededor y hacerte el loco hasta que llegara el resto. Como todo se hacia clandestinamente y obvio que si llegabas atrasado te perdías todo. Cuando llegaba la hora, tocaban un pito y todos sacaban sus pancartas en alusión a lo que reclamaban y duraba unos cinco minutos. Todos después se iban. Imagínate lo que era grabar afuera de la CNI, sabiendo lo que ellos hacían.

Los episodios que marcaron a Pablo Salas:

Pablo comenta, con su tercer cigarrilloo en mano, que "sin duda todo lo que pasó me impactó, pero aún recuerdo el 26 de septiembre de 1983: ese día hay una toma de terreno en el campamento Silva Henríquez y en el del Cardenal Fresno, fueron 50 mil personas las que se tomaron los terrenos, y durante 10 años no había habido este tipo de manifestación. Entonces cuando pasa esto, fuimos a filmar y durante tres días estuvimos así. Después de esto juntamos todas las imágenes e hicimos un documental que se llamó "Hasta vencer", fue el primero en mostrar lo que estaba ocurriendo en nuestro país".

Salas, también menciona aquel episodio cuando llegaron a tomar presos a todos los hombres en la población La Victoria. "Tu veías a toda la gente que reaccionaba de distintas maneras frente a ese momento, en que después de sacar a sus maridos e hijos les pegaban una sticker en la puerta, un triangulo, entonces algunas mujeres te decían que todo era en forma tranquila o que habían sido censadas. Te dabas cuenta que algo estaba pasando en las mentes de esas personas, que en el fondo para ellas era normal lo que sucedía".

La historia continúa: "Después de ese momento, me fui a almorzar, y una amiga me dice que estaban todos los hombres detenidos en el estadio San Eugenio. Pucha dije yo, nos perdimos ese episodio, pero me dicen que aún estaban ahí, entonces almorcé rápido y dije vamos a grabar. Tomamos la cámara con un colega y la pusimos en una bolsa de basura, para que no se dieran cuenta; y cuando íbamos llegando a unos blocks que daban justo al estadio para nuestra suerte, de frente hacia nosotros venia un tipo que tenia una pinta de "sapo de la CNI" que nos dejó paralizados, entonces tratamos de caminar sin que se diera cuenta de nuestro nerviosismo. Este personaje también entro al edificio donde estábamos, y menos mal pasamos piola. Entramos a un apartamento que tenía un nylon amarillo en las ventanas, entonces encontramos un pequeño orificio donde podíamos ver lo que sucedía. Ahí vimos a miles de hombres que algunos hacían fila, habían unos tipos en medio del campo con unas maquinas de escribir, anotando los nombres, habían otros sentados en las galerías. Fue un horror lo que vimos, sinceramente era un campo de concentración, y lo más sorprendente que fue en el año 86, cuando se supone que todas esas cosas tétricas habían terminado, entonces ahí te dabas cuenta que aún seguían pasando horrores".

"El caso de los degollados fue brutal, lo de Pepe Carrasco, entonces eran casos que te impactaban, que fueron crueles, y que ocurrían en los ochenta, fue horrible, además que uno sabia que inventaban historias para tapar el horror que se vivía".

La dictadura

Pablo reflexiona sobre la conversación que hemos tenido. En ese momento plantea lo que fue la dictadura. "Lo que nosotros logramos filmar durante los 17 años no era la dictadura, para muchos la dictadura eran las muertes, desapariciones, torturas, mujeres violadas con ratas o perros, personas envenenadas, gente que sufrió al ver a su hijo, esposo o señora siendo torturada en frente de ellos, y todo ese sufrimiento. Esa fue la dictadura, y nosotros no lo filmamos, lo que hemos mostrado fue la cara más blanda de lo que sucedía.

La exhumación del cadáver de Salvador Allende

En agosto de 1990, el gobierno del Presidente Aylwin afinaba los detalles para realizar el funeral del Presidente Allende, los encargados de dicho evento eran el ministro Secretario General de Gobierno, Enrique Correa y su equipo.

Por otra parte, el camarógrafo Pablo Salas es contactado por Ximena Casarejos, actual directora ejecutiva de la Teletón, parte del equipo de Correa, para que los acompañe y haga un registro audiovisual; le dice que lo pasarán a buscar a una determinada hora y que lleve su equipo de trabajo.

Salas no hace preguntas y espera. Siendo de noche y una vez en el auto, Pablo empieza a preguntar que sucedía, todos lo miraban y le lanzaban indirectas que Salas era incapaz de descifrar. Hasta que Casarejos le informa: "Vamos al cementerio de Santa Inés en Valparaíso", y el pregunta inocentemente ¿y a qué? Fue cuando le confirman que van a exhumar el cuerpo del Presidente Allende.

Según relató Salas a Cambio 21, "pasadas las 22 horas, y mientras esperábamos al ministro Correa, los sepultureros empezaron a sacar el pasto, la tierra, una placa de cemento hasta llegar a la tumba. Vimos que había 4 nichos por lado y que al fondo el último a la izquierda, se veía un ataúd de lata, barato, todo oxidado, fácilmente a más de 2 metros de profundidad, y sin nombre escrito como las otras tumbas; supe que ahí era donde estaba el Presidente. El doctor Girón bajó para ver si se trataba de Allende y yo junto a Jesús bajamos para afirmar los otros nichos".

Salas continúa su relato: "Girón abrió el cajón de lata y miró, en ese momento murmuraba sobre lo que veía, pero yo necesitaba saber si era o no Allende para poder filmar tranquilo, entonces le pregunté ¿es el Presidente? Sí me dijo, es él.
Pablo nos muestra las imágenes de aquel momento, y pudimos ver que por lo oxidado del ataúd no pudieron sacarlo entero. Entonces en una caja de 70 x 30, no más grande que eso, comenzaron a echar los huesos de Allende, y todo eso lo hicieron los sepultureros, sin ningún trato especial ni nada. Se pudo ver los pantalones, y los zapatos que llevaba ese día el Mandatario, además de un chaleco con rombos. No se pudo apreciar la parte superior de su cuerpo, de hecho no se ve un cráneo en el ataúd.

Las colillas de cigarrillos llenan un cenicero y el café hace rato que se enfríó mientras Pablo Salas culmina su relato. Sin duda que su testimonio podría ser otra cinta de video de su archivo con las historias de un testigo de primera fila de los horrores de la dictadura.

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