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sábado, 30 de junio de 2018

OPINIÓN


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Moreno y Chadwick: la vieja película del policía bueno y malo en la Araucanía

por  30 junio, 2018
Moreno y Chadwick: la vieja película del policía bueno y malo en la Araucanía
El remate del viaje presidencial parecía ser el abrazo que se dio el jueves por la mañana Piñera con el Lonko Aniceto Norín, quien fue condenado por delito terrorista durante los gobiernos de la Concertación, lo que fue anulado por sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en un hito que reprochará siempre las culpas de la centroizquierda en la criminalización del conflicto. Pero la mayor sorpresa llegó después, cuando el Mandatario junto al ministro del interior, Andrés Chadwick, presentaron el “Comando Jungla” para combatir en la guerra contra el terrorismo.

Esta semana, el viaje del Presidente Sebastián Piñera ha terminado de develar la verdadera y simple trama de la estrategia de su gobierno respecto a los Pueblos Indígenas. Desplegados sus ministros de Desarrollo Social, Alfredo Moreno y del Interior, Andrés Chadwick, junto al Mandatario, han presentado sus cartas de una manera tan sobresaltada y poco trabajada que hace visible -sin simulacros- el guión que hasta ahora parecía disimulado.
El gobierno despliega el conocido libreto del policía bueno acompañado del policía malo, de la zanahoria que tiende la mano de Moreno y el garrote que blande la mano de Chadwick.  
La jornada del gobierno en la Araucanía empieza de manera sorprendente, cuando Moreno se entrevistaba con el ex vocero de la CAM, Víctor Anacalaf, en su casa en Collipulli. También ese día se había reunido con los Urban y Luchsinger. La señal sería que estaba abierto al diálogo, que no había nadie excluido de la conversación. No faltaron los líderes indígenas que se conmocionaron con el gesto.
En Puerto Saavedra, Moreno volvió a manifestar la voluntad del gobierno para un gran Acuerdo Nacional para la Paz.
El remate parecía ser el abrazo que se dio el jueves por la mañana Piñera con el Lonko Aniceto Norín, quien fue condenado por delito terrorista durante los gobiernos de la Concertación, lo que fue anulado por sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en un hito que reprochará siempre las culpas de la centroizquierda en la criminalización del conflicto.
A ese sello reconciliatorio de Moreno y Piñera había que agregar la cifra anunciada de 8 mil millones de dólares de inversión pública para los próximos 8 años.
La mayor sorpresa llegó, sin embargo, después, cuando el Mandatario, junto al ministro Chadwick presentaron al “Comando Jungla” para combatir en la guerra contra el terrorismo. Este equipo de operaciones especiales de Carabineros entrenado en Colombia cuenta con vehículos blindados, drones, cámaras termales y equipos especiales para moverse entre bosques. Piñera sí remató pidiendo al Congreso destrabar su propuesta para fortalecer la ley antiterrorista.
El libreto aquí desarrollado del policía bueno que ofrece diálogo e inversión, y el policía malo que ofrece guerra y criminalización, no es nada nuevo en la relación del Estado con el pueblo Mapuche. Lamentablente fue la antigua Concertación la que lo instaló, organizando las dos caras respectivas: la mano dura del Ministerio del Interior, y la mano blanda de Desarrollo Social.
Con todo, el libreto de Piñera plantea una radicalización de los roles. Quiere movilizar el dinero de los privados para duplicar la oferta de dinero público, a la vez que escala el conflicto con una contrainsurgencia bien armada y un marco normativo antiterrorista con persecuciones y penas del infierno. Por otra parte, es mucho más clara la jerarquía de dichos roles, en cuanto la etiquetación del supuesto terrorismo mapuche es sin complejos, majadera y repetitiva, mientras que el Plan Impulso Araucanía se dilata y escasean anuncios cualitativos que no sean puras cifras en el vacío.  
Los dos brazos del presidente parecen radicalmente asimétricos, siendo la mano del garrote de Chadwick contundente y sistemática, en tanto la mano con la zanahoria de Moreno es frágil y lánguida. Nada hay en la mano de Moreno que dismule el ethos empresarial que quiere desmantelar el Convenio 169 de la OIT y la Ley Lafkenche, hacer un punto final en la recuperación de las tierras indígenas, o precarizar la consulta indígena en la reforma al sistema de evaluación ambiental y la situación de las tierras indígenas al remover la garantía de su inalienabilidad.
La responsabilidad de la oposición en este trance es inescapable. Los graves errores del pasado, donde la centroizquierda aceptó la aplicación de una ley antiterrorista, incluso a adolescentes, no la pueden confundir sobre cuál es el camino correcto. Como Saulo de Tarso, la oposición debe defender lo que que antes algunos de sus miembros persiguieron y donde otros se omitieron, al ver en la versión radicalizada de Piñera la profundización exasperante de los propios vicios. Y convertirse entonces en un muro infranqueable en el Congreso para las pretensiones punitivas y mercantilistas de este gobierno. Este es un paso necesario para encontrar el camino de vuelta hacia los pueblos de este país, el camino hacia los derechos fundamentales de los Pueblos Indígenas, para ser un escudo de la libre determinación, para contribuir al reconocimiento de la plurinacionalidad negada de nuestra república, para ser aliados del movimiento autonomista de las naciones y territorios indígenas. Las nuevas izquierdas, las izquierdas tradicionales, y todos los que creen que el entedimiento no se construye a tanquetazos tienen la oportunidad de decir, junto a los Pueblos Indígenas, un rotundo NO a las estrategias de este gobierno, cualquiera que sea la mano – de policía malo o bueno - con que nos intente distraer.

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