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miércoles, 25 de septiembre de 2019

En busca del estadista perdido

Monarquia
 

El imperio de la mediocridad no es una exclusividad chilensis, dice Arturo A. Muñoz. Pero llevamos mérito en ello, y clasificamos para las primeras ligas. La lista de would be presidents confina en el absurdo. Así somos... y así nos va...

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Wyatt Earp

En busca del estadista perdido

En esto de procurar encontrar pronto a alguien que represente al pueblo en el 2022, hemos pasado del Duopolio al Teatro del Absurdo. Vea usted.

Escribe Arturo Alejandro Muñoz


Sería necesario investigar respecto a quién sustituyó a Wyatt Earp cuando abandonó definitivamente su cargo de marshal en lugares como Dodge City y Tombstone. Lo mismo habría que hacer con el sucesor de Eliot Ness en Chicago, una vez terminada la persecución al gánster de los gánsters, Alphonso Capone.
Ese mismo ejercicio, el de investigar, se requiere con premura en la dizque oposición política. Para suceder a Michelle Bachelet quien, en entrevista de TVN, manifestó que no es ni será candidata a la presidencia de la república el año 2022. Se sabía que eso ocurriría tarde o temprano, que la señora que ocupa sillones de relevancia en la ONU apuntaría hacia ese norte, el de no ser candidata (dicho sea de paso, negar una candidatura es el mejor modo de lanzarla…), de mantenerse en el lugar donde se encuentra y el de haber decidido, quizás, vivir fuera del campo de flores bordado.
Ahora bien, una cosa es ‘dar algo por supuesto’, y otra muy distinta contar con la certeza de que ese ‘algo’ es un hecho cierto. Las reacciones suelen ser diferentes según el caso. Lo concreto es que doña Michelle adelantó de un paraguazo la búsqueda de un reemplazo a Wyatt Earp o a Eliot Ness… según se prefiera.
Es poco decir que este tipo de declaraciones estimula las vocaciones en algunos ectoplasmas, –del oficialismo como de la dizque oposición–, incluyendo aquellos que buscan exacerbar el sistema neoliberal a grados poco tolerables, como el auto designado candidato de la línea más dura de la derecha chilena, José Antonio Kast.
Por angas o por mangas, la dizque oposición y el oficialismo son conscientes de no contar con personajes de fuste para la contienda electoral del 2022. El juego de sillitas musicales entre Bachelet y Piñera durante nada menos que 16 años lo prueba.
Las personalidades de envergadura, que hubiesen podido caminar hacia el trono que ocupan los estadistas, no existen. Las tiendas políticas ya no son lo que eran, sus representantes perdieron hasta la sombra de algún respeto del pueblo. Elegido un presidente, en menos de lo que canta un gallo le vuelve la espalda a sus electores y comienza a condenarlos; el período de romance y pololeo es cada vez más corto y más débil.
Los viejos cracks, esos que pintaban para estadistas de verdad, léase don Tinto, don Lalo, don Salvador y don Paleta, son historia antigua en blanco y negro. Centroderechistas y centroizquierdistas (que conviven en el ‘centro’) hubieron de contentarse con nombres menores, ancilarios, entre los que figuraron apellidos como Aylwin, Lagos Escobar, Bachelet y Piñera. Esos fueron los Earp y los Ness que defendieron a rajatabla el sistema neoliberal salvaje.
La confesión de doña Michelle –quien ha sido algo así como “Calamity Jane”– echó la última palada de tierra sobre los ataúdes de los personajes que podrían continuar sosteniendo las injusticias del sistemita de marras disfrazándolo de “mejoramiento democrático del capitalismo”, perpetuando la engañifa demagógica con la que los socios de un duopolio que carga más culpas que virtudes han obnubilado a un país durante tres décadas.
Visto que ‘Calamity Jane’ salió del circuito y el ‘Llanero de Cúcuta’ –que distribuye legitimidades como le sale de las narices– deberá retirarse a sus bóvedas financieras, es un hecho que ni centroderecha ni centroizquierda (que conviven el ‘centro’) tienen ‘estadistas’ disponibles para marear al respetable haciéndole creer que por estos rumbos campea una democracia de tomo y lomo.
La verdad es que están desprovistos de personas con cualidades y virtudes para hacerse cargo del gobierno, admitiendo que quieran poner de pie lo que han dejado cabeza abajo las pasadas administraciones duopólicas.
Es también la hora de la mediocridad. Algunos oscuros novatos quieren hacer una práctica en La Moneda; Chile da para un fregado y un lavado, aunque sea a las apuradas. Este fenómeno, que no es nuevo, tiene lugar en otros países. Brasil y Bolsonaro, Argentina y Macri, Francia y Macron, EEUU y Trump, el Reino Unido y Boris, Italia y Salvini, Venezuela y Maduro, Ecuador y Moreno, Colombia y Duque, ejemplifican lo dicho.
Por estos rumbos tenemos nuestros propios especímenes dispuestos a luchar hasta el último operador político por el sillón de O’Higgins… O al menos por algún cargo con buena paga. Aprendices de oficios variopintos muestran interés en reemplazar a Earp, a Ness y a ‘Calamity’; senadores y alcaldes, ex ministros de inefables curriculum, aprendices de magos y jóvenes de ojos recién abiertos.
En este grupo de adultos, viejos y jóvenes dispuestos “a dar la vida si fuese necesario” para “ayudar a Chile y a su pueblo”, se inscriben Gabriel Boric, Jorge Sharp, José Miguel Insulza, Beatriz Sánchez, Ximena Rincón, Daniel Jadue, ME-O, Heraldo Muñoz, Felipe Kast, José Antonio Kast, Joaquín Lavín, Manuel José Ossandón, Katty Barriga, Jacqueline van Ryshelberger.
Ese es el abanico de posibilidades. Chiste y drama. Cómo nos habría envidiado Ionesco. Del duopolio al Teatro del Absurdo… pero, siempre dentro del duopolio, todos y cada uno de los mencionados. Así vamos, así seguimos… en línea recta hacia el abismo.
Es lo que hay… Y si no hay más, la culpa es nuestra, sólo nuestra.
 
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