En esta batalla no hay pausa.
Se votará rechazo.
La Constitución Política de Chile redactada bajo la dictadura cívico/militar es la más evidente muestra de lo ilegitimo. Nada es verdadero que provenga de la ilegalidad. Fueron vulnerados derechos fundamentales.
Condenable sencillamente porque se instaló por sobre la voluntad ciudadana. Nada más irrefutable consistente y verdadero que el Informe Valech y Rettig.
No era comprensible aceptar de quienes rompieron el sistema democrático e impusieron a sangre y fuego un modelo económico que se mantiene hasta los tiempos actuales y que siga vigente a pesar de los cambios en las formas que han sido votados en el congreso.
Chile no tiene una Constitución Política y la necesita.
En el libro IX de su clásica obra “La República o el Estado” Platón indaga acerca de cómo se origina el tirano. Se pregunta: ¿Cómo del hombre democrático nace el hombre tirano?
Lo sucedido en Chile con la claridad del mediodía, sin el mínimo pudor, un sector de políticos se entregó al imperialismo norteamericano. Se rindieron a bajo precio, una banda de conspiradores baratos. Se conoce a Pinochet por haber sido un ladrón, un traidor y cobarde.
En su precariedad fue superado por otros golpistas antes que él. Estiró la mano para recibir las dádivas de la CIA y el departamento de estado norteamericano. Todavía, a pesar de haber pasado cincuenta años del golpe militar, el congreso de los Estados Unidos intenta conocer las formas en que intervinieron para derrocar a un gobierno elegido democráticamente.
El 11 se inicia el largo recorrido de una dictadura cruel que es conducida por un tirano. Las consecuencias son una evidencia imposible de negar. Los tiranos eliminan a sus adversarios a quienes los consideran enemigos y así lo ejercieron los militares. Fondos públicos pagaron a un ejército de asesinos que obedeciendo órdenes de los tiranos se dieron a la abominable tarea de masacrar de miles de chilenos.
Pinochet y los generales fueron tiranos y su periodo una dictadura.
Chile conoce la precariedad militar que se arrastra desde hace años. Gobernar a punta de sables es lo más lejano a la civilización. No existe contexto que justifique la maldad y el odio descarnado que se extendió por largo tiempo.
Chile eligió en elecciones libres secretas e informadas un presidente y los militares quemaron la casa de todos para falsamente suponer que ese pedazo de historia quedaría enterrado. Se equivocaron. Justamente los que mayores esfuerzos hacen para profundizar la democracia, son los que maltrataron.
El adversario no tiene la razón. Los herederos del pinochetismo, los nostálgicos de sus criminales batallas quieren imponer bajo la norma democrática una nueva constitución.
Poco decoroso sería que algún hijo de Himmler/Goering y de otros tantos perversos que pululan por el mundo, sean los que dicten la normas de cómo deben funcionar los países. Nada de lo que provenga de los enemigos de la democracia tiene valor. Aquello es contrario y un riesgo para los que necesitan estar seguros de transitar en paz y con derechos fundamentales.
Y si en diciembre gana el rechazo, pues bien, Habrá que esperar que una nueva generación sea capaz de instalar en el muro de los vientos, las necesidades y urgencias de todo un pueblo. Los conformistas aplaudirán, los revisionistas se vestirán de pensativos, la derecha espera su victoria.
En rechazo es la alternativa.
Y es ahora cuando existen sobradas razones para infringir una derrota y lentamente desmontar la herencia pinochetista que desde 1990 se mantiene. Hay que volver a la calle, que la academia se instale en la plaza pública, a la histórica relación obrero, campesino, estudiantil.
A escribir RECHAZO, ese es la alternativa.
Por Pablo Varas
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