Le tocará presidir la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos durante la conmemoración de los 50 años del Golpe, en una cuenta regresiva que ya empieza a incomodar, y que ha dejado a algunos varios heridos en el camino. Acá, la sucesora de Lorena Pizarro, habla sobre la búsqueda de su padre, la deuda histórica de los gobiernos con los derechos humanos y la retórica revisionista que se ha instalado en todo el espectro político. “Si no ponemos los derechos humanos en el centro, no vamos a construir un mejor país”, dice.
Cuando detuvieron a su padre, Juan Rivera Matus, Gaby tenía 16 años. Fue un golpe tremendo para la familia porque su madre, desde entonces, tuvo que asumir sola el cuidado de siete hijos. El recuerdo que más atesora del dirigente de Chilectra es cuando la peinaba. “Me daba una grata sensación de abrigo”, dice.
A Rivera Matus, militante comunista, lo andaban buscando desde hacía varias semanas. Acababan de reintegrarlo a Chilectra y fue a la salida del edificio de la antigua compañía eléctrica donde finalmente lo detuvieron. Cinco sujetos lo esperaban en un vehículo y nadie supo más de su paradero durante décadas.
-¿Qué otros recuerdos tienes de tu padre?
Tengo todos los recuerdos vivos. Éramos siete hermanos y le gustaba tener a la familia junta, sobre todo en fiestas patrias y navidad. Me acuerdo que pintábamos las ampolletas y comíamos en una mesa gigante. Él me enseñó a bailar cueca. Todavía recuerdo ese olor a hogar. Era un hombre muy trabajador que tenía su hoja de vida intachable, por eso mismo tuvieron que reintegrarlo a Chilectra. Estuvo 15 días sin trabajar hasta que fueron a buscarlo a la empresa.
-¿Crees que funcionarios de la compañía, instalados por el nuevo gobierno de facto, tuvieron algo que ver con la desaparición de tu papá?
No lo tengo tan claro, pero sí los hicieron declarar a todos en el juicio. Porque a mi papá lo sacaron desde la misma gerencia.
-¿Cómo articulaste ese vínculo con tu padre desde la búsqueda?
Es que uno siempre sigue buscando. Cuando en la mesa de diálogo se dice que a mi papá lo lanzaron al mar frente a las costas de San Antonio, mi mamá, que es muy católica, quería tener a todos sus cachorros juntos y hacer una ceremonia. Eso fue en el año 2001 y mis hermanos vinieron desde Francia. Pero nunca supimos nada de mi papá durante 25 años.
-Sin pistas a qué aferrarse, ¿cómo fue todo ese proceso de búsqueda?
Uno se aferra a las ganas de volver a sentir que efectivamente tienes papá. Porque hay algo que se repite mucho en los hijos de detenidos desaparecidos que es buscar, sobre todo en los primeros años, entre la gente más humilde, los pordioseros. En un momento determinado yo misma le levanté un gorro a un indigente, pensando que mi papá podía estar perturbado después de los golpes. Uno en un comienzo ni siquiera sabe dónde buscar, porque entremedio había que trabajar y sobrevivir. Mi mamá tenía 42 años cuando mi papá desaparece, queda con siete hijos, entonces también ella desaparece en este proceso de búsqueda. Es como una nube que pasa sobre tu cabeza y no te suelta más.
-Pero nunca se pierde la esperanza, me imagino.
Yo creo que es lo último que se pierde. Es una cosa natural, porque la desaparición forzada es una frase que aprendimos en dictadura y enterrar a nuestros seres queridos es tranquilizador para el alma y el corazón. Por eso no me fui de Chile, porque siempre quise que llegara.
-Y finalmente llegó…
Sí, llegó…
¡No les crean!
-Qué implicó para ustedes este giro tan brutal en la historia, después de haberles dicho que lo habían arrojado al mar…
Mira, el caso de mi papá ha sido bien brutal. Creo que lo hemos enterrado como cuatro veces, hasta que sus restos aparecen en el Fuerte Arteaga mientras buscaban a los compañeros de La Moneda. Un trabajador le pidió a la ministra Valdovinos seguir buscando, hasta que entierra un chuzo y se chupa como si fuera mantequilla caliente. Ahí empiezan a escarbar hasta que aparece este señor que nadie buscaba y que habían dicho que estaba en el fondo del mar.
-¿Qué piensas de esa mentira macabra?
Mentir es lo que siempre han hecho. La mentira siempre ha estado en la boca de quienes torturaron y asesinaron a nuestros familiares. Porque el compañero Rivera Matus aparece de la nada, brota del fondo de la tierra para decirnos que todo lo que habían dicho era mentira. ¡No les crean, no les crean, no les crean!, era lo que en el fondo nos estaba diciendo. Él fue una prueba palpable de esa mentira.
-¿En qué se transforma la figura del detenido desaparecido para un familiar con el correr del tiempo?
Se transforma en amor y compromiso. Mi papá decía que aunque sea difícil la vida siempre va a ser bella, aunque a veces no pudiera comprar zapatos para todos los hermanos. Mañana serás tú, nos decía. Pero aunque nosotros hoy podemos ir a dejarle una flor, sigue siendo un detenido desaparecido. Esa calidad nunca se pierde.
-¿Cuál es la deuda histórica de los gobiernos democráticos con los familiares de detenidos desaparecidos?
Hay una gran deuda histórica. No tuvieron la voluntad política para enfrentar el tema, desde Aylwin con su famosa frase en la medida de lo posible. Si bien con algunos gobiernos tuvimos más esperanza, también nos defraudaron. Hoy todavía tenemos ley de amnistía y en los juicios se aplican las medias prescripciones. Es una forma de juzgar, pero sin encierro. Es un resquicio que algunos ministros todavía aplican, solapadamente.
-Siempre se han movido entonces entre la esperanza y la desilusión…
Sí, porque pudieron haber hecho muchas cosas y no lo hicieron porque no tuvieron los cojones. Hoy día tenemos 89 cajas con restos de compañeros en el Servicio Médico Legal que son un símbolo de la indolencia y el olvido. Yo digo que estos gobiernos se han hecho más ricos con nuestro dolor. La gran mayoría dice ser amigo de la agrupación, tienen tremendos cargos y no hacen nada.
-Hace poco dijiste que la sociedad tampoco ha sabido hacerse cargo.
La sociedad completa tiene que hacerse responsable de las personas que vivimos en el país, porque los desaparecidos iban a comprar al almacén de la esquina, mi papá jugaba a la pelota en un club de barrio, le gustaba tomarse un traguito con los amigos, bailar, vivía en una villa y trabajaba en Chilectra. Yo no me puedo hacer la lesa con la memoria.
-¿Cómo has visto al gobierno de Boric respecto a los derechos humanos?
Nosotros saludamos que él dijera que iba a buscar a los detenidos desaparecidos, porque nunca nadie lo había hecho. Fue una frase muy importante para el pueblo de Chile y particularmente para nuestra organización. Por eso lo aplaudimos, felicitamos y fuimos donde él. Pero no basta sólo con anunciar sin acompañarlo con hechos concretos, como el cierre de Punta Peuco y la promulgación de ley sobre desaparición forzada que esta durmiendo hace años en el Senado. Si no ponemos los derechos humanos en el centro, más allá de lo que significó esta dictadura fascista, no vamos a poder construir un mejor país.
-Por eso dijiste que serías contraparte en caso que el Gobierno no esté a la altura…
Sí, y se lo hemos dicho a él. Nunca nos vamos a casar con ningún gobierno, porque primero esto debe ir acompañado de gestos reales, no simbólicos. Y eso él lo tiene súper claro y sabe que si no cumple vamos a hacer lo que tenemos que hacer. En eso no nos perdemos.
-¿Y cómo va el Plan Nacional de Búsqueda que prometió?
En una primera instancia lo rechazamos, porque sentimos que se proponían actividades y búsquedas que ya se habían hecho. Han pasado 50 años y nuestras viejas han recorrido de Arica a Punta Arenas. Por eso se le pidió al presidente que no hiciera nada sin las agrupaciones. Para nosotros no es fácil tampoco volver a plantear las búsquedas, porque si bien nadie pierde la esperanza, hasta ahora es sólo una propuesta. ¿Qué pasa entonces con el sentimiento de nuestras compañeras?
-¿Eso te da miedo?
Sí, me da miedo que no se llegue a lo que necesitamos. Tengo miedo por las viejas, mis compañeras, porque no quiero que vuelvan a sufrir una desilusión tan profunda. Porque cuando ocurrieron los errores en Patio 29, la gente se desmoronaba de dolor, pena y angustia. Yo pienso que el Presidente lo tiene claro y sabe que el momento es hoy día. Estamos conmemorando los 50 años del golpe y para nosotros es una fecha importante porque a nuestros familiares los relegaron, exiliaron, torturaron y los hicieron desaparecer por ser militantes de la Unidad Popular.
-¿Por eso les dolió tanto lo que dijo Patricio Fernández?
Sin duda. No vamos a permitir nunca que vengan a decir que los que estuvimos en la Unidad Popular tuvimos culpa. Yo no tengo culpa de nada. Es una brutalidad muy grande. Por eso todas las organizaciones se pusieron del lado nuestro. Fue una frase súper triste, porque el tema de los detenidos desaparecidos no está olvidado. Han pasado 50 años y siento como si a mi papá se lo hubiesen llevado ayer.
-¿Usted se reunió con Patricio Fernández?
Sí, una vez. Fue en enero, recién estaba asumiendo la dirección y nos invitó a una reunión con la ministra de Cultura. Ahí nos plantean y hacen como un esquema. Nosotros no entendimos nada. Se fueron por las ramas. ¿Y dónde está Allende en medio de todo esto?, le pregunté en un momento. Ellos plantearon una especie de gran reconciliación nacional, así como grandes pompas. Ahí le dijimos que no queríamos pasar a la historia porque nosotras éramos parte de esa historia.
-¿Cómo lo tomó?
Me dijo que me iba a llamar.
-¿Te llamó?
No
“El duelo de un familiar de detenido desaparecido es la tortura permanente”
-¿Alguien más se ha reunido con ustedes?
El ministro de Justicia. Más allá de quien es, hemos tenido las puertas abiertas todo el tiempo, a diferencia de la Maya Fernández y otros ministerios. Cordero ha sido transparente y tuvo la delicadeza de llamarnos después del episodio de las 89 cajas para que nos juntáramos. No somos amigos de nadie, pero si hay que estar en la vereda del frente lo haremos. No saben de qué somos capaces y enojadas podemos llegar a ser muy brutas. Tampoco quiero hablar de esperanza, porque me duele el alma que las viejas se vuelvan a decepcionar.
-¿Qué piensas de la invitación de Boric para que los partidos políticos firmen una declaración conjunta en condena al golpe de Estado?
Más que un compromiso, eso tiene que amarrarse a cosas concretas. El compromiso no es para ahora sino para toda la vida. Necesitamos llegar a saber el por qué, cómo y dónde fueron hechos desaparecer nuestros familiares. Esas son cosas claves para la agrupación y también para el país. No quiero dejarle a mis hijos esta responsabilidad… Nadie va a entender lo que cada una hizo por sus familiares. La justicia ha sido muy ingrata con nosotras.
-Cristián Warnken habló de cerrar el duelo como si pudiera hacer por decreto…
Es una falta de respeto, primero tengo que saber con quien me tengo que reconciliar, porque ni siquiera conozco a la persona que asesinó a mi papá. Esto del duelo es personal, absolutamente personal, porque el duelo de un familiar de detenido desaparecido es la tortura permanente. El duelo tiene que ver con la verdad, la justicia, la memoria y también con la reparación, pero no con la reparación que proponen ellos. Este señor no tiene moral para hablar de luto.
-¿Qué es lo que has aprendido en estos 50 años?
Creo que no hemos aprendido mucho porque se han vuelto a repetir las mismas cosas que en la dictadura, no con la misma gravedad por cierto, pero en el año 2019 hubo compañeros fallecidos, mutilados y mujeres violadas. Nos falta tener conciencia de lo que significa proteger una democracia con los pies bien puestos sobre la tierra. En eso estamos al debe como sociedad.
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