Autor del libro sobre el asesinato de Carmelo Soria: "La Concertación puso un freno de mano para que no tuviera justicia"
Andrés López Awad, periodista y autor del libro Carmelo: matar dos veces a un mismo hombre, afirma que durante los noventas las autoridades descartaron procesar a los involucrados en el crimen, porque éstos eran hombres de confianza de Augusto Pinochet. Tras 43 años del asesinato, en las próximas semanas la Corte Suprema fallará en este caso.
El libro Carmelo: matar dos veces a un mismo hombre, es la investigación sobre el asesinato del funcionario español de la ONU Carmelo Soria durante la dictadura, que vio la luz en abril de este año, de los periodistas Andrés López Awad y Camilo Pérez Alveal. En el texto se revelan detalles de las razones que llevaron a la DINA a buscar, torturar y asesinar a Soria y cómo aún este caso quedó impune judicialmente.
Después de que López y Pérez llegaran a este caso mientras eran estudiantes universitarios, se dedicaron a recabar nuevos datos y testimonios, entusiasmados por el periodista Javier Rebolledo, quien los editó en la editorial Ceibo. Tras tres años de investigación, el libro fue lanzado en abril con la presentación de la periodista Alejandra Matus. López es claro en recalcar que el título del libro se relaciona no sólo con la trágica muerte de Soria, sino también con la impunidad en la que se mantienen los principales responsables del crimen, quienes no han sido juzgados.
“Lo que molestaba realmente era que Carmelo Soria ayudaba a perseguidos por la dictadura para que los acogieran en distintas embajadas. Recordemos que Carmelo tenía militancia comunista española y chilena".
“En el libro se pueden ver todos los esfuerzos que hizo la Concertación para que el caso Carmelo Soria no tuviera justicia. Cuando llega la transición, aparece mencionado por las autoridades de los noventas como un caso más, en el contexto de la ‘justicia en la medida de lo posible’. En el libro contamos quiénes son los responsables de ejecutar esta operación, en democracia, para que el caso de Soria no tuviera justicia”, comenta a Interferencia Andrés López, uno de los autores de la investigación.
En esta entrevista, López comparte los detalles del proceso de investigación, lo que descubrieron en este camino y sus motivaciones para investigar el caso de Soria.
“Lo que molestaba realmente era que Carmelo Soria ayudaba a perseguidos por la dictadura para que los acogieran en distintas embajadas. Recordemos que Carmelo tenía militancia comunista española y chilena, doble carnet. Era un mosquito en la cabeza, que molestaba a los agentes de la DINA”, afirma.
- ¿Cómo llegó a investigar e interesarse en el caso de Carmelo Soria?
- Lo primero es que en mi familia se hablaba de estos temas, en la mesa, en el almuerzo, y eso generó en mí una sensibilidad por el tema de los derechos humanos.
Creo que tiene que ver con el proyecto para la universidad. La mamá de Camilo, quien es el coautor de este libro y era mi compañero en la universidad, es amiga de la hija mayor de Carmelo Soria, Laura Soria, y a través de ella hicimos los contactos. Y para nosotros, el caso juntaba nuestra visión más periodística con nuestra sensibilidad.
Yo no conocía a Carmelo Soria, y para la primera entrevista que hicimos con Carmen, otra hija de Carmelo, conversamos por un par de horas y me impactó, yo no conocía esta historia. Y de ahí directamente me obsesioné con la historia y no he parado de investigarla, hasta que salió el libro.
"Claro que hay una historia ya conocida de Carmelo Soria, de cómo la Brigada Mulchén genera una operación para eliminarlo, pero los motivos hasta el día de hoy no son muy conocidos. Hay mucha errata al respecto, por ejemplo, se dice que Soria metía armas a Chile".
- Y en el proceso de investigación ¿lograron llegar a datos nuevos del caso de Carmelo Soria? ¿El libro incluye datos que antes se desconocían de este caso?
- La primera vez que hablamos con Carmen Soria, la primera pregunta que le hicimos fue: ‘¿quién fue tu papá?’. Y ella respondió ‘Mi papá poh, ¿qué más puedo decir? Si ya está todo contado’. Yo quedé muy impresionado con esa respuesta. Me quedé pensando si es que había algo más que contar.
Carmen es una mujer de 64 años, diez años más de la edad que tenía su padre cuando lo asesinaron. Y todavía lleva toda esa carga emocional, ha estado toda su vida buscando justicia, y me di cuenta que había una historia más grande que contar.
Claro que hay una historia ya conocida de Carmelo Soria, de cómo la Brigada Mulchén genera una operación para eliminarlo, pero los motivos hasta el día de hoy no son muy conocidos. Hay mucha errata al respecto, por ejemplo, se dice que Soria metía armas a Chile, otros dicen que metía dinero para organizaciones de izquierda, etc.. Nosotros pudimos encontrar varias fuentes que nos dicen en concreto qué es lo que hacía y qué es lo que no hacía Carmelo Soria, y por qué lo pusieron en el ojo de la DINA.
Por ejemplo, dentro de la lista de los extranjeros peligrosos del comunismo, de Manuel Contreras, Soria ya estaba muchos años antes. Como segundo punto, y yo creo que es más importante aún, es que en el libro se pueden ver todos los esfuerzos que hizo la Concertación para que el caso Carmelo Soria no tuviera justicia. Cuando llega la transición, aparece mencionado por las autoridades de los noventas como un caso más, en el contexto de la “justicia en la medida de lo posible”. En el libro contamos quiénes son los responsables de ejecutar esta operación, en democracia, para que el caso de Soria no tuviera justicia. Yo no tengo ningún problema en decir que la Concertación puso un freno de mano para que Carmelo Soria no tuviera justicia.
Yo creo que esos dos puntos centrales son los que nosotros revelamos en este libro.
- ¿Qué mecanismos o de qué manera la Concertación le puso trabas al proceso judicial de Carmelo Soria?
- Lo principal que hay que tener en cuenta para responder esa pregunta es que la brigada que asesina a Carmelo Soria es la Brigada Mulchén, de la DINA, que es una brigada de élite criminal, eran oficiales del primer anillo de seguridad de Augusto Pinochet, eran sus hombres de mayor confianza. Y como dijo Francisco Vidal hace un tiempo, el eje de la gobernabilidad de los noventas era no molestar mucho a Pinochet. Entonces, el hecho de que la Brigada Mulchén estuviera involucrada en este caso y que la justicia pusiera los ojos sobre sus hombres, era precisamente una molestia para Pinochet y hacía tambalear un poco el orden institucional.
"Su historia es una historia de democracia, una historia de desacato, dignidad, no solo en Chile sino cuando vivía en España y combatía desde el mundo estudiantil. Cuando tenía 20 años, ya tenía que estar clandestino por la dictadura franquista".
¿Y por qué? Porque esta brigada específica, a diferencia de otras, era la élite criminal de la dictadura. Estaba compuesta por cinco oficiales y un sexto que salió después, pero son dos tenientes y tres capitanes, comandada en primera instancia por Raul Iturriaga Newman, pero que finalmente la jefatura para el año 1976 la tenía Guillermo Salinas Torres, hoy procesado por otro crimen.
En concreto, la defensa de Carmelo Soria afirmaba que Soria era un funcionario internacional superior de la Naciones Unidas (ONU), y por ello su caso no podía ser amnistiado, porque él tenía protección e inmunidad diplomática, por su calidad de funcionario internacional, que estuvo reconocida por Naciones Unidas. Tres secretarios generales de la ONU dijeron que Carmelo Soria era uno de los suyos, y entregaron la documentación correspondiente. España presionó mucho para defender ese punto, pero quien tenía la última palabra era la Cancillería chilena, que tenía que demostrar que Carmelo Soria era un funcionario internacional superior. Y entraron en una discusión semántica. El canciller de la época, José Miguel Insulza, hoy senador, no entregó la documentación correspondiente que permitió acreditar que Carmelo Soria era un funcionario internacional superior. Eso pasó en dos ocasiones, a fines del gobierno de Aylwin, en 1994, y luego el año 1996 se entrega un documento que dice que según la documentación del Ministerio de Relaciones Exteriores sólo se puede interpretar que Soria era un funcionario internacional, a pesar de que todos decían que lo era, incluso la ONU.
Cuando dijeron esto en 1994, eso permitió que a los asesinos de Soria se les aplicara la ley de amnistía. Y en 1996, cuando ya la familia de Carmelo Soria ingresó una acusación constitucional contra los jueces, que era el único camino legal que había para revertir esto, nuevamente se dijo lo mismo. Y tras esto, toda la Concertación se puso detrás de la ley de amnistía, es decir, que era lo que había, una tristeza, pero era la ley que tenemos. El caso de Carmelo Soria es un retrato de la impunidad que cargamos como país.
- Ustedes hacen referencia a que Carmelo Soria venía siendo perseguido hace años antes de ser asesinado, por su paso por el Partido Comunista cuando era joven, pero en el momento de ser detenido, en 1976, ¿qué estaba haciendo Soria que molestó a la DINA?
- Su historia es una historia de democracia, una historia de desacato, dignidad, no solo en Chile sino cuando vivía en España y combatía desde el mundo estudiantil. Cuando tenía 20 años ya tenía que estar clandestino por la dictadura franquista. Y allá se perfeccionó en temas de propaganda, ese era su fuerte, desde pequeño muy apegado a la tipografía, al mundo editorial.
"Yo creo que en el momento en que secuestran a Carmelo Soria, el 14 de julio de 1976, estos agentes de la Brigada Mulchén disfrazados de Carabineros sabían que le iban a matar".
Cuando cae, era efectivamente un funcionario internacional, pero operaba clandestinamente, como durante toda su vida, en la resistencia, en específico en la propaganda del Partido Comunista.
Hay dos puntos importantes anteriores, uno es que cuando cae la dirección del PC en mayo de 1976, al poco tiempo después empieza a caer todo el frente de propaganda. Entre ellos, Carmelo Soria. Lo segundo, es que Carmelo elaboraba una revista que se llamaba Dulce Patria, una revista clandestina. Por supuesto, él era quien la editaba y quedó a cargo de la revista después de que Fernando Ortiz dejara ese puesto, para tomar la dirección del Partido Comunista en la clandestinidad.
Esas fueron las dos razones por lo que pudieron seguir a Soria. Pero lo que molestaba realmente era que Carmelo Soria ayudaba a perseguidos por la dictadura para que los acogieran en distintas embajadas. Recordemos que Carmelo tenía militancia comunista española y chilena, doble carnet. Era un mosquito en la cabeza, que molestaba a los agentes de la DINA y que a mi juicio utiliza este crimen para dar una señal importante al mundo internacional, para mostrar que ni siquiera los funcionarios internacionales se salvaban.
- En el libro se muestra que en la muerte de Soria estuvo involucrado Michael Townley y una serie de personajes más que están implicados en la muerte de Orlando Letelier en Washington. Era un equipo que estuvo relacionado a asesinatos muy fuertes e icónicos en dictadura…
- Y eso no es casual. Manuel Contreras fue la mano derecha, operativa, de Augusto Pinochet. Hay testimonios que confirman que una parte de la Brigada Mulchén participó de la elaboración y de la planificación del crimen de Orlando Letelier en Estados Unidos, una subdivisión que se llamaba Agrupación Avispa, comandada por Townley, donde estaba Mariana Callejas y Eugenio Berríos, químico que generaba el gas sarín. La Agrupación Avispa, son los responsables del caso Prat, del atentado a Leyton, del atentado a Altamirano, entonces es el nivel de cercanía que tenían con Pinochet, no hay una vuelta muy larga que dar. Avispa realizó todas las operaciones internacionales y además prestó la casa para el crimen de Carmelo Soria.
- ¿Cree usted que el objetivo de la DINA era matar a Carmelo Soria? Porque se describe, en el libro, las torturas a las que fue sometido Soria y es terrible y tan cruel desde el principio, qué no tiene sentido que hayan estado buscando información…
- Sí, yo creo que en el momento en que secuestran a Carmelo Soria, el 14 de julio de 1976, estos agentes de la Brigada Mulchén disfrazados de Carabineros sabían que le iban a matar.
"La Segunda Sala Penal presentó un informe donde asegura que todos los miembros de la brigada deberían tener cadenas perpetuas. Eso quiere decir que la Sala Penal va a tener que probar que lo que dice el informe no es correcto o aceptar que es cierto".
El testimonio de la secretaria de Michael Townley reconoce que éste le cuenta que iban a "preparar" un accidente. A Carmelo Soria lo secuestran algo así como a las 5:30 de la tarde y lo torturan hasta la medianoche, lo interrogan con las peores torturas, le rompen todas las costillas, le desplazan dos vértebras, le rajan el hígado. Le abren la boca y lo llenan de pisco mientras los agentes de la Brigada redactan una carta donde aseguran que su mujer la está haciendo infiel para simular un montaje, después ponen su cabeza en una escalera y hacen palanca con su cuerpo, le tuercen el cuello y lo suben a su auto. Y en un montaje más bien torpe, muy cruel y siniestro, lo empujan por el cerro abajo para simular este accidente.
Con esto, digo que ellos sabían que le iban asesinar y en un contexto en que se sentían absolutamente intocables, porque eran muy cercanos a Pinochet, ni siquiera se preocuparon de dejar bien hecho el montaje, no les importó. Entonces pidieron a otra brigada, la Lautaro, limpiar el sitio del suceso, para hacer que pareciera un accidente.
- ¿Y en qué está el caso ahora, judicialmente?
- Hay un fallo en 2019 en el cual se condenó a uno de los agentes que ya falleció, se absolvió a los otros dos y a uno de ellos, Guillermo Salinas Torres, que fue amnistiado en 1996, fue absuelto esta vez por cosas juzgadas.
Y el mismo Jaime Lepe, condenado como autor por otros delitos, ingresó un recurso de casación a la Corte Suprema, hace tres años y hace dos meses se presentaron los últimos alegatos. La Segunda Sala Penal presentó un informe donde asegura que todos los miembros de la brigada deberían tener cadenas perpetuas. Eso quiere decir que la Sala Penal va a tener que probar que lo que dice el informe no es correcto o aceptar que es cierto. Ahora solo estamos esperando la última etapa del fallo, que debe salir en las próximas semanas.
A 47 años del crimen, ninguno de sus asesinos está preso. Y eso podría ser una señal potente, a propósito de los 50 años.
Cuando esté el fallo va a ser noticia también en España, que hace rato viene rogando al Estado chileno un fallo.
Para mí, este caso es el retrato de la impunidad que todavía cargamos como país y sería algo positivo para la familia que se condene a los culpables. Imagínate, Carmen Soria tiene 64 años y todo el tiempo que lleva buscando justicia ¿quién le devuelve esos años? Sería avanzar en reconciliación, y la reconciliación es avanzar en justicia.
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