Por: Kiko Correa | Publicado: 15.07.2023
Este lunes 17 de julio, luego de 46 años de sucedidos estos dramáticos hechos y de 23 años de iniciado el juicio, este caso será visto por la Segunda Sala de la Corte Suprema que preside el ministro Haroldo Brito.
Comenzaba el año 1977 y tanto Augusto Pinochet, como la Junta Militar, Manuel Contreras y la DINA, estaban recibiendo fuertes presiones de parte del gobierno de Estados Unidos y de la CIA solicitando el término de la DINA. La dictadura finalmente decretó su disolución en agosto de 1977, reemplazándola inmediatamente por la CNI.
El fin de la DINA se había comenzado a sellar un año antes, cuando llevando al límite sus atentados terroristas internacionales, había asesinado a Orlando Letelier y a su asistente y ciudadana norteamericana Ronni Moffitt, en pleno barrio de las embajadas de Washington DC. Esto fue demasiado para la CIA.
Según consta en el Informe Hinchey del año 2000, elaborado por la Comunidad de Inteligencia de Estados Unidos sobre la base archivos desclasificados de la CIA, Manuel Contreras fue informante desde 1974, pasando a ser «contacto regular pagado» de la CIA desde 1975.
Por lo tanto, la CIA estaba al tanto y apoyaba el terrorismo de Estado y la represión que había encabezado la DINA en los cuatro años posteriores al golpe de estado, por medio la detención ilegal, tortura, asesinato y desaparición física de compatriotas, en particular de los principales dirigentes pertenecientes a los partidos socialista, comunista y del MIR.
Volviendo a comienzos de 1977, el Partido Comunista se encontraba muy debilitado luego de la brutal represión ejercida por la DINA en su contra durante todo el año 1976. Más de 100 dirigentes comunistas, incluidas dos direcciones prácticamente completas, habían sido exterminadas por la DINA.
Clandestinidad
Resistiendo en estas extremas condiciones, acosados por la represión y prácticamente sin recursos que permitieran sustentar el trabajo partidario, se había logrado constituir al interior una pequeña dirección política integrada por tres personas, cuyo trabajo era apoyado por un puñado de militantes que habían logrado sobrevivir y mantenerse operando en la clandestinidad.
El flujo de recursos hacia el interior seguía una ruta conformada luego de años de trabajo clandestino.
La conexión entre las direcciones interior y exterior del partido se daba a través de Buenos Aires y durante el segundo semestre de 1976 se había interrumpido repetidamente a consecuencia de los embates de la represión.
Esto se agravó con la detención en diciembre de 1976 de Horacio Cepeda, miembro de la dirección interior y responsable de esta delicada tarea.
Enfrentados a este escenario, la dirección comunista que actuaba en el exilio determinó que los nuevos recursos provenientes tanto de las permanentes campañas de solidaridad llevadas a cabo por los miles de chilenos exiliados, así como de una corta lista de partidos comunistas, fuera entregada por medio de un renovado dispositivo clandestino.
Para esto se implementaron 3 pasos claves:
- En primer lugar, se preparó una ruta legal para el ingreso de los recursos económicos, la que operaría a través de bancos internacionales y nacionales, así como casas de cambio de divisas en Chile. Para esto el partido contactó y sumó como ayudista a Jacobo Stoulman, prominente empresario y miembro de la colonia judía chilena, que tenía un patrimonio y cobertura probadas y poseía cuentas tanto en bancos suizos, como estadounidenses y de Luxemburgo, además de ser socio de la Casa de Cambios Andes en Santiago, dedicándose al intercambio de divisas tanto en Chile como en Argentina.
- En segundo lugar, se resolvió reforzar en Buenos Aires al pequeño y muy secreto núcleo existente de dos miembros del Comité Central y dos colaboradores. A este equipo se sumarían cuadros con la mejor preparación clandestina, como Héctor Velásquez (35) a fines de 1976 y Ricardo Ramírez (40), quien hasta enero de 1976 había encabezado el aparato de inteligencia del PC y que a partir de abril de 1977 comenzó a dirigir al equipo clandestino cuyo objetivo era montar un corredor sólido y seguro para el tránsito entre Chile y Argentina de personas y recursos materiales. En los primeros días de mayo de 1977 ya había comenzado a operar gradualmente el traspaso de dinero del PC desde la banca europea a la cuenta designada por Stoulman en Argentina.
- Por último, se preparó para ingresar a Chile clandestinamente a un grupo de miembros del Comité Central y de su Comisión Política, de una lista confeccionada meticulosamente y en un orden y cronograma también muy meditado.
Para montar el dispositivo final hacía falta incorporar a una persona distinta, que no fuese conocida ni ligada al aparato de seguridad ni a las finanzas comunistas.
El destinado para ello fue Alexei Jaccard Siegler (23), joven comunista oriundo de Concepción, que había estado preso en los primeros días del golpe y luego posteriormente detenido y torturado por su participación en la lucha estudiantil anti-pinochetista, pero que había salido al exilio aprovechando su origen suizo. Había adoptado la nacionalidad suiza casándose en dicho país.
Su delicada función era encontrarse en Buenos Aires con Ricardo Ramírez Herrera y luego en Santiago con Jacobo Stoulman Bortnik. Luego de ello, Jaccard debía regresar a Europa, para lo cual tenía el pasaje aéreo de retorno con fecha el 26 de mayo.
Operación Cóndor
Lo que no sabía el PC es que desde noviembre de 1975 y por iniciativa de la DINA, se había establecido una coordinación represiva entre los servicios de inteligencia militar de Chile, Argentina, Uruguay, Paragua y Bolivia, denominada Operación Cóndor.
De esta forma, en mayo de 1977, la DINA y el Batallón de Inteligencia 601, su símil trasandino, se encontraban a la vanguardia de la Operación Cóndor, lo que le permitía a la DINA tener destinados en Argentina casi dos centenares de agentes chilenos, que colaboraban con los demás servicios de inteligencia militares.
Estaban en la Embajada y en las agregadurías militares (Ejército, Armada, FACH, Carabineros), comercial, de prensa y otras; en consulados de todo el territorio; en LAN Chile, en la agencia del Banco del Estado de Chile y del Banco de Chile; en las oficinas de cámaras de comercio y empresas chilenas nacionalizadas que tenían importancia estratégica y relaciones en el vecino país.
Copaban los pasos fronterizos, Ezeiza, Aeroparque y el corredor terrestre y fluvial hacia Uruguay, etc.; vigilaban atentamente las actividades de los chilenos residentes y viajaban por todo el país. La relación operativa entre la DINA y el Batallón de Inteligencia 601, que dependía del Comandante en Jefe del Ejército fue muy estrecha, sobre todo entre los años 1975 y 1977.
Hilo del dinero
La DINA siempre manejó al más alto nivel el asunto de su financiamiento, porque como toda entidad de inteligencia sucia, no podía contar con un presupuesto institucional suficiente. El robo, saqueo y expropiación de propiedades, dinero, vehículos y en general bienes de sus víctimas está atestiguado en múltiples expedientes judiciales.
También la creación de un gran número de empresas dirigidas por palos blancos pertenecientes al ejército y la formación de oficiales de inteligencia militar en el terreno de las finanzas, estuvieron entre las prácticas de la DINA.
Como en toda organización criminal, una parte pequeña del botín se distribuía entre los agentes y la parte gruesa era para seguir financiando su actividad criminal.
A comienzos de 1977, luego de la razia contra el PC del año anterior y en medio de las presiones para la disolución de la DINA, Contreras estaba empeñado en encontrar “el hilo del dinero” del Partido Comunista antes de que fuera demasiado tarde.
Para esta tarea destinó a sus mejores agentes, entre ellos Eduardo Iturriaga Neumann, Jefe del Aparato Exterior de la DINA.
El 15 de mayo de 1977, Alexei Jaccard arriba al aeropuerto de Ezeiza proveniente de Suiza. Su misión era reunirse con Ricardo Ramírez al día siguiente.
Pero el 16 de mayo el operativo Cóndor da un triple zarpazo: Son detenidos Alexei Jaccard, Ricardo Ramírez y Héctor Velásquez.
Este golpe, tan fulminante y preciso sólo puede explicarse por la gran preparación que tenía la DINA en Buenos Aires para identificar, seguir y detener a cualquier chileno, militante de cualquier organización política, contraria a la dictadura. En el caso de Alexei Jaccard, hay testimonios judiciales que señalan que fue vigilado desde que llegó al aeropuerto y hasta su hospedaje en el Hotel Bristol.
Ricardo Ramírez y Héctor Velásquez habían llegado con anterioridad a Buenos Aires, recibiendo apoyo tanto de militantes comunistas chilenos como argentinos, que pueden haber estado bajo vigilancia.
Esto explica que en el marco de esta operación, entre ese 16 de mayo y el 20 de mayo de 1977, fueron detenidos 12 militantes del Partido Comunista argentino, algunos de los cuales efectivamente habían prestado apoyo a Ramírez y Velásquez. Nueve de estos militantes son detenidos desaparecidos.
Con la detención de Horacio Cepeda en diciembre de 1976, la conexión entre la dirección interior y exterior fue asumida por Carlos Fuchslocher, uno de los tres integrantes de la dirección comunista que logró constituirse a comienzos de 1977.
El equipo que apoyaba a Fuchslocher en este trabajo estaba integrado por Hernán Soto y Ruiter Enrique Correa.
Este último trabajaba en un kiosko de diarios que servía de buzón en Alameda con la actual calle Tucapel Jimenez, y desde fines de 1976, luego de la razia, se le había designado como uno de los depositarios del dinero proveniente del exterior.
Testimonios judiciales afirman que Ruiter Enrique Correa, en torno al día 20 de mayo del 77 y sin saber de las detenciones ocurridas en Buenos Aires, se dirigió a la oficina de Cambios Andes para solicitarle a Stoulman la entrega de medios financieros.
Las instrucciones para llegar a Stoulman deben haberle sido enviadas por el equipo de Buenos Aires, porque sólo ellos sabían como llegar a él.
Por los relatos de los funcionarios de la empresa Cambios Andes y recuerdos de amigos e hijas del matrimono Stoulman-Pessa, tal visita fue el aviso de una catástrofe, puesto que muy poco antes ya habían recibido la visita de otra persona, que usando el mismo santo y seña convenido con anterioridad, ya había retirado los dineros.
Al encontrarse Stoulman bajo vigilancia, Correa había quedado al descubierto. Es así como es detenido el 27 de mayo, asesinado y lanzado sobre el puente Manuel Rodríguez del río Mapocho.
El 29 de mayo de 1977, Jacobo Stoulman y su esposa Matilde Pessa viajan a Buenos Aires a defender y rescatar su patrimonio, así como el de la resistencia, que ya había sido capturado.
La oficina de Cambios Andes en Santiago había estado siendo vigilada abiertamente por la DINA.
El avión Braniff en que viajaron se detuvo en una pista lateral de Ezeiza. Los pasajeros descendieron con sus documentos en la mano mientras los agentes de seguridad argentinos rodeaban la escalera.
Cuando el matrimonio mostró sus pasaportes, rápidamente fueron subidos a un automóvil y nunca más se les vio con vida. El plan Cóndor seguía su marcha de manera implacable.
Stoulman era una persona de confianza de la colonia judía que manejaba dineros de otros empresarios judíos, además de los suyos y los de la resistencia comunista.
Todos estos recursos fueron a parar a manos de la DINA, quienes en conjunto con el Batallón de inteligencia 601 echaron a correr la voz de que Stoulman era un traficante de fondos recolectados a través de secuestros subversivos.
Con este argumento, más las amenazas, callaron a la comunidad judía chilena y a los propios socios de Stoulman.
Finalmente, el 7 de junio de 1977, es detenido Hernán Soto.
Un par de días antes había recibido una llamada telefónica en la que se le indicó que debía ir al aeropuerto a recibir a un “visitante” del exterior. Tanto la llamada como el “visitante” eran de la DINA, por lo que se delató al ir a su encuentro.
Fue detenido dos días después al intentar hacer un punto, en la intersección de Gran Avenida con Séptima Avenida. Carlos Fuchslocher fue testigo de su detención, pues habiendo sido advertido desde Argentina, fue al punto designado para intentar darle aviso, pero sólo alcanzó a ver cuando desde un auto se bajaron un par de civiles, encañonan a Soto y lo suben al auto partiendo con rumbo desconocido.
Investigación de 15 años
Las familias de los siete chilenos detenidos desaparecidos y ejecutados en este caso de la Operación Cóndor, nunca supieron del fondo de estos hechos, ni que estuvieran ligados entre sí por estos dramáticos sucesos.
Sólo a comienzos del año 2000 se logró establecer una versión relativamente completa de lo ocurrido, a partir de la cual los familiares se encontraron y presentaron en conjunto una querella criminal.
La investigación duró más de 15 años, pudiéndose establecer que Jaccard, Ramírez y Velásquez fueron traídos desde Buenos Aires al cuartel Simón Bolívar.
En el año 2001 fueron encontrados en la mina abandonada de Cuesta Barriga restos óseos de Ramírez, Soto, Stoulman y Matilde Pessa, con lo que se comprobó su detención y asesinato por parte de la DINA.
Jaccard y Velásquez siguen desaparecidos. Correa es ejecutado, porque su cuerpo fue encontrado al día siguiente de su detención.
La sentencia de primera instancia fue emitida por el Ministro Mario Carroza, condenó a la plana mayor del cuartel Simón Bolívar y a más de 50 agentes que operaban en ese cuartel de exterminio de la DINA.
Un par de estos agentes condenados, Federico Chaigneau Sepúlveda y René Riveros Valderrama, hasta el día de hoy se encuentran en libertad y nunca han estado en la cárcel.
Este lunes 17 de julio, luego de 46 años de sucedidos estos dramáticos hechos y de 23 años de iniciado el juicio, éste será visto en la Segunda Sala de la Corte Suprema, que preside el ministro Haroldo Brito.
El juicio será transmitido en directo por El Desconcierto a partir de las 8:45 horas de este lunes 17 de julio de 2023.
Nota del redactor: Agradecer y señalar que la nota esta basada en el testimonio judicial de David Canales Ubeda (cuñado de Ricardo Ramirez y que al momento de los hechos, trabajaba con la dirección del PC en Moscú). El fue parte de la planificación de todo esto. Por eso su dedicación por años a investiguar y averiguar cómo había logrado ser descubierta o infiltrada por la DINA.
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