Por: Kathia Cancino Rojas | Publicado: 26.07.2023
A 50 años del Golpe de Estado, este trabajo se erige como una obra que busca traer del olvido a las mujeres embarazadas detenidas y desaparecidas en dictadura. Sobre todo, en un contexto donde, según su protagonista «se le ha exigido a un sector, relacionado con los familiares de las víctimas, que le pongan final a su duelo».
“Soy quien convoca estas voces, y hago de médium entre el público y ellas”. Así describe su protagónico en «Duelo» la actriz y escritora Nona Fernández, quien enfrascada en un monólogo intenta acoger las voces muertas, reconocer su instante fantasmal, traerlas a la vida y “darle pelea al olvido” de las mujeres embarazadas que fueron detenidas y desaparecidas durante la dictadura militar.
Escrita por Rodrigo Morales y dirigida por Constanza Thümler y Angelo Olivier, el montaje es un intento de aproximarse a una memoria de lucha, rebeldía y resistencia protagonizada por mujeres. “Si ellas pudieran volver de la desaparición, ¿qué nos dirían?, ¿cómo sería el sonido de sus voces?, ¿el estallido de sus risas? Este es un rito, un encuentro, la escena imposible de una conversación que nos gustaría tener”, admite Fernández.
Escrita como un “homenaje trágico-político a las detenidas desaparecidas”, cuenta Morales, la obra pone al centro a Nona como una médium que evoca a estas mujeres y que fusiona no solo el teatro, sino la inmersión de la actuación, la instalación lumínica, la música y el diseño sonoro.
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Y aterriza en un contexto político actual marcado por altibajos: los 50 años del Golpe de Estado y la petición de algunos sectores de marginar el dolor de la tragedia. “Duelo que viene de dolor, de dolerse (…) y es muy curioso que 50 años después del Golpe, el derecho a dolerse también tengamos que disputarlo”.
En conversación con El Desconcierto, Nona Fernández repasó su preparación para Duelo, la segunda parte del proyecto teatral “¿Dónde están?, trilogía trágico política”, su inmersión en voces traídas desde el pasado que buscan hacerle frente al olvido y el panorama político actual que califica de “tremendamente preocupante”.
“Estamos lanzando preguntas que no pensamos jamás que íbamos a tener que estar respondiendo 50 años después”, transparentó.
La pelea contra el olvido
-¿Cómo fue la preparación para enfrentarse a esta obra de una carga emocional tan fuerte?
(Fue) enfrentarme y desentrañar el texto que Rodrigo Morales nos propuso, y entrar de la manera más profunda al texto. Dejarnos llevar por toda la investigación que él desarrolló. Para escribir el texto, Rodrigo trabajó con mucho material y con ese también trabajamos. En él pudimos vivenciar la vida de muchas de estas mujeres que sufrieron violencia política estando embarazadas. Sobre todo sus vidas, creo que una de las cosas más importantes para poder enfrentar este trabajo fue iluminarnos por sus vidas, por su coraje, su luminosidad, porque en la escena del horror la desconocemos, y porque es una escena imposible de representar.
Para mí fue vital comprender que yo no iba a representarlas, no iba a actuar un personaje que pudiera ser una de ellas, sino que en esta obra soy una performance que hace de medio y soy quien convoca estas voces y hago de médium entre el público y ellas.
-Usted habla de que esta obra es un rito, un encuentro y la escena imposible de una conversación que “nos gustaría tener con estas mujeres”, ¿cómo dialoga con estas voces?
Duelo es por sobre todo una ceremonia, un rito que busca actualizar y traer al escenario las voces de ellas, jugamos con las fantasías de que podemos conversar con ellas, llevarlas al escenario, dejarnos iluminar por su luz. Qué nos dirían, cómo sería esa conversación, qué nos contarían, cómo reirían, cuáles serían sus miedos. Intentamos jugar a que podemos tener esa conversación, y en ese juego intentamos reactivarlas y ponerlas en escena.
Hay un trabajo muy complejo que es el hecho de la desaparición. Una es el hecho concreto de lo que ocurre cuando alguien desaparece, pero hay otra desaparición que es la del olvido. A nosotros, 50 años después del Golpe militar y de las brutalidades que se ejercieron durante la dictadura, lo que nos interesa desde el arte y la creación es que hay que darle pelea al olvido. Ese es el espacio donde el teatro puede ejercer. Si bien no tenemos la posibilidad que tiene la política pública y la justicia de, efectivamente, sacar a esas vidas de la desaparición en términos de reparación, de verdad y justicia, podemos hacer nuestros ritos y ceremonias como lo es Duelo, y sacar estas vidas de la desaparición un rato.
-Marcado por un diseño sonoro, interacción entre el texto, instalación lumínica y con usted como única actriz en escena, ¿cómo es el cruce entre la actuación y el montaje?
No es una obra convencional como estamos acostumbradas a ver, no es un relato aristotélico, Duelo es una experiencia poética en la cual, tanto espectadoras como quienes estamos involucradas en el montaje, vivimos un momento único, un momento poético en el que se van cruzando todas las capas de trabajo escénico. Desde la interpretación, por supuesto, desde el texto poético de Rodrigo Morales, el diseño sonoro, el diseño lumínico que es tremendamente importante, y que todo tejido intenta proponer algo seductor, delicado, bello, que pueda actualizar también las miradas estéticas a las cuales estamos acostumbradas a ver en los trabajos relacionados con la memoria.
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Creemos que, como artistas, tenemos un gran desafío en ese lugar, en seguir inventando y experimentando nuevas formas de recordar. Creo que, y esto lo digo no para sonar tremendista, pero hemos fracasado en el recuerdo. Y lo digo porque estamos viviendo un momento político y social tremendamente efervescente donde entendemos que el negacionismo está avanzando a grandes pasos. Frente a esta realidad podemos decir, quienes nos hemos dedicado a intentar trabajar los temas de la memoria, que claro que hemos fracasado en ese relato y lo que nos queda es seguir desafiándonos, tomar el desafío y seguir haciendo los intentos. Y dentro de esos intentos está inserto Duelo.
La disputa del dolor
-¿Cómo mira al Chile actual?, ¿cree que avanzamos en memoria y reparación?
Desgraciadamente el escenario actual es tremendamente preocupante en relación a este tema. Estamos viviendo un verdadero retroceso, estamos lanzando preguntas que no pensamos jamás que íbamos a tener que estar respondiendo 50 años después del Golpe militar, preguntándonos si es o no justificable un golpe militar feroz, brutal como el que sufrimos. El solo hecho de estar preguntándonos eso, habla de lo preocupante que es la situación.
-¿Considera que el gobierno va en buen camino con la conmemoración de los 50 años del Golpe?
Voy a ser muy honesta. Siendo una mujer que está normalmente preocupada de estos temas, y que estoy lo más alineada posible en estos temas, en todo lo que se haga en términos de sociedad civil y por supuesto lineamientos gubernamentales… no tengo idea cuáles son los lineamientos que el gobierno está perfilando para esta conmemoración. No lo sé, honestamente no lo sé. Ya estamos casi en agosto, pensé que a estas alturas lo tendríamos como ciudadanía, más claro. Habría sido bonito pensar que este iba a ser un año de conmemoraciones, que esto no iba a ser solamente un día o un mes, sobre todo por el escenario que estamos viviendo, que la conmemoración iba a ser una oportunidad para poner ciertos puntos claros sobre la mesa, marcar ciertos límites que al parecer no están marcados, pero creo que no ha sido así. (Aunque) me es difícil opinar sobre algo de lo cual desconozco completamente, que es qué es lo que se piensa hacer gubernamentalmente en esta conmemoración.
-Y sus reflexiones sobre la obra…
Me gustaría hacer mención a la palabra duelo que es el título de este trabajo. Duelo que tiene dos aseveraciones. Una viene de dolor, de dolerse. Duelo como un espacio de dolor. Y sabemos, porque lo hemos vivido en esta última semana, cómo se está exigiendo incluso que el dolor tenga un límite, que el dolor tenga un punto final, se le ha exigido… por el bien de la sociedad chilena, se le ha exigido a un sector, que es un sector por supuesto relacionado con los familiares de las víctimas, que le pongan final a su duelo, a su dolor, como si el dolor pudiera manejarse y pudiera tener un comienzo y un final. Y esto levanta, por supuesto, la otra aseveración de la palabra, que es la palabra duelo como una disputa, ¿no? Y es muy curioso que 50 años después del Golpe militar, el derecho a dolerse también tengamos esas dos acepciones en el contexto en el que estamos, porque por supuesto definen un poco el ambiente y el escenario en el que nos encontramos.
Coordenadas de la obra
- Del 13 al 30 de julio
- Miércoles a sábado, 20.30 horas; domingos, 19.30 horas
- Teatro Principal Centro Cultural M100
(Matucana 100, Stgo.).
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