Vistas de página en total

viernes, 22 de febrero de 2013

¿Donde está el agua?

El corte del suministro de agua potable afecta a cuarto comunas de SantiagoLas primeras veces que vi el río Maipo fue hace 55 años, cuando hice el servicio militar e íbamos de ejercicios a probar nuestros básicos conocimientos militares. Posteriormente fui varias veces en actividades deportivas de montaña. El torrente impetuoso corría igual que ahora, nunca fue agua cristalina, siempre fue agua turbia, por los materiales que arrastra. Algunos afluentes eran más limpios, porque provenían de quebradas menos terrosas y mejor protegidas por árboles o plantas. Pero siempre sus ciclos de caudales fueron los mismos.
Algo parecido pasa con el Mapocho, reconocido desde el tiempo de la Colonia como un río caprichoso, a veces casi vacío y otras rebosante de agua, que hubo que encauzar entre tajamares por su mala costumbre de salirse del cauce e inundar sectores habitacionales. Además de que a veces se hacen trasvasijes desde el Maipo vía Canal San Carlos.
En la parte alta del Maipo hay dos enormes reservas, la Laguna Negra, inicialmente destinada a proveer agua para el consumo humano de Santiago, laguna natural alimentada por el glaciar Echaurren, y cercano a un par de kilómetros del Embalse del rio Yeso, construido para regular las aguas de riego del rio Maipo.
Primeramente, el agua de la Laguna Negra se lleva por tuberías hacia las plantas de filtros de Las Vizcachas y de ahí hacia el norte. Después se le llamó Tercer Acueducto al que va a pie de monte alimentando las tuberías que descargan por gravedad hacia las comunas ubicadas al poniente.
Por aquellos años éramos unos tres millones de personas y había un flujo de agua suficiente para todos. Lamentablemente, nunca ha habido planificación urbana y las mediciones de la altura de la nieve que hacían periódicamente los funcionarios de la Dirección de Aguas eran tranquilizadoras. Hasta los años 80 existió una Dirección de Servicios Sanitarios que después pasó a ser reemplazada por empresas privadas que empezaron a llevarse los caudales concesionados para explotarlos más “eficientemente”.
Mientras la población crecía hasta más del doble (6 millones, para redondear), los hielos se derretían debido al calentamiento global y las empresas empezaron a buscarle ajuste al problema, mezclando las limpias aguas provenientes de la Laguna Negra, con las turbias provenientes del rio Maipo.
Hubo un año en que la turbiedad y la consecuente escasez fueron tan grandes que hubo que perforar pozos en parques y plazas para abastecer las plantas distribuidoras dentro de la capital. Ese fue uno de los primeros avisos de lo que se nos veía encima.
Sin embargo, parecía que nadie se daba cuenta de que ya estábamos tomando agua proveniente de tres fuentes: una clara y apta para la bebida, casi sin necesidad de purificarla porque es nieve derretida; otra con distintas variedades de turbiedad, dependiendo de la estación y de los ríos; y otra proveniente de napas subterráneas.
¿Cuánta es hoy por hoy la proporción de una y otra? No lo he visto escrito en ninguna parte, porque parece que la investigación periodística no se ha enfocado en este punto. Uno de los planes “brillantes” parece ser conectar por tubería el agua del Embalse del Yeso con la Laguna Negra, para que el agua venga mezclada desde más arriba y no desde las bocatomas de aguas abajo. No he visto planos o proyectos destinados a aumentar las piscinas de filtros. Sería casi asombroso ver a la Superintendencia de Servicios Sanitarios (creada para fiscalizar a las empresas privadas) exigiendo los planes de emergencia inmediata y los planes de desarrollo a mediano y largo plazo, aunque a los empresarios les duela el bolsillo invertir en nuevas obras. Multarlas por el mal servicio que están entregando es casi un chiste, porque las penurias de los consumidores no las compensa nadie. Sin duda el Estado tiene que jugar un papel serio en este asunto.
Obviamente este no es un tema nuevo. Ya a comienzos de los años 70 el ingeniero Fouquet hablaba de una obra que nos parecía increíble: el rio de la unidad. Este consistía en un gran canal que traería agua desde las cuencas ubicadas más al sur, partiendo desde una cota de unos 2 mil 500 metros de altura, sacando agua desde las cuencas más sureñas, hacia las de los ríos del norte cada vez más escasas. Este paulatino declive debería terminar a una cota de unos 500 metros en el rio Aconcagua. Sin duda un proyecto caro y lento por la dureza del terreno, pero digno de soñadores de largo aliento.
Hay otras alternativas, como desalinizar agua de mar y abastecer las zonas costeras y muchas otras que nuestros jóvenes ingenieros emprendedores podrían imaginarse, pero yendo más allá de proyectos chicos, atacando la yugular del problema: no ha habido planificación para compatibilizar el crecimiento de la población, las zonas agrícolas, las demandas inmobiliarias, los flujos de transporte, y ahora para más remate la escasez de agua.
LaFederación Metropolitana de Uniones Comunales de Juntas de Vecinos ya dio su opinión, hace casi un año, al ex Intendente Echeverría y a la Seremi de Vivienda Marisol Rojas con ocasión del intento de expansión inmobiliaria en 10 mil hectáreas de nuestra ciudad. No es tiempo de comprar botellas plásticas, sino de imitar, por ejemplo, a la Municipalidad de Maipú que, con su planta de agua municipal, ha llegado a cubrir la demanda de otras comunas presuntamente abastecidas por los “eficientes empresarios privados”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores