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jueves, 21 de febrero de 2013

Ex jefe del Ejército convertido en jefe del Servicio Electoral


Es posible que afecte la sanidad de la institucionalidad chilena. En la penúltima semana de febrero (2013), un ex jefe del Ejército se convirtió en jefe del Servicio Electoral (Servel) del país.
Juan Emilio Cheyre, ex comandante en jefe del Ejército, que hizo su carrera bajo el mando de Augusto Pinochet, que emitió duras críticas contra la ex presidenta Michelle Bachelet, señalado en causas de derechos humanos, a cargo de la rama militar cuando murieron varios jóvenes conscriptos por el desatino de mando en Antuco, cuyos escritos y entrevistas muestran su perfil conservador e inclinado a las posturas de la derecha política, es ahora director del Servel que, entre otras cosas, debe garantizar neutralidad, equidad y transparencia técnica y política a toda la población y todos los sectores políticos.
Prueba de su ubicación doctrinaria es que los integrantes conservadores del Consejo del Servel votaron por él, pero hubo dos votos en contra de parte de miembros de perfil progresista.
Es la consagración de la llegada de ex jefes militares y de carabineros (en tiempos recientes) a la vida política nacional y a cargos de corte político. Casi en un cien por ciento de los casos, asociados con los partidos derechistas Unión Demócrata Independiente (UDI) y Renovación Nacional (RN). El mejor y más reciente ejemplo: el subsecretario de Defensa nombrado por el derechista presidente Sebastián Piñera, Oscar Izurieta, fue comandante en jefe del Ejército y recibió, precisamente de manos de Cheyre, el bastón de mando. Una decena de ex jefes del Ejército, la Armada y Carabineros fueron senadores designados o parlamentarios electos, representando a RN, la UDI o como derechistas sin partido.
Esa situación no dejó nunca de molestar a un sector de la sociedad que vio la situación como algo insano para el sistema democrático, sobre todo porque una inmensa mayoría de esos antiguos uniformados fueron parte de la dictadura y leales a Pinochet.
Cheyre, al poco tiempo de dejar su sensible y alto cargo, fundó en la Universidad Católica (los reportes informativos indican que de ahí salen los cuadros gubernamentales de la derecha) el Centro de Estudios Internacionales, puesto en el cual pudo hacer ostentación y utilización de conocimientos e información obtenida en el cargo de Comandante en Jefe del Ejército.
Desde esa posición y recordándose que fue el máximo jerarca de los militares, Juan Emilio Cheyre se convirtió en analista político e internacional a través de artículos y largas entrevistas en diversidad de medios de prensa.
Es un caso elocuente de un ex jefe del Ejército haciendo carrera política y comunicacional.
Es cierto que en el origen de este episodio se encuentra un factor no menor. El Senado elige a los miembros del Consejo del Servel y, como en el caso de otras instancias del Estado, designa de acuerdo a un criterio de cuoteo político/ideológico, sin dejar de considerar elementos académicos y profesionales de los designados. Pero el cuoteo político se produce de hecho, como en el Tribunal Constitucional o la Suprema Corte de Justicia.
La elección al interior de ese Consejo del ex jefe del Ejército no pasó desapercibida para sectores significativos de la sociedad.
Una nota de Gabriel Angulo publicada en el portal El Mostrador, dio cuenta de algunas reacciones contingentes en Twitter que se enmarcan en estas consideraciones. El periodista Mauricio Weibel indicó que la “designación del general Cheyre, acusado de torturas, como presidente del Servel es una ofensa a nuestras víctimas. Una falta de sentido ético”. El ex oficial, siendo capitán del Ejército, fue denunciado como participante de la “Caravana de la Muerte”, aunque judicialmente todo quedó descartado. El director del Instituto de Investigación en Ciencias Sociales (Icso) de la Universidad Diego Portales, Claudio Fuentes, escribió: “No sean malos con Cheyre. Como un amigo me dijo, tiene experiencia en elecciones: escogió a su sucesor en el Ejército”. La directora ejecutiva de la Fundación Chile 21, María de los Ángeles Fernández advirtió que un “ex militar sin competencias probadas en organización y comportamiento electoral presida Consejo del Servel es ¡preocupante y para reflexionar!” y añadió: “¡que alguien me diga si organismos similares a consejo Servel en países OCDE están integrados por ex militares!”.
Luis Casado publicó un artículo en elclarín.cl donde señaló: “Para remplazarle (al ex Director del Servel) se ha designado, sin los bombos y platillos que acompañan los desfiles militares, al general (R) Juan Emilio Cheyre. No es injuriar al Señor general el señalar que a lo largo de su carrera no debe haber practicado mucho la democracia. En la formación de los oficiales hay dos valores esenciales: la obediencia y el don de mando. En este caso… ¿Cuál es peor? De Cheyre se dice que es un hombre inteligente y yo estoy dispuesto a creerlo, a pesar de que Henri Jeanson aseguraba que si los generales son idiotas es porque los reclutan entre los coroneles. Pero me viene una duda… ¿Qué vino a hacer un hombre inteligente en esa galera? Cuando toda la ciudadanía cobra consciencia de vivir en un simulacro de democracia, ¿Qué puede aportar un hombre que viene de las antípodas de la práctica democrática? ¿Cheyre desea obedecer o mandar? ¿Tiene agenda propia? ¿A quién le da garantías en el marco de una institucionalidad ilegítima y perversa? ¿A qué juegan quienes le nombraron?”.
En tanto, la periodista Paula Correa, en Radio Universidad de Chile, emitió una nota sobre el tema donde Cristián Cruz, abogado defensor víctimas de violaciones a los derechos humanos indicó que “el señor Cheyre ha declarado como inculpado en la causa por la Caravana de la Muerte, es absolutamente impresentable que un individuo de esas características esté supervisando nuestra democracia. Como ciudadano y abogado de DD.HH. me parece repudiable y reprochable”. El jurista añadió que Cheyre “todavía tiene un par de procesos abiertos” y que si bien “la investigación tiene que seguir avanzando, el Tribunal le ha tomado declaración en calidad de inculpado en más de una ocasión”. Afirmó que está absolutamente claro el rol de los militares en una administración de derecha: “Lamentablemente aún nuestros organismos castrenses están comprometidos ideológicamente con una visión que no respeta del todo a los DD.HH.”, afirmó.
En la información de Radio Universidad de Chile se añadió que la presidenta de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos, Alicia Lira, dijo que “él fue parte del Ejército que violó sistemáticamente los DD.HH. en Chile y tiene la responsabilidad política en la muerte de los 45 conscriptos que murieron de frío en Antuco, por no haberlo previsto como correspondía. Eso demuestra su calidad moral, porque ética y políticamente él debió renunciar ante la tragedia que significó y cínicamente rindió homenajes, pero hasta aquí nunca se preocuparon de sus familiares”.
Paula Correa señaló en su despacho que “de esta manera, Cheyre genera fuertes desconfianzas a cargo de la institución supervisora de los procesos democráticos, no sólo en los actores ciudadanos, sino también entre especialistas electorales”.
Se agregó la declaración de la cientista política y directora ejecutiva de la Fundación Chile 21, María de los Ángeles Fernández, quien expresó: “Me parece que esto revela un cúmulo de desaciertos por parte del Gobierno, pero también del Senado, que ratificó esto a fines de enero. En un contexto de calidad de la democracia donde hay tantas sospechas instaladas, donde las principales instituciones son objeto de tanto descrédito ciudadano, no podemos ponerle más pelos a la sopa. Hay que ser un poco más cuidadoso en cómo se van instalando estas nuevas instituciones y quiénes van conformando sus entes decisores”. La especialista añadió que la nominación del Consejo se realizó  “entre gallos y medianoche” y que, además de la figura de Cheyre, hay otros elementos preocupantes, como que sus miembros sean todos hombres, marcando un elemento de disparidad de género. Además, consideró que los integrantes de la instancia no cuentan con conocimientos específicos en temas electorales, lo que es sumamente complejo cuando estamos a las puertas de un año “hiperelectoral”, marcado por primarias y elecciones presidenciales.
En las redes sociales circularon notas de varios medios y periodistas en relación a la trayectoria de este militar, que incluyen hechos que muestran su cercanía y aprecio a Augusto Pinochet y el proceso en torno a la “Caravana de la Muerte” donde él apareció involucrado.
En la situación actual, cuando menos se abre la posibilidad de la reflexión y la duda ante la confiabilidad institucional que pueda o deba existir respecto del recién designado Director de Servel, dada su orientación ideológica, su desempeño contingente y su pasado militar.
Cabe la consideración y la interrogante en cuanto a que si en el país no existen las o los profesionales, académicos y/o expertos con capacidades de alta calificación y especialización para optar a esas funciones del Estado y se tenga que recurrir a antiguos altos mandos militares.
Más allá de eso, esta nueva situación podría llamar, de nueva cuenta, a instalar el debate respecto al futuro de los ex jefes de las Fuerzas Armadas dado el carácter sensible, de confidencialidad estatal, de acceso a información, y relevante y estratégico de sus funciones.
Todo apunta a que lo conveniente es que saliendo de sus puestos, los Comandantes en Jefe de las tres ramas de las FF.AA. y de la direcciones generales de las policías (Carabineros e Investigaciones), estén sujetos a un periodo prudente en el cual no puedan ocupar cargos públicos ni privados para salvaguardar intereses del Estado y no colocarlos en ventajas inadecuadas.
Al mismo tiempo, podría legislarse respecto a que los altos mandos militares estén impedidos también de ocupar cargos de índole política y pública civil, diplomática y de carácter político/electoral durante un periodo considerable, para evitar sospechas y dudas respecto a sus desempeños y decisiones.
Habida la consideración de que reciben una adecuada pensión y respaldo institucional en ámbitos de salud, etc.
Hay un hecho de la causa. Actualmente, todos quienes llegan a las jefaturas máximas de las Fuerzas Armadas y Carabineros, provienen de generaciones formadas y mandatadas por los mandos castrenses de la dictadura e instruidos por las doctrinas establecidas en el periodo que esas instituciones adoptaron líneas ideológicas anticomunistas, contrainsurgentes, chovinistas y de control represivo interno. Están formateados en el encuadre de la Guerra Fría.
En razón de las funciones que cumplen y la información que manejan, de su tarea estratégica en el área de la Defensa, del rol cumplido como empleados del Estado (no de un gobierno), no se podría esgrimir que un ex jefe de la Armada, la Fach o el Ejército una vez retirado puede acceder a la vida civil como cualquier otro ciudadano. Es, si se quiere, uno de los sacrificios o responsabilidades de quienes eligen la carrera militar.
Es como si mañana -algo totalmente análogo- las comandancias en Jefe o altos cargos en las FF.AA. las asuman profesionales de la esfera civil ya retirados, o si el Consejo del Servel designa como su Director a un ex presidente de partido, a un ex ministro de un gobierno determinado o a un ex parlamentario.
Hay que decir, por lo demás, que Juan Emilio Cheyre, según consta en investigaciones periodísticas e históricas, proviene de una institución que prohibió los partidos políticos, cerró el Congreso, esfumó el registro electoral y organizó un par de consultas electorales sin padrón electoral, sin oposición, sin una ley electoral, en lo que se consideró un fraude total.
En la consideración de mejorar la calidad de la democracia, parece no encajar que un antiguo jefe del Ejército esté a cargo del sistema electoral chileno.
Parece anómalo para la vida institucional de Chile y para el fluido desenvolvimiento de los procesos políticos y electorales.
Hay que prever, entonces, que esta sombra rondará cada vez que exista un conflicto, un problema, una duda, una polémica, una revisión, respecto a las funciones y tareas del Servicio Electoral.
Por Hugo Guzmán

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