No regañen a los niños que creen en el Viejito Pascuero, pues los chilenos han elegido dos veces a un Presidente incapaz, mentiroso, mete-pata e inútil, y quienes votaron por Sebastián Piñera no pueden pretextar que ignoraban el asunto del Banco de Talca y posteriormente, la compra de Acciones de Lan, y de otras empresas, sobre la base de información privilegiada; ningún ciudadano, medianamente inteligente, podría negar que Piñera no era de los trigos más limpios, y que sus muchas inversiones estaban al filo de la ilegalidad.
Pueden darse muchas explicaciones del porqué los ciudadanos votan por candidatos a la presidencia de la república que, luego, terminan decepcionándolos a los pocos meses de asumido el cargo: en el caso de Piñera, los motivos se hacen evidentes, pues los pobres en sus sueños querían ser tan ricos como él, (es decir, los aspirantes a arribistas). Durante más de tres décadas, los gobiernos neoliberales de la Concertación y la derecha les metieron en la cabeza “el sálvese quien pueda”, que equivale a decir, ´cada uno se rasca con sus propias uñas´.
Los gobiernos de la transición habían logrado hacer que la gente creyera que, en unos pocos años más, Chile sería igual a Portugal, un país desarrollado. Los grandes Bancos catalogaban a Chile como el modelo por excelencia en América Latina, y estos países hermanos copiaron el modelo: los peruanos y argentinos, por ejemplo, replicaron las AFP, hasta que decidieron abandonarlas, pues comprendieron que se trataba de un robo, difundido por José Piñera, (hermano del Presidente).
El 18-0 recién descubrimos que Chile, el paraíso del capitalismo era, en realidad, un mierdero impresionante, y pudimos entrever que los pobres e inmigrantes vivían diez personas en una misma pieza y, de no haber existido las llamadas “ollas comunes”, los pobres se hubieran muerto de hambre.
Una vez llegada la pandemia, el hecho de confinar a la gente era posible en las comunas de gente rica, pero imposible en las del sector suroeste de Santiago, y que las familias de los gerentes podían trabajar virtualmente, lo mismo que sus hijos en colegios y universidades, pero que los pobres, para poder comer, tenían que arriesgarse, a pesar de la pandemia, a vender en la calle o en las ferias libres, y qué decir de sus bajísimas posibilidades de acceso a Internet para la educación de sus hijos. Afortunadamente, al poco andar, el pueblo se dio cuenta de que del Estado piñerista no podía esperar nada, en consecuencia, tendrían que arreglársela con los magros ahorros en las AFP, que habían logrado convencer a sus ahorrantes de que sus ahorros forzosos les pertenecían y que podrían disponer de ellos para no morir de hambre.
Los gobiernos de la Transición a la Democracia habían logrado hacer ver a los ciudadanos que quienes más tenían dinero, pagaban más impuestos, pero la verdad era y sigue siendo muy distinta: el 40% del dinero que el fisco recauda proviene de los más pobres, materializado en el 19% del IVA, y que sólo un pequeño número de contribuyentes paga el impuesto de primera categoría destinado a las rentas de las empresas, y otro tanto, a los de segunda categoría, a las personas naturales.
Según el ex director de Impuestos Internos, Michel Jorratt, la evasión le resta al fisco 7 y 8 % del PIB que, si el fisco los recaudara, habríamos superado el 9% negativo del PIB del presente año, (es decir, Chile y China hubieran sido los únicos dos países del mundo con crecimiento durante el 2020).( el comentario es mío)
Los perdonazos y las exenciones representan, según Jorratt, el 7,8% del PIB, hechos que han sido producto de presiones políticas ante el ministerio de Hacienda, (la del diésel, por ejemplo, producto de la presión del gremio de dueños de camiones; la de las forestales, de los Matte, íntimos amigos del Presidente Piñera; la de los Bienes Raíces, cuyos impuestos tardan en pagar Bachelet y Piñera). No es muy difícil el que se haga pasar por “ley Pereira” a casas de muchos metros construidos en “las populares comunas” de Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea. Tampoco se pagan impuestos a la compra y venta de Acciones y Bonos, y la rentabilidad de la inversión financiera está libre de impuestos. sitios urbanos pagan como agrícolas
El 70% de los chilenos no llega a tener un ingreso mínimo para pagar impuesto a la renta, es decir, ganan menos de $600.000 al mes, y aquellas personas que devengan hasta $1.500.000 mensualmente tampoco pagan impuestos. Está claro que quienes pertenecen a los últimos tramos debieran pagar entre el 35% y 40%, o bien no cotizan en las AFP, o ya encontraron un asesor tributario que siempre encontrará una triquiñuela para engañar al fisco. (hay inversiones en paraísos fiscales más rentables que el ahorro forzoso y por ultimo esta APV Ahorro previsional voluntario)
He dejado de lado “los perdonazos”, (el de Johnson, de Ripley…y hoy, el pago de los abogados en el juicio a los dueños del Grupo Penta).
En Chile, el rico que paga el Impuesto Global Complementario, es que le resta un poco de moralidad o bien, derechamente, es tonto.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
10/12/2020
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