Comenzar este comentario semanal haciendo mención a la suspensión de la huelga de hambre que llevaban adelante los ex presos políticos, en diferentes ciudades del país. Un paso necesario habida cuenta del deterioro que se va produciendo en el cuerpo un ayuno prolongado.
Es terrible y doloroso que se deba recurrir a estas acciones para sensibilizar a las autoridades políticas del país, las mismas que con premura salen a criticar estos movimientos cuidándose de reconocer que ellas son responsables de los mismos, por la indolencia y el desdén con el que tratan problemas que se acumulan por años, desinterés que se ha ido traspasando a la comunidad y sus organizaciones.
Vean lo que está pasando con quienes llevan semanas y semanas de paro en las obras de las nuevas extensiones del Metro y verán que tengo razón.
Todos los “expertos” opinando del desarrollo de alternativas para terminar con la congestión vehicular y el hacinamiento en el transporte público, sin embargo a quienes estaban trabajando en las obras del Metro se les rechazan demandas, no disponen de condiciones mínimas de seguridad laboral y se les empuja a acciones de cualquier tipo para llamar la atención de los responsables.
Hay que imitar la acción del CIUS del 11 de julio recién pasado, cuando decenas de dirigentes sindicales llegaron a conversar con los huelguistas.
No podemos perder la solidaridad, no podemos extraviar la capacidad de indignarnos ante el abuso al que se somete a muchos.
Claro, no es solo este gobierno el responsable de todos los desaguisados, vienen desde muchas administraciones atrás. Se ha rebalsado el dique que por años acumuló frustraciones y ya es hora de tomar otras decisiones.
Las demandas no resueltas del pueblo mapuche, de los pobladores allegados y de los deudores habitacionales, la valiente lucha de los profesores que deben pelear contra un gobierno que se niega a escuchar sus demandas y también contra algunos dirigentes que buscan desesperadamente asirse a un acuerdo político para terminar el paro.
El rechazo a las reivindicaciones de quienes trabajan en el sector portuario, los pescadores artesanales, el subcontrato, los forestales y otros, son la prueba mas clara que no habrá soluciones por la vía de la instalación de mesas de dialogo o instrumentos similares, ideados por el sistema para dilatar y finalmente agotar a los que reclaman soluciones.
Si nos lanzan un escupitajo en la cara reaccionamos, como se hace ante los puntapiés y los golpes sin razón. Cuando hay rechazo hasta a las demandas más pequeñas, no se puede seguir teniendo rabia para adentro. Hay que reaccionar y tiene que ser algo masivo, imposible de ser silenciado. Todos y a un mismo tiempo, a fin de cuentas todos los despreciados reciben la respuesta de un patrón común. El capital.
Ante las cosas que pasan y los resultados que se producen, va quedando la impresión que los poderosos nos tienen tomado el pulso.
Miren lo que regularmente sucede.
Si hay una demanda y no se responde a ella se desarrollan acciones, hay movilización y se logra concitar la atención, pero rápidamente la contraparte actúa y la neutraliza.
Corrompe a algunos de los que dirigen, consigue que los medios de comunicación silencien el conflicto, logra luz verde para la represión o bien termina instalando las inoperantes mesas de dialogo, que poco o nada avanzan en la búsqueda de resultados efectivos. Sea en el sector privado o público, el resultado es muy similar.
¿Como no entender entonces el escepticismo de la gran mayoría?
Es por los arreglos a escondidas, por la suscripción de colectivos sin acuerdo de la mayoría, por la renuncia intempestiva de dirigentes que impulsaron la lucha y por un montón de otras cosas que la gente se ha ido alejando de las organizaciones sean estas sindicales sociales o políticas.
El adversario es poderoso y no podemos mirarlo en menos.
No solo dispone de muchos recursos, también ha comprado conciencias y votos ¿ si no como explicar que haya instalado tantas leyes que nos perjudican?,
Por eso la pelea no puede seguir siendo solo sectorial, por mucho que las demandas difieran unas de otras.
Concedamos que mientras algunos luchan por un sueldo digno y justo, otros lo hacen por aumentar unos u otros bonos. Aquí el pago de locomoción y colación, allá mejores garantías en vacaciones y salud.
¿Pero acaso no seguimos todos siendo explotados, abusados, discriminados, minimizados por el patrón dinero?
Puede que las exigencias sean distintas, que mientras unos han asegurado parte de su futuro los otros apenas aspiran a poder llegar a fin de mes sin ver sufriendo a su familia por carencias básicas. Pero hay algo que no cambia, son trabajadores, y en algún momento de su vida todos o casi todos pasaron por limitaciones similares.
¿No sería correcto que los que están mejor apoyen a los que tienen poco?.
Porque si en una faena o en una empresa cualquiera el contratado y el subcontratado hacen lo mismo, deben recibir igual remuneración por trabajo igual.
Si TODOS los trabajadores organizados (que son pocos) se unieran en una causa común, es mas que seguro que los incrédulos, los desconfiados volverían a ver con buenos ojos a la ORGANIZACIÓN.
Entonces un buen paso sería cambiar los métodos en la gestión. Volver al control de las finanzas, a la capacitación sindical, promover el trabajo de las comisiones revisoras, generar los fondos de resistencia.
No dejaremos de insistir en que se puede hacer el cambio.
¿Y cuando se haga que?
Bueno, entonces habrá que comenzar a confrontarse con el adversario de clase y exigir al Estado. Habrá llegado la hora de rebelarse contra el sistema.
Tenemos derechos irrenunciables, nos fueron quitados y deben ser restituidos.
Tenemos derecho a vivir dignamente y hay que lucha sin renunciar hasta conseguirlo.
El CIUS está preparando una jornada para el 6 de Agosto. Hazte parte de ella, pregunta como puedes participar. REBELATE CONTRA EL SISTEMA.
MANUEL AHUMADA LILLO
Presidente C.G.T. CHILE
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