La palabra cultura puede tener muchas acepciones, pero me parece que la más acertada en este caso es “El conjunto de ideas, tradiciones y costumbres que caracterizan a un pueblo, a una clase social, a una época.”
¿Pero cómo puede ser que una dictadura bestial imponga su pensamiento en un país entero por tanto tiempo? Porque Chile era muy distinto: gente inteligente, informada, valiente, un pueblo participativo, al mismo tiempo crítico y propositivo. A los que vivimos aquella época –la de Salvador Allende, naturalmente- nos parece que este fuera otro país. ¿Un país de otro planeta, un país bananero quizás? No se me ofendan, pero desde afuera se ve perfectamente que hay una diferencia gigantesca.
Antes había partidos de izquierda y partidos de derecha y ambos eran bastante serios. Ahora sólo se ven dos derechas y a veces tres. Los políticos que aspiraban a la presidencia de Chile eran personas con largas trayectorias: Pedro Aguirre Cerda, Jorge Alessandri, Eduardo Frei, Salvador Allende y otros. Ahora no, cualquiera que venga de la calle se atreve a postularse para presidente, como ocurrió con una señora que sólo era periodista y se permitió decir que Salvador Allende había sido “totalitario”, e igualmente lo que sucedió con el dirigente estudiantil que ahora es presidente y con un nazi que llegó con su familia a Chile por el año 1950, o sea que es chileno de primera generación.
Ha habido países con tremendas dictaduras, en Europa y también en América Latina, pero no se sabe que hayan adoptado la cultura del enemigo. ¿Hay muchos nazis en Alemania? No lo creo. ¿Y en España hay muchos franquistas? Hay bastantes, pero de todos modos gana la izquierda. En Italia dieron marcha atrás, pero no parecen ser émulos de Mussolini, usan muchas de sus consignas pero son fachos más modernos. En Guatemala le dieron un golpe militar a Arbenz en el año 1954 y ahora gana la izquierda. En Colombia asesinaron a Gaitán y ahora gana Petro, que es un hombre estupendo.
En fin, no vale la pena hacer más comparaciones: supongo que todos se dan cuenta de que parece que la dictadura todavía estuviera aquí
A la dictadura y a Pinochet todavía hay gente que los defiende, cuando fuera de Chile es considerado uno de los más crueles dictadores del mundo, pues mandó a matar a más de 3.000 opositores, torturó de manera atroz a muchos más y obligó a exiliarse a miles.
Destrozó a un país que era uno de los más avanzados de América Latina, porque lo era, no me lo vengan a negar. Chile tuvo dos premios Nobel de literatura, fue el único país de América en que hubo un Frente Popular como en Europa, aunque a muchos no les guste ese Frente. De aquí surgieron las primeras mujeres médicos de Latinoamérica, Eloísa Díaz y Ernestina Pérez.
Un país que eligió avanzar hacia el socialismo en democracia, en fin, tantas y tantas cosas que nos distinguían. Y a ese país magnífico, un dictador imbécil, asesino, cobarde y ladrón lo pudo cambiar hasta hoy, que cincuenta años después estamos viviendo la cultura de la dictadura.
¿Cuál cultura? me preguntarán ustedes, Muy simple, les voy a enumerar los diferentes aspectos en cortito:
-El egoísmo en lugar de la solidaridad humana, se ve en el repudio a los inmigrantes porque son pobres y le pueden quitar el trabajo a los chilenos y en muchas otras cosas.
-Impunidad para los delitos de la dictadura: se ve en que todavía hay asesinos de esa época, que se pasean por la calle muy tranquilos. Y algunos que fueron médicos torturadores, hasta ponen avisos en el diario.
-El neoliberalismo que se inició como una prueba en Chile, se aplicó en todo el mundo y finalmente -fracasó, pero en Chile subsiste y es defendido por la derecha.
-El interés por el dinero en lugar de otras aspiraciones más altas: científicas, artísticas, políticas, humanitarias etc.
-Aceptación de la traición como algo normal. El mayor traidor fue Pinochet, pero también muchos dirigentes de izquierda han traicionado al pueblo. ¿Cuáles? Yo no voy a dar nombres, pero todos los sabemos.
-Aceptación de la diferencia. Chile es uno de los países más desiguales del mundo, pero no pasa nada.
-Imposición del pensamiento único, porque no hay prensa ni tele ni nada, un pueblo resignado, explotado, ninguneado, sin dirección ni orientación. Hubo protestas en el año 2019, pero la policía las acalló.
-Más diferencias económicas y de clase en la vivienda, Eso se ve en los guetos verticales y también en la educación, se acabó la educación superior gratuita. Hasta la Universidad de Chile es pagada, algo inconcebible. Yo estudié gratis y toda mi generación estudió gratis, mientras que ahora los estudiantes o sus familias se tienen que endeudar hasta el infinito.
-La ignorancia de la historia más cercana, porque los jóvenes ni siquiera saben lo que ocurrió hace 50 años, porque no son 500.
-El desprecio a la política y por lo tanto a los partidos,
-La corrupción aceptada como algo normal.
Las Fuerzas Armadas y los jueces merecen párrafo aparte.
I.- Nuestras fuerzas armadas actuales son iguales a las que apoyaron y actuaron durante la dictadura. Las de ahora mataron a jóvenes en las protestas de 2019. Le disparan a la cara a la gente para dejarla ciega, como pasó con la senadora Fabiola Campillai. Tiraron a un muchacho al Mapocho desde 20 metros de altura. Y todo esto le parce al gobierno tan natural y tan justo que ha promulgado una ley que les permite a los pacos disparar cuando se les ocurra y eso constituye legítima defensa.
No se sabe que haya un cambio al menos en sus convicciones fascistoides. No son los mismos, pero a lo mejor son sus hijos o sus nietos ideológicos.Y tampoco se sabe si les enseñan algo de derechos humanos, que debería ser primordial. Los militares y los pacos siguen aplicando la cultura de la muerte que nos legó la dictadura. La pena de muerte no existe en Chile ni en ningún país civilizado, pero ellos la aplican sin juicio y sin condena porque se permite que sean jueces y verdugos. Para los milicos chilenos, la valentía se demuestra siendo brutales y despiadados.
No se sabe de nada importante o positivo que haya hecho el Ministerio de Defensa. Hay un silencio sepulcral sobre el particular. ¿O quizás se hacen cosas secretas? ¿Ustedes saben algo? Yo no. Lo que sí sé muy bien es quien es la Ministra de Defensa. Terrible.
II-¿Y los jueces? Los jueces de todo nivel son igualmente corruptos e irresponsables. Prima la impunidad para los asesinos y torturadores de la dictadura.
Y si sale una sentencia condenatoria, es cincuenta años después de los hechos, cuando todos los culpables han muerto o se han evadido y las pena son mucho más bajas que en otros países. A Juan Emilio Cheyre le aplicaron una pena de 3 años y un día de libertad vigilada, como encubridor de 15 homicidios.
¿Esto existió alguna vez en Chile antes de la dictadura? Claro que no, ni tampoco sucede semejante escándalo en ningún otro país del mundo. En Alemania, a los jerarcas nazis los sometieron a los juicios de Nuremberg. Eran muchos los acusados, pero a todos se les garantizaron los debidos derechos de defensa y sin embargo a todas estas personas, que actuaban por separado porque habían ejercido funciones distintas, se les hicieron juicios que se despacharon en menos de cuatro años. ¿Igualito que en Chile, verdad?
Y para sintetizar, el miedo, la cobardía, el no se puede.
Por supuesto que la dictadura nos dejó grandes dolores y tristezas, algo de culpa, diferentes recuerdos y algunos olvidos. Vivencias extranjeras para algunos, rencores hacia los que se fueron y no volvieron. Títulos profesionales extranjeros, adopción de otras culturas por los emigrantes, lo que profundiza las desigualdades. Los niños que se criaron en Suecia, en Francia o en Cuba son muy distintos entre sí y muy diferentes a los que se criaron en el Chile de la dictadura.
En suma, la dictadura nos legó su estupidez, su cobardía, su ignorancia y su culto a la muerte.
A mí no me gusta hacer críticas sin formular propuestas de solución, porque eso es injusto, inequitativo. Pero en este caso no se me ocurre nada serio ni importante. Porque una cultura que se ha impuesto durante 50 años es difícil de erradicar. Pero desde luego hay algunas pequeñas cosas que se deberían hacer: tratar de tener prensa de izquierda para informar y politizar nuevamente al pueblo; modificar la estructura de las fuerzas armadas, por ejemplo que haya un solo escalafón y no los dos diferenciados que hay ahora. Exigir que el gobierno no trate de ganar el apoyo de la derecha sino del pueblo más pobre y explotado. Insistir en una seguridad social colectiva y tripartita. Volver a la educación superior gratuita. Aumentar impuestos a los ricos y establecerlos para los metales preciosos que salen junto con el cobre y que ahora no pagan nada.
Y pensar que Latinoamérica es una sola. Porque en Chile, sin el apoyo de otros países, no puede hacer gran cosa. Pero en Chile, junto con muchos de nuestros hermanos de Latinoamérica, sí que se puede.
Por Margarita Labarca Goddard
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