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jueves, 27 de febrero de 2014

Carta de Yuri Gahona a Carolina Echeverría

Por mi y todxs mis compañerxs...

Usted supo, oyó, omitió y silenció voluntariamente el horror y el estigma del apellido innombrable. En ese silencio culpable y ominoso usted dejó de lado la dignidad y la empaquetó junto a la nobleza y decidió tapar las manchas de su infame legado, escondidas a la sombra, creyendo que nunca la luz de la memoria alcanzaría sus retorcidos escondites.

En estos cuarenta años usted supo, oyó, omitió y silenció voluntaria y alevosamente el secuestro, la detención ilegal en lugares ilegales, los parrillazos, las manipulaciones, las violaciones individuales y en grupo, los ratones en la vagina, los médicos tomando el pulso para indicar cuánto más resistiría un hombre o una mujer torturada.

Usted supo, oyó, omitió y silenció, años de impunidad que son siglos, leyes de amarre, pactos del silencio, decretos de secreto, leyes de secreto, proyectos de ley que forraban de más impunidad a los criminales.

Usted supo, oyó, omitió y silenció los descuentos por planilla para el pago de abogados que defendieron y defienden con argumentos imposibles y humillantes a los sádicos, crueles, asesinos apatotados, escondidos y parapetados en uniformes militares.

Usted supo, oyó, omitió y silenció la operación retiro de televisores, los cuerpos dinamitados en la Colina Dignidad y en el desierto, los entierros de restos de desaparecidos y ejecutados, pedacitos de la nada que se convierten en el desastre cotidiano de una búsqueda que no cesa.

Usted supo, oyó, omitió y silenció los aterradores tentáculos que la dictadura instaló en Chile entero pagando con los recursos del fisco la sordera, la ceguera, la mentira y el ocultamiento voluntario de esta historia donde usted carga con el apellido alevoso.

Usted ya le hace honor a su apellido. Usted hoy día vuelve nuevamente a parapetarse en los crímenes olvidando todo lo que ha costado, a pesar de gente como usted, que esta parte de la historia de los vencidos sea reconocida como lo que fue y no como le hubiera gustado al coronel de la muerte.

Por fortuna yo no olvido, ni perdono ni me reconcilio, porque en este país por la gente como usted, hemos perdido la confianza en los partidos que blindan figuras imposibles, las retocan como si este fuera un espectáculo teatral donde usted podrá sacarse la máscara, pero no podrá borrar las huellas de la sangre que han libado para seguir subsistiendo. A mí me da lo mismo que usted se vaya o se quede, que explique o silencie, a mí lo que me importa es que en nombre propio y de los que nos faltan a todos cada día, usted falló porque las heridas que causó su padre, usted las ha vuelto a abrir, incapaz de comprender que el presente está lleno de memoria.

Yuri Gahona

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