encapuchados
Para impedir desordenes y la presencia de activistas infiltrados, cuando mañana sábado se realice la denominada “Marcha de todas las Marchas”, entrará en acción la nueva división especial de carabineros de Chile, que ya demostró a fines del 2013 que la cacería de encapuchados se sofisticó absolutamente. Uno que lo sabe bien Nicolás Sandoval Toro, el joven de 19 años que fue apodado “el Violeta” por el pañuelo de ese color que usaba para cubrirse la cara durante la trifulca.
El estaba acostumbrado a que Fuerzas Especiales lo detuviera en medio de los típicos desmanes post manifestaciones. Había pasado por eso una veintena de veces. Unas pocas lo habían pasado al tribunal, pero los jueces, como en todos estos casos, exigían certezas de que había sido él quien había hecho equis cosa… Quizás había sido otro del grupo y los policías podrían haberse confundido. Como todos tapaban el rostro, siempre logró zafar y salir libre, sin condenas.
Siguiendo las instrucciones que dicta la experiencia del encapuchado profesional moderno, después de lanzar una molotov y aprovecharse del saqueo de una tienda de zapatillas, se cambió de ropa y aguardó largo rato al interior de la Usach. Como era pleno invierno, ya anochecía y, tranquilo, paseaba entre las tiendas del persa Estación Central cuando vio venir hacia él a dos policías de Fuerzas Especiales.
-¿Y esas zapatillas?, le cuestionaron los carabineros, apuntando al par recién robado que ya traía puesto.
Lo esposaron, lo llevaron a la comisaría, lo pusieron a disposición de un fiscal y al otro día se sentó por quinta vez en el banquillo de los acusados. La sorpresa, esta vez, fue mayor. Equipos de Inteligencia de Carabineros habían grabado su comportamiento. Segundo a segundo. Sin perderlo de vista jamás.
El registro daba horas exactas: a las 14:40 horas participaba en los desórdenes, a las 14:57 encendió la mecha de una molotov, que a las 14:58 se la lanzó a un grupo de motoristas de Carabineros en Alameda, a las 15:05 su hermano le entregó un par de zapatillas recién robadas en un saqueo, a las 15:40 ingresó a la Universidad de Santiago y continuó con los desórdenes… En el patio de ese lugar se cambió de ropa y se puso las deportivas robadas, a las 17:25 salió, caminó por Ecuador al oriente y cruzó la Alameda.
De esta manera  -tras recibir instrucciones de las fiscalías, particularmente la Centro Norte- el OS-9 y la Dirección de Inteligencia Policial (Dipolcar) de Carabineros , apoyados con personal de las Secciones de Investigación Policial (SIP), trabajan para obtener mejores pruebas. Ambas unidades ya asentaron dos estrategias que están funcionando para realizar las vinculaciones sin lugar a dudas que pedían los jueces y que pondrán en práctica en los operativos del presente año, cuando vuelvan las protestas masivas a contar del mes de marzo.
“Para estar ahí, hay que comportarse como ellos…”
Carabineros no habla de seguimientos. Les gusta más decir que no pierden de vista al sujeto. Ese es, en resumen, uno de los dos métodos: no le despegan los ojos de encima… tampoco las cámaras.
Se transforman en presa primordial de esta estrategia aquellos capuchas que son vistos preparando bombas molotov, y luego los que atacan a civiles o destruyen bienes públicos y privadosY allí, entre medio, mimetizado entre la turba, un carabinero capta todo con cámaras que pueden estar instaladas en cualquier prenda (eso sí, las mejores imágenes se registran con el celular).
“Para estar ahí, hay que comportarse como ellos, vestirse como ellos, usar su lenguaje…”, cuenta a “La Segunda” un carabinero que participa en acciones de este tipo.
-¿Los policías también se encapuchan?, ¿tiran piedras?
-No. A veces, en invierno, una bufanda ayuda a caracterizarse mejor, pero capucha no usamos. Y piedras no tiramos.
-Entonces, ¿cómo lo hacen para evitar que los detecten?
-Hay que estar en constante movimiento. Ellos ya tienen incorporado el concepto de “sapo” y han mejorado la estrategia de detección. Y si se levantan sospechas, que a veces sucede, salimos. Es peligroso: Han golpeado a gente común y corriente porque los han confundido con nosotros.
“Postas de seguimiento” para mantener la flagrancia
El registro, entonces, debe ser breve. Aunque, con cortes, puede durar horas. En el caso del joven con pañuelo violeta -captado en diversas situaciones por casi tres horas- no siempre es el mismo policía el que lo sigue y lo filma. Se hacen “postas”.
Con esta estrategia de “no perder de vista” se mantiene constante la flagrancia hasta por 12 horas. Eso permite detener sin una orden judicial.
-¿Y por qué no los detienen al tiro mejor?
-¿Con 80 tipos al lado, todos exaltados, en su máximo nivel de violencia? Imposible.
-¿Por qué no se cortan las calles y se les arrincona?
-A veces intervenir puede ser peor, ya que genera estampidas y pueden verse afectados inocentes.
Monitoreo desde las alturas
En la mayoría de los casos, sin embargo, los encapuchados logran escabullirse de su “cazador”. Allí comienza la tarea de “hacer match”. No con ADN. Con la ropa.
Después de cada protesta con desmanes, cuando los detenidos por desórdenes son dejados en libertad, unidades especializadas de Carabineros, en conjunto con el personal de las SIP, revisan las cientos de cámaras que captaron los disturbios.Las hay de todo tipo: pertenecientes a instituciones privadas y estatales; fijas y otras que rotan hasta 360º manejadas por control remoto; de calidad mediana y alta definición.
La mayoría de ellas están instaladas en forma permanente. Inteligencia de Carabineros revisa antes de las marchas su estado y disposición, y ubica las propias en puntos no cubiertos , disponiéndolas generalmente en lo alto de los edificios. Esas cámaras son manipuladas por los mismos policías, que reciben instrucciones permanentes de hacia dónde filmar, logran primeros planos a una distancia de más de 500 metros.
Un pequeño detalle en sus vestimentas puede hacer que un encapuchado se transforme en un blanco posible de detener. Ellos lo saben y por eso la gran mayoría se cambia la ropa después de la acción. Incluso la botan en la calle. Sucedió así en el Cerro Mariposa, en Valparaíso, durante incidentes del 21 de mayo. Un grupo de muchachos quemó dos motos de la policía uniformada. Grabaciones de testigos permitieron identificar a tres. Al detenerlos, sólo uno conservaba unas antiparras y las zapatillas, las dos prendas más caras que traía.
Las zapatillas, de hecho, se han transformado en la mejor prenda para hacer el match. Unos cordones distintivos, unas rayas particulares permiten la primera identificación, que luego se contrasta con las características de estatura y contextura del sujeto.
-Hay algunos que se cubren las zapatillas con bolsas plásticas…
-No se da mucho. Les es incómodo: Se resbalan, se les rompen, contesta el policía de los monitoreos.
A quien también Inteligencia pudo identificar por la ropa gracias a la revisión de cámaras ex post, fue a Io Javiera Giuria (18), la estudiante apodada “la rubia encapuchada”.
El 13 de junio, la liceana lanzó una molotov a un piquete de Carabineros en Ismael Valdés Vergara con San Antonio. Era filmada desde lo alto por un policía que registró en video (sin pausas) los primeros cinco minutos de su huida. En ese lapso, se desenfundó la capucha, se sacó el buzo azul que vestía y quedó con una polera blanca, shorts grises y las mismas zapatillas verdes que usó en la acción. El registro se termina cuando la joven camina a un costado del río Mapocho.
En una operación posterior, Carabineros entró a la casa central de la Universidad de Chile aduciendo que desde dentro se habían lanzado otras molotov. Allí detuvieron a varios jóvenes por desórdenes. Los llevaron a una comisaría, anotaron sus nombres y pronto quedaron libres. No sabían que entre ellos estaba la misma rubia que habían filmado escapando .
“La Io se nos perdió entre la multitud. Pero después, al día siguiente, revisando cámaras nos dimos cuenta que uno de los detenidos en la Universidad de Chile intentando escapar por una pandereta vestía igual que la última imagen que teníamos de la rubia. Ya no estaba detenida, pero teníamos su nombre”, dice un policía que participó en el descubrimiento.
La Dipolcar hizo un match que quedó grabado en la memoria ciudadana. La estudiante está hoy con arresto domiciliario. La contundencia de la prueba hizo que su defensa no rebatiera su participación.
Sin imagen no hay caso
“Los jueces se están acostumbrando a este nivel de evidencia y hasta los abogados defensores que saben del tema ahora piden en audiencia que se muestren las fotos y los videos antes incluso de acordar una suspensión condicional del procedimiento”, plantea uno de los fiscales que lidia con estos casos.
Ha pasado, entonces, que los persecutores comenzaron a resignarse a no poder llevar ante los tribunales a sospechosos de ataques graves cuando no está esa imagen que lo vincula. “Ocurre mucho con las quemas de buses, por ejemplo”, dice un policía.
El es uno de los que ya está resignado a no dar con los jóvenes que irrumpieron sorpresivamente en la Catedral el 25 de julio. No estaba previsto que llegaran hasta allí. “De ese ataque no hay mucho registro. Hay algunas cosas que captaron los fieles y la televisión, cuando sacaron las bancas. Pero de los destrozos de adentro no hay nada”, comenta.
Y “sin nada”, no hay qué hacer. Cualquier detención que se realice tiene escasas posibilidades si no está el video o el set de fotos, y como no hay una foto para cada una de las 200 personas que en promedio se detienen en medio de los desmanes, casi todas quedan libres. Antes, sí, la policía registra sus nombres. Y las mantiene en la mira hasta que algo salta…
Es claro que así pasó con “la rubia encapuchada”, pero esos registros también permitieron tener en mente al joven de la capucha violeta que había sido aprehendido en 20 ocasiones anteriores y que hoy está en prisión preventiva por orden de la Corte de Apelaciones, esperando juicio.
-¿Cuánto rato, exactamente, lo siguieron a él?
Misterioso, uno de los agentes de Inteligencia contesta: “Recuerde que había sido detenido varias veces. Sabíamos dónde vivía y que era violento… Eventualmente pudimos haberlo ido a esperar ese día, cuando salió de su casa”./Lasegunda/gap