El peso de las decisiones que tomará el presidente Petro es muy grande. Han sido muchos años de sometimiento a la población, tanto por la violencia de los gobiernos autoritarios, como por la ejercida por el narco, incluso por el conflicto armado de la guerra interna o guerrilla continua y devastadora para la población civil. Ésta ha sido la guerra revolucionaria más larga de las últimas décadas en América Latina. Fueron 50 años de tragedias entre la población y entre las organizaciones combatientes, como lo fueron las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el Ejército del Pueblo (EP), el Ejército Popular de Liberación (EPL), el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y el Movimiento 19 de Abril (M-19).
La complicidad de los gobiernos colombianos autoritarios y corruptos con los gobiernos intervencionistas estadunidenses orillaron a la población a buscar la libertad y la restauración de la paz a través de la vía armada.
No minimizamos los esfuerzos democráticos y electorales que ha ejercido el pueblo colombiano, pero la historia del país del general Simón Bolívar, Manuela Beltrán, Josefa Canelones, Francisco José de Caldas y otros independentistas y combatientes, como Camilo Torres, demostró que ha sido la armada la única opción para luchar contra los gobiernos depredadores. Alternativa que costó muchas vidas valiosas de hombres y mujeres.
Un breve paréntesis para recordar a Camilo Torres, quien fue identificado como El cura guerrillero y, también, fue admirado por su lucha contra las injusticias cometidas en su nación. Incluso, algunos músicos de América Latina compusieron canciones donde destacaron la influencia del sacerdote, que pasó de la pasividad católica ante los atropellos contra el pueblo a la acción revolucionaria, defendiendo con las armas los derechos de su país. Daniel Viglietti, músico uruguayo, le compuso una canción, como lo hicieron el cubano Carlos Puebla y el mexicano José de Molina, quienes fueron inspirados por la historia del religioso. El chileno Víctor Jara hizo famosa la canción Cruz de Luz, de Viglietti.
La ubicación estratégica de Colombia en la región fue, entre otros factores, el interés de Estados Unidos para instalar su punto de dominio político-militar. Por supuesto, con la autorización y subordinación de los gobiernos colombianos en turno.
Pero también, los recursos naturales minerales (oro, plata, petróleo y níquel) mantuvieron el interés de Estados Unidos en la nación sudamericana, así como sus fronteras con cinco países y el Caribe. Esta relación de sometimiento y dominio, por fin, llegará a su fin. Eso esperamos. Es la gran expectativa para la región y para toda América.
Con las propuestas que el presidente Petro ha descrito en 10 puntos para su gobierno, comienza una nueva etapa para su nación, como ya lo manifestó en su toma de posesión. El alto a la violencia será, como en la mayoría de los países latinoamericanos que cuentan con un gobierno progresista, uno de los retos más difíciles. Sin embargo, la solidaridad que se ha manifestado entre las naciones de la región, por lo menos durante la pandemia de covid, es un factor prometedor para cambiar el rumbo de la barbarie hacia la socialización de la riqueza de nuestros países. ¡Ya lo merecemos!
Poner un punto final a la dependencia de Colombia respecto al dominio de Estados Unidos es una gran prueba para el nuevo gobierno identificado como de centro-izquierda. El historial del presidente Petro es una fuerza de autoridad política con la que cuenta para mostrarle a su pueblo que no se equivocaron al elegirlo. Pero también para enfrentar las negociaciones con los emisarios del mandatario Joe Biden para el restablecimiento de la soberanía colombiana.
Los pasos para dialogar con Biden y acordar soluciones justas respecto al retiro de sus bases militares reflejarán el tipo de política del recién estrenado gobierno (elegido por la vía del voto libre y secreto). El pueblo de Colombia rechaza seguir perteneciendo a las bases militares estadunidenses que se encuentran en diversos lugares: isla de Guam, Osaka, Japón, Guantánamo, Cuba, y otros sitios. No olvidemos Vieques y Culebra, islas que pertenecen a Puerto Rico y que son ejemplo de los destrozos que puede hacer la irresponsable política militar de Estados Unidos.
La nueva política colombiana antibelicista debe imponerse, no sólo por lo anteriormente dicho, sino también porque los daños causados a la salud física y emocional de la población y el perjuicio provocado al ambiente son graves y por ello es fundamental dar cuanto antes los pasos necesarios para solucionarlos.
La cuota de víctimas por la proliferación del negocio de las drogas que estigmatizó a la nación sudamericana y el sufrimiento que ha padecido el pueblo colombiano ya han sido demasiado.
Estados Unidos y los próximos gobiernos, incluido el actual, deberán acostumbrarse a tratar a los países de América como a sus iguales.
Por Antonio Gershenson
Twitter: @AntonioGershenson
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