La palabra intrascendente define lo que fue el Cónclave de la Concertación. A la escasez de participantes, se agrega una exagerada utilización de espejos para mirarse el ombligo y otras partes.
Con cero autocrítica trascurrió la jornada apuntando a Piñera pero justamente donde no le duele. Eduardo Frei, más de alguno recodará que fue candidato de la Concertación en la ultima elección, dijo que no hay separación clara y transparente de los negocios y la política. Como si antes haya habido algo parecido, como si los millonarios, como el mismo, llegaron recién hace un mes a hacer política, como si en la Concertación no hubo ni hay esas mismas contradicciones.
Agrega el ex presidente y ex candidato que la Concertación se enfrenta a la mayor concentración de poder político, económico y comunicacional en la historia republicana de los últimos cien años. Increíble. Por fin este señor se da cuenta de lo que han venido diciendo en distintos tonos muchas personas en este país. Aunque oculta lo más sabroso. La responsabilidad de él mismo y de sus otros colegas ex presidentes y sus partidos en la construcción de ese país que ahora parece cosa nueva ante sus ojos semi cerrados.
Y los negocios y los chamullos.
Chile llegó a ser el aventajado y ejemplar país neoliberal que es de la mano de los gobiernos de la Concertación. Las increíbles distancias entre los que tienen y los que no, son responsabilidad de las sucesivas administraciones que profundizaron el dogma del laissez faire. La privatización extrema de la educación, la entrega de las riquezas minerales al extranjero, la increíble privatización del mar, la extensión irracional de las ciudades, no han salido de una concha de locos. Fueron creaciones de los gobiernos concertacionistas.
Tierno el presidente Aylwin. Pedirle a la derecha que renuncie a su espíritu patronal es querer modificar su ADN. Es cosa de ver sus patrimonios hecho público con ocasión de asumir como autoridades. Pero no ése, sino el fantasma, el que no aparece pero que es el patrimonio que corresponde a los patrones, a los dueños, a los propietarios de casi todo. Hasta de los goles del fútbol del domingo.
Con pena y sin gloria, el Cónclave de la Concertación no ha dicho esta boca es mía respecto de sus responsabilidades históricas. No tiene por qué hacerlo. Nada los obliga. Acostumbrados a la impunidad y con la certeza que la gente es boba, insistirán que el escuálido 29,6 por ciento fue un error de la gente mal agradecida. No de ellos. Infalibles. Perfectos. Satisfechos. Cultos. Buenas personas. Como Michelle Bachelet, que reinó levitando sobre un inútil porcentaje de cariño de la mucha gente que la quiere.
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