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miércoles, 11 de diciembre de 2013

Cientistas políticas explican por qué los chilenos están alejados de las urnas y niegan que la solución sea volver al voto obligatorio


Por Luis Casanova R.
Marcela Ríos (PNUD) señaló que la baja de electores se viene produciendo desde los años 90 y exige una serie de reformas políticas para alentar la participación. Gloria de la Fuente (Chile 21), en tanto, explicó que ""
La cifras hablan por sí solas: de los 17 millones y fracción de chilenos que vive en suelo nacional, 13.573.143 tienen derecho a votar en los distintos procesos electorales, léase presidenciales, parlamentarias, municipales y regionales.

Sin embargo, en la primera vuelta del pasado 17 de noviembre apenas 6.696.229 ciudadanos concurrieron a votar, casi el 50% del padrón. Lo peor es que para el balotaje que se celebrará este domingo 15 de diciembre, los expertos vaticinan que más de un millón de electores se ausentaría de las urnas, factor que explica el interés de las dos candidatas en competencia, Michelle Bachelet y Evelyn Matthei, para que la mayor cantidad de personas ejerza su deber cívico en todo el país.

Gloria de la Fuente, analista de la fundación Chile 21, explicó que uno de los hechos que provoca este fenómeno "es lo predecible de los resultados. Cuando la elección no es muy reñida, en términos de que hay una candidata que está muy por sobre la otra, eso llama menos a votar. La elección prácticamente está definida, lo cual explica que haya parlamentarios que de forma razonable propongan que haya segunda vuelta sólo si existe un margen más estrecho de diferencia entre los candidatos en un futuro proceso".

En diálogo con Cambio21, la profesional expuso que "no existen facilitadores claros para que la gente vaya a votar. Por ejemplo, hay locales de votación que en su criterio de selección no están asociados a la cercanía de las viviendas de las personas. Muchas veces está puestas en función de cómo se va a inscribir la gente. En comunas urbanas el traslado es muy complejo, por eso hay que estudiar el que el transporte público los días de elección sea gratuito, como también acercar los recintos de votación. Hay familias pobres a las que resulta muy caro ir a votar".

Según De la Fuente, la abstención electoral no está vinculada a la inscripción automática que se aprobó en la actual temporada legislativa. "El voto optativo no es un error, más bien en el sistema político chileno los incentivos no están puestos en forma adecuada y no nos estamos haciendo cargos de lo que está pasando en la sociedad. Hay que reformar el sistema de partidos y buscar otros mecanismos de participación, como plebiscitos y referéndum, iniciativas populares de ley, etc. Volver al voto obligatorio sería una ceguera tremenda, además que la ciudadanía se daría cuenta de que los mismos que la cambiaron la querrían de vuelta", comentó.

Veinte años de estancamiento


Por su parte, Marcela Ríos, analista del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), cree que la baja de electores "es un proceso que se viene produciendo desde los años 90 y en términos paulatinos y sostenidos. Cada elección que hemos tenido tiene menos participación. En la última década, bajó en 10 puntos y ahora se dio exacervada con la aprobación del voto voluntario, aunque la abstención no es explica por la entrada en vigencia de este sistema. El problema viene de antes".

En conversación con este diario, la experta expresó que "dentro de los estudios que tenemos se percibe un claro alejamiento y mala evaluación que existen de las instituciones y los partidos y la lejanía que se nota sobre la política y los sistemas de representación. Hay desconexión hacia los partidos, el Congreso, etc., instalándose entre la población la idea de que la política no tiene nada que ver con sus ideas cotidianas y la calidad de vida y que las diferencias entre las distintas opciones ideológicas son irrelevantes para cambiar su destino".

Para Rios, no es que la política esté tan mala, de hecho hubo un récord de candidatos presidenciales, lo cual tampoco motivó a los electores.

"La coyuntura no tiene nada que ver. Con el anterior sistema de inscripción voluntaria y voto obligatorio lo que teníamos era que el padrón que estaba congelado, envejecido y sólo con personas inscritas hasta 1990. Bajaron las inscripciones, no llegaron los jóvenes y los pobres. Entonces era mucho más predecible, porque sabíamos quiénes estaban dentro y la tasa de participación parecía más alta, dado que se tomaba el porcentaje respecto de los que estaban inscritos. Pero teníamos cada vez una proporción más alta de personas fuera y sobre todo dentro de las personas menores de 30 años y menores de 25 no votaba en las elecciones. Sólo el 10% votaba y de grupos socioeconómicos altos", explicó.

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