CONFEDERACION GENERAL DE
TRABAJADORES
Dieciocho 45 -
5o P. A - Fono: 695 1092 –
* EDUCAR – ORGANIZAR – LUCHAR *
Estimados
Profusamente se ha informado que la Intendencia Metropolitana dio
cuenta de la votación del concurso de Cerros Isla, resultando ganador el Cerro
Chena de San Bernardo.
Y como siempre sucede nos hemos llenado de comentarios respecto de lo que
será el cerro luego de esta importante inyección de recursos, conociéndose por
ejemplo la opinión de uno de los jurados, experto en diseño urbano, don
Pablo Alard, quien dijo que el proyecto pretende "la preservación de
ciertas zonas de alto valor ecológico y también cultural. Hay unos pucarás
históricos ahí, de pueblos pre-hispánicos.
Todo eso y mucho más es cierto y como sanbernardino lo celebro.
Sin embargo hay una omisión que no puede pasar inadvertida y aunque se dirá
que con lo que expongo me resisto a dejar el pasado en paz, puedo asegurar que
si no se da cuenta a la ciudadanía de que el Cerro Chena tiene un pasado oscuro
que no se ha develado en su totalidad, cualquier instalación no será todo lo
justa que debe ser.
Hay que preservar lugares en los que cientos de compatriotas sufrieron.
Justamente para que, así como el pucará, se conozca lo que allí se vivió.
Por años han pasado maquinas y quitado la mayoría de los vestigios de la
tenebrosa casa blanca, visible desde cualquier lugar de la pista de moto cross,
lugar de esparcimiento cuando el pueblo entero se volcaba a la celebración del
"dieciocho chico".
Sin embargo soy uno de los que podría ayudar a reconstruir ese lugar, o al
menos elaborar la maqueta del mismo, porque que está en mi mente, la de un
muchacho de 17 años que supo en 1973 de la detención arbitraria y la tortura.
Que conoció lugares del Cerro Chena que no pueden desaparecer.
Es el mínimo homenaje que se puede brindar a los 11 ferroviarios de la
Maestranza Central, a los campesinos de Paine que aparecieron años después en
Cuesta Chada.
Yo lo hago desde estas líneas pues tuve el honor, el orgullo de compartir
con ellos en ese lugar de detención y hasta poco antes de su muerte dolorosa.
Le saluda atentamente,
MANUEL AHUMADA LILLO
"El Cerro Chena, nuestro cerro para los sanbernardinos, no siempre
estuvo asociado al terror y la muerte.
A él ibamos con Emilio, Pachicho, Rucio jorge, Chito y otros a buscar
sapolio en sacos que conseguíamos en la feria, sapolio que empaquetábamos para
venderlo casa por casa.
Con algunos años mas, cuando entraba la noche nos distribuiamos entre sus
lomas para aprender a hacer señales de morse, aperados de una vela y un tarro
de leche Nido o de Milo de ½ kilo.
Luego de correr y jugar entre las piedras la tierra y la maleza,
generaciones de chiquillos y adolescentes enfriaron sus transpirados cuerpos en
el tranque que está a la entrada.
Desde que García de la Huerta regaló el cerro a los militares ya nunca fue
el mismo. Al principio solo asustaba ver a algún soldado haciendo guardia, era
cosa de burlarlo y nos la empinábamos cerro arriba.
Después, disparaban al aire asustando a los pajaros y alejando a los
muchachos intrusos, aquellos que querían recuperar el cerro para sus
juegos.
Nuestra comuna, nuestro San Bernardo era la muestra más viva de la
convivencia entre militares y civiles.
Contingentes de importantes instalaciones del Ejercito y la Fuerza Aerea,
calificados obreros y técnicos de una de las maestranzas mas grandes de America
Latina y miles de trabajadores que viajaban día a día a Santiago, compartían
actividades deportivas y recreativas cada fin de semana.
Las madres no hacían distingo entre sus hijos al participar en las labores
escolares. Los niños compartían los cursos y un patio común para sus
juegos.
En San Bernardo teníamos nuestra propia parada militar el 18 de Septiembre,
el tambor mayor de la Escuela de Infantería encabezaba la parada al día
siguiente en el Parque O’Higgins.
Toda la civilidad desfilaba, saludando las glorias del Ejercito.
Las razones de porque destruyeron todo esto los militares, se seguiran
buscando por mucho tiempo mas. Yo he intentado expresar mi visión sobre lo
sucedido.
Nadie sabe cuando cerraran tantas heridas que dejó el golpe militar.
Solo puedo decir que aún el Cerro Chena sigue en llamas, y que estas no las
extinguen con bandos, ni resoluciones de comisiones de hombres buenos.
Se necesita toda la verdad.
Aún el viento que viene del sur recoge desde la tierra mil veces
removida, los gritos de auxilio de los que perdieron la vida en ese lugar y los
esparce en los atardeceres y las noches de la patria.
La justicia deberá hacerse algún día, no pierdo la confianza en ello.
En el intertanto, nadie mas podrá decir que el Ejercito fue injustamente
vilipendiado.
Miles de voces los acusan. Aquí y alla los que quisieron hacer desaparecer
se levantan para enrostrarles su inhumanidad.
Las victimas de la maldad son heroes que pasaron por Chena y no serán
olvidados, por que su ejemplo de consecuencia va marcando a las nuevas generaciones
y permanecerá vivo por siempre.
No está lejano el día en que un memorial reconozca a cada una de las
victimas.
Quizas entonces nuestro Chena volverá a ser lo que fue.
Un lugar de encuentro de la población que yace a sus faldas."
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