Confederación General de Trabajadres
Comienza
a perderse en los medios de comunicación lo referente a la desaparición
y, con casi total certeza, el asesinato de los 43 jóvenes mexicanos
estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, quienes fueran detenidos
en el municipio de Iguala, estado de Guerrero a fines de septiembre de
2014 y de los que no se ha vuelto a saber.
En
México, desde 2011, se contabilizan 22.322 personas desaparecidas (CNN
Mexico) y el hallazgo de fosas clandestinas con cadáveres es cada vez
mas continúo y nadie, salvo los propios mexicanos más concientes, parece
conmoverse.
Quienes
aparecen como responsables de lo ocurrido en Iguala, dicen haber
dinamitado los cuerpos y después quemado, habiéndose encontrado solo
algunos restos óseos, cuando por fin se pudo dar con el lugar en donde
habrían sido arrojados.
Alexander
Mora Venancio tenía 19 años, su sueño era ser maestro de educación
física y es el primero de los 43 de Ayotzinapa en ser identificado,
previa prueba de ADN a los restos encontrados en el basural donde se
dice se mató a los 43. Es poco probable que se pudiera identificar a más
víctimas por esta vía, ya que casi no quedaron restos que permitan
realizar dicho proceso.
Juan Pablo Jimenez |
Y no solo en México hay dolor y rabia por la violación a los derechos humanos.
En
nuestro país se cumplirá, en algunos días, 1 año y 10 meses desde que
fuera asesinado a sangre fría el dirigente sindical Juan Pablo Jiménez y
a pesar de todas las pruebas aportadas por la familia, entre ellas un
peritaje que desautoriza la teoría de la bala loca instalada por la PDI,
poco o nada se ha avanzado en la investigación de este crimen atroz.
Pero
los defensores de los derechos humanos, los parlamentarios de las
diferentes representaciones políticas y la opinión pública nacional,
salvo contadas excepciones, parecen ajenos a esta situación.
Hay
agallas, y de sobra, para demandar la libertad de un dirigente opositor
preso en Venezuela, o desacreditar la justa demanda boliviana de una
salida al mar, o atacar o defender cada uno de los proyectos del
gobierno, pero no hay interés en demandar del Estado y de las policías
una investigación profunda y decidora sobre el asesinato de Juan Pablo
Jiménez, y si no fuera por la valiente e inagotable gestión de la
familia y de algunos amigos de ésta, el crimen de nuestro compañero ya
hubiera sido archivado como una causa más, siguiendo la triste suerte
que han tenido otros caso como el crimen de Matías Catrileo o el del
trabajador forestal Rodrigo Cisternas en mayo de 2007.
No
se trata de casos aislados, son algunos de cientos de ejemplos en el
que la sangre de los más pobres riega la tierra, sin que los que
detentan el poder se dignen siquiera ordenar una investigación que
esclarezca la verdad.
¿O vamos a olvidar que por estos días se cumple un año más de la masacre de Santa María de Iquique en 1907?
Poco
importan los años que hayan transcurrido entre lo vivido en Iquique o
lo acontecido con el dirigente de AZETA, o el compañero forestal. En
todos los casos está la mano del capital, utilizando las armas para
acallar a los que demandan respeto a los derechos laborales y
condiciones mínimas de dignidad en el trabajo.
Se
trata de crímenes atroces, que sin embargo no culminan en
investigaciones serias y menos la aplicación de castigos
ejemplarizadores a los culpables.
Y
es que son pobres los muertos, son obreros los asesinados, son parte de
esa mayoría silenciosa que no acaba de entender que ella y solo ella es
la que puede cambiar el curso de los hechos, y que para ello debe dejar
atrás las diferencias y organizarse.
Por
todo ese dolor, no es justo que el movimiento sindical se limite solo a
una que otra declaración condenatoria. Ocurren los hechos y se pelean
para aparecer ante los medios, connotadas figuras y figurines. Exigen
fiscales con dedicación exclusiva, elucubran diversas teorías, pero no
mas que pasan los días y a otra cosa mariposa.
El
movimiento sindical, los trabajadores, deben entender de una buena vez
que nada les será dado. Que todas aquellas promesas demagógicas de
cambio apuntan principalmente a maquillar el modelo, para mantener
vigente la cultura de abuso y explotación.
Lo
que se presentará el 29 de diciembre como reformas laborales, no
ayudará a poner termino al abuso, simplemente por que a los que están en
el poder no les interesa que esto se termine. Sino vean ese proyecto
tan ridículo que se está discutiendo y que habla de regular la
polifuncionalidad. Como si lo que hiciera falta es establecer normas
para que se regule el abuso y la explotación de la fuerza de trabajo.
Lo que hay que hacer es terminar con la polifuncionalidad.
Escribió
un dirigente sindical hace algún tiempo sobre una verdad muy grande que
poco o nada analizamos. Dijo que “hay algunos sectores de la actividad
económica que están en mejores condiciones que la gran mayoría de
paralizar faenas y exigir mejoras”
Una
gran verdad, pero no es menos cierto que la gran mayoría de los
trabajadores está temerosa de enfrentar a su contraparte e incluso lo
está de organizarse.
Creo
llegado el momento de que aquellos que conocen de victorias y quienes
apenas pueden movilizar a algunos cuantos, se reúnan, se digan las cosas
en la cara y se decidan a tratar de construir un camino que huela a
unidad.
Es cierto que en el movimiento sindical tenemos de todo.
Algunos
que insisten en que hay que levantarse y partir a tomarse el palacio de
invierno como si esto de la conciencia y las ganas de luchar pudiera
decretarse por el camino de los discurso. Parecen no darse cuenta que la
organización sindical no llega al 10% y con suerte es la misma cantidad
de trabajadores que tiene acceso a la negociación colectiva.
Se
levantan grandes consignas de cambio, todo tiene que ser nuevo, hay que
barrer con lo que instaló el sistema, como si fuera cosa de decirlo y
hacerse, sin considerar que muchos asalariados carecen de derechos
mínimos y no se atreven a luchar por ellos, no solo por temor sino
también por desconocimiento.
También
están aquellos que llaman a la creación de un referente sindical
independiente, sin lazos ni compromisos con partidos o movimientos.
Autofinanciado y democrático.
Por
último aquellos que aspiran a que todo se va a ir logrando por el
camino del contacto y la conversación con los administradores del
modelo. No hay que luchar, que ya está en desuso ese termino, hay que
tener buenos contactos y por esa vía se logrará que se redacten buenos
proyectos, que vengan a restituirnos lo que se nos quitó.
Podría ser que todos tengan algo de razón.
¿Y
no es posible entonces que se unan, dejen atrás aspiraciones mesiánicas
y se lancen a la tarea, la hermosa tarea de construir en la diversidad?
Para eso no es necesario entregar la independencia ni la autonomía de
cada organización. Es probable que todos sean dueños de una porción de
verdad ¿no pueden abrirse a conocer otras propuestas?.
¿Y
si trabajáramos en la unión de todas esas porciones para construir un
camino común, donde maximalistas y nihilistas se den cuenta de una vez
que lo realmente importante es la clase trabajadora, clase a la que
todos reivindicamos?
Sería
un gran homenaje a la memoria de Recabarren y Blest, a los que cayeron
en Iquique y Ranquil, a Catrileo, Cisternas y Jiménez.
UNIDAD DEBE SER LA CONSIGNA PARA LOS TIEMPOS QUE VIENEN.
MANUEL AHUMADA LILLO
Presidente C.G.T. CHILE
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