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lunes, 29 de marzo de 2010

Preguntas incómodas sobre vida y muerte

escrito por José Venturelli

Quiero agradecer a “El Ciudadano” de hoy por su artículo “Ser leales a los derechos humanos” Uno de los pocos que nunca debe encajonarse ni apagarse. Especialmente cuando el triunfalismo electoralista y las tendencias de "hacerse el loco" con los que podrían considerarse "nuestras" violaciones de DDHH's tratan de olvidar las violaciones chilenas de los DDHH's. Las que “El Ciudadano” menciona son importantes y deben ser resueltas.

Se me vienen muchas preguntas incómodas sobre la vida y la muerte: aquellas que no se suelen contestar en este país: dicen que por ser inconvenientes.

Pero, ¿en este paisito de mentira, (al decir de Ariel Dorfman en un reciente artículo en Los Angeles Times), y, además, pretencioso sin substancia, donde hacerse el loco es un arte que los mandatarios incorporan en sus genes, es posible mejorar esta situación que siempre se acalla gracias al persistente control de los medios y a los éxitos -no siempre cristalinos- de las bolsas de valores que nos hacen creer únicos?

Por ejemplo, ¿y que pasa con los 12 -sí, DOCE- "abatidos" (baleados, muertos, asesinados) que mostraba en la TV el Ministro de Justicia (anterior) a los pocos días del terremoto, ORGULLOSO DE QUE EN CHILE SE MANTIENE EL ORDEN A TODO PRECIO?. En Chile donde no hay pena de muerte, se mata: a los jóvenes comuneros mapuche y a los presos que se les antoje. La “ley de fuga" persiste, como en la Constitución de la dictadura que sigue presente. Esta “ley” es el primer reflejo de mediocres y, ya desde de larga memoria, una acción de tiranos y cobardes. En medio de un terremoto en que los presos intentaban huir para salvar sus vidas, muchísimas legislaciones del mundo no habrían transformado a un "ladrón de gallinas" en prófugo peligroso, ni a un no condenado a muerte, en un preso de la sección de condenados a muerte de las películas yanquis.

¿Al Ministro ese, de Justicia, o al que le siga, ni al Presidente Piñera no se les ha ocurrido que esos fueron crímenes y que deben ser investigados a fondo? ¿O que ser preso en un país con justicia mediocre no es crimen confirmado en personas que el sistema no sabe proteger en una situación extrema ni menos poder ser usado por autoritarios megalomaníacos con reflejos de cowboys de mala cepa? ¿No será que quienes arman con balas que matan son tan o mucho más responsables que los que son empujados a obedecer y dispararlas? ¿De que los no condenados a muerte no pueden ser transformados en muertos porque este paisito sigue pegado al troglodita reflejo represivo mortal?

¿Que necesitan el gobierno y el Estado chileno para dejar de presentar muertos, como actos de buena conducta, y cada vez que ellos ocurren esconder la mano y ni siquiera tener la decencia de buscar justicia y la reparación? ¿Sucede, entonces, que el poder judicial, los medios, la sociedad se pueden quedar callados porque "nos acostumbramos a que así son las cosas en este singular país”, tan moderno y eficiente?

Suena mucho en la memoria histórica a lo que decía el dictador de marras, cuando justificaba sus crímenes con sus chistes inmorales del estilo "se mata a la perra y se acaba la leva". El Presidente Piñera dice siempre, aunque lo defendiera al tirano cuando la justicia mundial lo exigía por crímenes de lesa humanidad, que él no estuvo de acuerdo con las violaciones de los DDHH’s (aunque nunca se le ha visto protestar ni hacer nada en este Chile campeón en el tema) Este puede ser su momento.

Por eso:
¿Qué pasa con los desaparecidos sin justicia? ¿Prorrogamos la impunidad de sus asesinos y a algunos los encumbramos aún más?
¿Qué pasa con los muertos, como Matías Catrileo, Jaime Mendoza y muchos más antes que ellos, y el menor José Huenante, desaparecido mapuche en tiempos de "democracia" cuyos ejecutores son todos conocidos? ¿Ofrecemos Justicia Militar para seguir siendo “de mentira”?
¿Qué pasa con estos 12 presos sin nombres, asustados y asesinados que los poderosos decidieron que no merecían vivir?

¿Y los 53 presos políticos mapuche (al 26 de febrero 2010), acusados con montajes y sin juicios, -muchos antes juzgados por las mismas acusaciones y sobreseídos- que se pudren en cárceles (cada día más privadas) que parecen trampas mortales...? ¿los dejamos así, en silencio, para que no se inquiete ni irrite nadie?

¿Hay abogados y jueces que se atrevan a poner el cascabel al "tigre chileno de la injusticia"?

¿Tienen razón los que dicen que "el terremoto / maremoto" nos hizo perder el norte de la justicia, de la fraternidad o de una Asamblea Nacional Constituyente tan necesarios para realmente ser país de verdad? ¿O seguiremos escuchando los discursos "convenientes", acostumbrados a no decir lo que incomode a algunos? No serán tampoco las promesas, las sonrisas, las oraciones piadosas de medianoche ni “la seguridad” como primera necesidad nacional las que lo harán.

Un país que ofende y excluye a los más pobres, a los excluidos de siempre, no será jamás un país respetable. Rectificarlo es tarea de todos. ¿No lo cree así el nuevo presidente y su ministro de Justicia? ¿No lo creemos todos nosotros? Demostrémoslo para poder creer que en este país sí sabemos respetar a todos y a cada uno de sus habitantes.

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